¿Cómo Orar Como Jesús Oraba?

3

¿Cómo Orar Como Jesús Oraba?

«…SEÑOR, ENSÉÑANOS A ORAR…» (Lucas 11:1)

Al oír orar a Jesús, los discípulos le pidieron: «Señor, enséñanos a orar» (Lucas 11:1). Es poco probable que Jesús quisiera enseñarles una oración repetitiva, puesto que ya les había dicho: «Y al orar no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos» (Mateo 6:7). Su respuesta fue mucho más que una fórmula; les estaba enseñando principios de oración eficaces y poderosos. Veamos cómo nos podemos beneficiar de ellos. William Barkley expuso: «La oración del Padrenuestro tiene dos partes: la primera bendice a Dios, la segunda a nosotros. Si cuidas de la primera parte, la segunda está garantizada».

La oración comienza con «Padre Nuestro». Tiene que ver con Su familia, tanto individual como colectivamente. Jesús usó el plural «nosotros» y «nuestro» para indicar que la oración es algo plural, donde oramos con alguien y por alguien, no sólo por nosotros. También nos enseña el poder que hay en ponernos de acuerdo en oración (Mateo 18:19). Antes de pedirle nada, tenemos que reconocer la paternidad de Dios, porque la oración tiene que ver con:

a) Las relaciones.

El Padre y Sus hijos, aquellos que han sido redimidos por fe en la sangre de Su Hijo unigénito. Ésa es la base de confianza en la que estás afirmado cuando oras.

b) La sumisión.

Los discípulos de Jesús compr endieron que la paternidad implicaba autoridad y dirección. La oración no es un intento de hacer que Dios se ponga de acuerdo con tu voluntad, sino de ponerte tú de acuerdo con la Suya y con Su palabra. Él es un guardador de promesas, no un padre indulgente.

«…ALCANZAR MISERICORDIA Y HALLAR GRACIA…» (Hebreos 4:16)

Cuando oras «Padre Nuestro…» estás definiendo las otras relaciones de tu vida:

a) Tu relación con el mundo material.

Puesto que Dios es tu Padre, no eres un extraño sino heredero de las bendiciones de Su universo (Salmo 24:1). Con todo, debes tener cuidado con los valores del mundo: «Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él» (1 Juan 2:15). Nada tiene que usurpar el lugar de Dios.

b) Tu relación con los demás.

Todos los humanos son creación del Padre y por ende, debes aceptarlos, amarlos y valorarlos. Se nos manda que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos, sin importar el color, las creencias o la posición social. No tenemos que competir con ellos, ni procurar ser superiores a ellos o usarlos para fines egoístas.

c) Tu relación contigo mismo.

Dios dice que Él es tu Padre; podemos fundamentar nuestra autoestima en esa verdad. No importa lo que te hayan dicho o hecho para menoscabarte y hacerte sentir inferior; con Dios puedes llevar la cabeza muy alta. Si Dios te llama Su hijo, no eres insignificante.

d) Tu relación con Dios.

Gracias a la relación con Jesús el Padre te declara «acepto en el Amado» (Efesios 1:6). Él te acepta igual que a Jesucristo. «Pero a quienes lo recibieron… les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios» (Juan 1:12 DHH). Ya no tienes que acudir a Él con temor. Ahora puedes acercarte «confiadamente al trono de la gracia, para alcanza r misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro» (Hebreos 4:16). ¡No existe nada mejor!

orar-como-Jesus-Padre-Nuestro
¿Comó Orar Como Jesús?

«…¿ACASO HAY ALGO QUE SEA DIFÍCIL PARA MÍ?» (Jeremías 32:17)

Las palabras «Padre Nuestro»

Nos recuerdan el amor incondicional de Dios. ¿Has mirado alguna vez a un niño que sufre y tenido el deseo de hacer algo para aliviar su dolor, pero te has sentido impotente ante la situación?

«Que estás en los cielos»

Nos recuerda del poder ilimitado de Dios para hacer lo que nosotros no podemos. «…Yo soy… Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para mí?» (Jeremías 32:17). La respuesta no se deja esperar: «No, nada, absolutamente nada, Tú e res extraordinario». Puedes estar seguro de que todo aquello a lo que le mueve Su amor, será hecho por Su gran poder.

«Santificado sea Tu Nombre»

diferencia Su Nombre y Su carácter de todos los demás. «Santificado» en griego significa que es diferente, especial, el Único. En estos tiempos donde se está perdiendo el respeto por la autoridad, porque eso reta la imagen distorsionada y embellecida que tenemos de nosotros, Jesús nos enseña a orar: «Padre Nuestro, haz que te demos el lugar que Tu Santo Nombre y Tu carácter merecen».

«Venga tu reino»

Jesús vino a anunciar el Reino de Dios; ése fue el foco de su evangelio. El reino de Abraham, Isaac, Jacob, etc. habían pasado. El reino presente abarca a quienes reconocen a Jesús como su Seño r. Y el futuro abarcará toda la Tierra, cuando regrese Jesucristo. Cada vez que te sometes a la voluntad de Dios, Su reino está en acción. Como creyente, tú eres Su reino y Su poder está en ti.

«Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra» (Mateo 6:10).

Nadie cuestiona la voluntad de Dios en el cielo. Y así debería ser en tu vida. Jesús nos instruye a que oremos y creamos que lo que pasa en el cielo también se cumplirá a través de ti aquí en la tierra.

«EL PAN NUESTRO DE CADA DÍA, DÁNOSLO HOY» (Lucas 11:3)

La segunda parte de la oración del Padrenuestro tiene que ver con nuestro diario vivir:

«El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy» (Lucas 11:3).

Tu Padre quiere suplir tus necesidades físicas y financieras. Jesús usó la palabra «comida». A Dios le preocupan tus necesidades diarias más que a ti. Él multiplicó la comida para alimentar a más de cinco mil personas hambrientas. «[Jesús]… sanó a todos los enfermos» (Mateo 8.16). Él quiere ayudarte en tu necesidad. «No os angustiéis, pues, diciendo: «¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?» (Mateo 6:31). El «panadero» divino nos da pan fresco todos los días. Así que confía en que Él suplirá todas tus necesidades hoy, y también mañana.

«Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores» (Mateo 6:12).

En el momento en que entras en la presencia de Dios, te concientizas de tu pecado. Y satanás tratará de condenarte. ¿Cómo? Haciéndote sentir incómodo y no bienvenido a la presencia de Dios. Pero satanás es un mentiroso, porque «ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús…» (Romanos 8:1). El Espíritu Santo no te revela los pecados para condenarte sino para motivarte a confesarlos y recibir Su perdón. La Palabra de Dios identifica varias categorías de pecado que tenemos que reconocer: El quedarnos cortos de lo que se nos requiere; el incumplimiento de una regla; los descuidos inintencionados o tal vez motivados; la desobediencia y rebeldía deliberadas; el no pagar tus deudas; el pecado de omisión. Sea cual sea tu pecado, en el momento en que lo confiesas y pides a Dios que te perdone, Él te restaura (1 Juan 1:9).

«…ÉL OS DARÁ TAMBIÉN UNA SALIDA…» (1 Corintios 10:13 CST)

«…Como también nosotros perdonamos a nuestros deudores» (Mateo 6:12).

Perdonar a otros no es optativo, es obligatorio; ser perdonado depende de nuestro perdón a los demás. La familia de Robert Louis Stevenson solía decir el Padrenuestro antes de cenar. Una noche éste se levantó de la mesa antes de llegar a la parte de «…Como también nosotros perdonamos a nuestros deudores». Cuando le preguntaron por qué se levantaba de la mesa, dijo: ‘No estoy listo para hacer esta oración hoy’. El joven Stevenson sabía que no podía recibir el perdón de Dios si él no estaba dispuesto a perdonar. «…Si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis… tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas» (Mateo 6:14-15). Por mucho que te hayan lastimado, Dios te pide que perdones.

«No nos metas en tentación…» (Mateo 6:13).

Esta petición parece contradecir la Palabra de Dios: «Cuando alguno es tentado no diga que es tentado de parte de Dios, porque Dios no puede ser tentado por el mal ni Él tienta a nadie» (Santiago 1:13). William Barclay dice que el término hebreo original significa «prueba», es decir, los sufrimientos, las desgracias y las experiencias dolorosas de la vida. Un atleta también puede usar esas palabras con su entrenador: ‘No me fuerces a hacer más de lo que puedo’. Necesitamos reconocer tres realidades:

1) que como humanos tenemos debilidades y limitaciones;
2) que Dios controla tus pruebas;
3) que quiere que pidas ayuda y no las manejes tú solo. «Dios es fiel, y no permitirá que… seáis tentados más allá de lo que podáis aguantar. Más bien, cuando llegue la tentación, Él os dará también una salida a fin de que podáis resistir» (1 Corintios 10:13 CST). No sólo acudirá en tu auxilio, sino que además usará esa experiencia para fortalecerte espiritualmente.

«…LÍBRANOS DEL MALIGNO» (Mateo 6:13 DHH)

«…Líbranos del mal» (Lucas 11:4).

El original griego dice: «Líbranos del maligno»; o sea, no se trata de una entidad abstracta llamada «mal», sino del verdadero diablo. ¿Tenemos que tenerle miedo a satanás, entonces? No, pero sí debemos estar alerta a sus estrategias (1 Pedro 5:8-9). Si no nos revestimos con la armadura completa de Dios, seremos propensos a la derrota (Efesios 6:10-18). Pero cuando estamos alertas y bien armados, no hay nada que temer, porque «…mayor es el que está en vosotro s que el que está en el mundo» (1 Juan 4:4). Es Jesús, y no tú, quien garantiza la victoria. El Espíritu Santo que mora en ti te permite resistir al maligno. «Os doy potestad… sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará» (Lucas 10:19). Cuando estás combatiendo contra el maligno, esta oración activa el poder del «Gran Yo Soy» que vive en ti, y por Su fortaleza puedes triunfar sobre él. Haz, además, que la Palabra de Dios more en tu mente y en tu corazón para poder repeler las tentaciones de satanás, como lo hizo Jesús con «Está escrito» (Mateo 4:3-11). En esa ocasión satanás fue derrotado con el poder de la Palabra de Dios, y lo mismo ocurrirá en tu caso.

«…Porque tuyo es el Reino, el poder y la gloria, por todos los siglos. Amén». (Mateo 6:13).

Una gran nota final de reconocimiento y adoración; no queda vacilación ni incertidumbre. Es similar a la doxología de David: «Tuya es, Señor, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor… Tuyo, Señor, es el reino, y Tú eres excelso sobre todos» (1 Crónicas 29:11). Tus oraciones serán efectivas si oras en fe a un Dios tan majestuoso.

3 COMENTARIOS

  1. Los devocionales son de bendición a nuestra familia gracias y que Dios les bendiga

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí