¿Cómo Pensar Y Actuar Como Jesús?

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¿Cómo Pensar Y Actuar Como Jesús?

«VUESTRA ACTITUD DEBE SER COMO LA DE CRISTO JESÚS» (Filipenses 2:5 CST)

Max Lucado escribe: «¿Cómo sería tu vida, incluso un solo día, si pensaras y actuaras como Jesús? ¿Si Sus prioridades gobernaran tus acciones, Su pasión dictara tus decisiones y Su amor dirigiera tu comportamiento? ¿Cómo sería? ¿Se notaría el cambio? ¿Vería tu familia algo distinto en ti? ¿Notarían la diferencia tus compañeros de trabajo? ¿Tratarías a los menos privilegiados como sueles hacer? ¿Notarían tus amigos que estás más contento? ¿Les extenderías a tus enemigos más gracia y misericordia? ¿Y cómo te afectaría a ti, personalmente, en tus cambios de humor y en tu temperamento? ¿Dormirías mejor? ¿Verías la muerte de otra manera? ¿Serías más honrado al pagar los impuestos? ¿Necesitarías tomarte menos analgésicos y sedantes? ¿Cómo reaccionarías ante los embotellamientos? ¿O cuando no consigues el contrato? ¿O cuando tus empleados no hacen lo que quieres que hagas?

¿Seguirías temiendo las cosas que temes? Mejor aún, ¿estarías haciendo lo que haces? Haz una pausa y piensa en tu agenda, tus obligaciones, tus compromisos, tus salidas y tus citas. Si Jesús estuviera en control ¿cambiarían de alguna manera? Sigue meditando en ello; ajusta el objetivo de tu imaginación hasta que tengas una imagen nítida de cómo sería tu vida si la dirigiera Jesús; luego aprieta el botón de la cámara y guarda esa imagen. ¡Lo que ves es lo que Dios quiere para ti! «Vuestra actitud debe ser como la de Cristo Jesús» (Filipenses 2:5 CST). Si te comprometieras a vivir de esa manera durante toda una vida, o un año, o un mes, serías una persona transformada. Inténtalo al menos por un día, ¡hoy!»

«GRACIA Y PAZ OS SEAN MULTIPLICADAS, EN EL CONOCIMIENTO… DE NUESTRO SEÑOR JESÚS» (2 Pedro 1:2)

Si piensas que el amor de Dios por ti sería más fuerte si tu fe fuera más firme, te equivocas. Si piensas que Su amor sería más profundo si tus pensamientos y tus actos fueran mejores, te vuelves a equivocar. No confundas el amor de Dios con el amor humano. Este último aumenta cuando la otra persona se comporta como esperamos y disminuye si falla. El amor de Dios es distinto; te ama tal y como eres, aunque no te va a dejar donde estás. Escribe Max Lucado: «Cuando mi hija Jenna era muy pequeña, solía llevarla al parque… Un día estaba jugando en un montón de arena cuando pasó una camioneta vendiendo helados. Le compré uno y cuando me volví para dárselo, vi que tenía toda la boca llena de arena… ¿la amaba con la boca sucia? Por supuesto. ¿Era menos mi hija con arena en la boca? Claro que no. ¿Iba yo a dejarla con la boca sucia? ¡Ni pensarlo! La cogí y la llevé a una fuente y le lavé la boca. ¿Por qué? Porque la amaba.

Dios hace lo mismo con nosotros. Nos coge y nos lleva a la fuente. ‘Escupe lo que tienes en la boca, hijo’, nos insta nuestro Padre. ‘Tengo algo mucho mejor para ti’. Y así limpia toda nuestra suciedad: inmoralidad, falta de honradez, prejuicios, amargura, avaricia. No nos agrada el proceso de limpieza, y a veces hasta preferimos comer la suciedad y no el helado. ‘Si quiero comer tierra la como’, decimos. Es verdad, podemos hacerlo. Pero si lo hacemos, nos perdemos algo mucho mejor que Dios nos ofrece. Él quiere que seamos como Jesús».

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¿Cómo Pensar Y Actuar Como Jesús?

«…DEJÁNDONOS EJEMPLO PARA QUE SIGÁIS SUS PISADAS» (1 Pedro 2:21)

Si de verdad quiere ser como Jesús examina tu corazón y analiza lo siguiente:

1) Su corazón era puro.

Era atendido por mujeres pero nunca se le acusó de lujuria (Lucas 8:1-3). Pedro, quien viajó con Él durante tres años y medio, lo describió como un cordero «…sin mancha ni contaminación…» (1 Pedro 1:19). Juan afirmó: «…No hay pecado en Él» (1 Juan 3:5).

2) Tenía paz en su corazón.

Sus discípulos gritaron aterrorizados en medio de la tempestad, pero Jesús seguía durmiendo (Lucas 8:22-25). Pedro sacó su espada para pelear contra los soldados; Jesús levantó su mano para sanar (Lucas 22:47-51). Cuando Pedro lo negó, ¿acaso se enojó Jesús? Cuando los soldaron lo escupieron en la cara, ¿respondió exhalando fuego de su boca? No, Él tenía paz. Y los perdonó, porque no quiso dar cabida a la venganza.

3) Su vida tenía un propósito.

La podemos resumir con una frase: «…El Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido» (Lucas 19:10). Jesús estaba tan centrado en su misión que sabía cuándo decir «…Aún no ha llegado mi hora» (Juan 2:4) y cuándo decir «…¡Consumado es!…»(Juan 19:30). Pero no estaba tan obsesionado como para convertirse en una persona desagradable. Atraía a los niños; hallaba belleza en los lirios del campo, alegría en la alabanza y posibilidades en los problemas. Podía pasar un día entero con multitudes de enfermos y aun así seguir teniendo compasión de ellos. Pasó más de treinta años viviendo en medio de la ciénaga de nuestro pecado, pero a pesar de eso siguió viendo suficiente belleza en nosotros para morir por nuestras faltas. Pues bien, tú estás llamado a seguir sus pisadas.

«…CAMINAD Y TRABAJAD CONMIGO, Y MIRAD CÓMO LO HAGO…» (Mateo 11:29 parafraseado)

La relación que Jesús tenía con el Padre es un modelo de la relación que quiere que nosotros tengamos con Él. Jesús tenía tanta intimidad con el Padre, que pudo decir: «…Yo soy en el Padre, y el Padre en mí…» (Juan 14:11). Jesús también conocía íntimamente al Espíritu Santo. El primer sermón que la Biblia nos cita comienza con «El Espíritu del Señor está sobre mí…» (Lucas 4:18). Él «…fue llevado por el Espíritu al desierto…» (Mateo 4:1) y estaba «…lleno del Espíritu Santo…» (Lucas 4:1). Volvió después de cuarenta días duros en el desierto, donde fue tentado por el diablo, «…en el poder del Espíritu…» (Lucas 4:14). Jesús se sometió al Padre y recibió poder del Espíritu Santo. Tenía la costumbre de ir a adorar (Lucas 4:16). Memorizaba las Escrituras (Lucas 4:4). Lucas dijo que Jesús «…se apartaba a lugares desiertos para orar» (Lucas 5:16).

Sus tiempos de oración lo guiaban. En una ocasión volvió después de un periodo de oración y anunció que era hora de irse a otra ciudad (Marcos 1:38), y en otra oportunidad, eligió a sus discípulos después de orar (Lucas 6:12-13). Jesús era guiado por una mano invisible. «…Todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente» (Juan 5:19). En el mismo capítulo dijo también: «Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta. Juzgo según el Padre me ordena…» (Juan 5:30 DHH).

Ora en este día: «Padre, mantenme alerta, sensible y rendido a Ti en todas las cosas; no como el último recurso sino como mi primera elección. Apodérate de mi vida. Jesús, Tú que estás en mi interior, ¡vive Tu vida a través de mí!

2 COMENTARIOS

  1. Me pueden dar solución aun libro electrónico que compré y no me lo han mandado!! Gracias

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