En La Biblia Dios Te Habla Hoy

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En la Biblia Dios Te Habla Hoy

«…LAS PALABRAS QUE YO OS HE HABLADO SON ESPÍRITU Y SON VIDA» (Juan 6:63)

¿Sabías que el telegrama más largo de la historia fue enviado el 22 de mayo de 1881? Contenía 188.000 palabras. Se imprimió y fue publicado en el periódico Chicago Times. Este periódico de gran tirada nacional dio espacio a los cuatro Evangelios, los Hechos de los Apóstoles y la Epístola a los Romanos. «Un triunfo de la publicidad», fue el veredicto de la prensa del país. El motivo de tal publicación fue la salida a la venta ese día de la versión revisada del Nuevo Testamento en inglés. En la ciudad de Nueva York se vendieron 33.000 ejemplares en 24 horas, batiendo el récord de ventas de cualquier otro libro. ¿Por qué sigue siendo la Biblia el libro más leído del mundo? Por una sencilla razón: los otros libros los leemos; ¡la Biblia nos lee a nosotros!

Es posible que digas: ‘Pero no saco mucho de la Biblia cuando la leo’. No eres el único, a muchos les pasa lo mismo. Pero no tiene por qué ser así. F.B. Meyer, un destacado maestro bíblico, escribe: «Lee la Biblia, no como si fuera un periódico sino como una carta de amor. Si se presentan unas frutas apetitosas y celestiales delante de ti, recógelas. Si encuentras una promesa que es como un cheque en blanco, métela en el banco. Si te topas con una oración, envíala al cielo como una flecha que sale de lo íntimo de tu corazón». ¿Por qué seguimos acudiendo a la Biblia? Porque en un mundo donde hay pocas cosas en qué confiar, «…ni una sola palabra de todas las promesas que expresó… ha faltado» (1 Reyes 8:56).

«…HE ATESORADO LAS PALABRAS DE SU BOCA MÁS QUE MI COMIDA» (Job 23:12 LBLA)

Todos los psicólogos concuerdan en esto: sólo hacemos aquellas cosas que nos gratifican. Por eso, cuando la lectura de la Biblia no es gratificante, lo dejamos; aunque luego nos sentimos culpables, nos debilitamos espiritualmente y nos desanimamos. Así como tu cuerpo no puede sobrevivir sin comida diaria, tu alma tampoco puede prosperar sin la Palabra de Dios. La Biblia dice: «Te humilló y te hizo pasar hambre, pero luego te alimentó con maná, comida que ni tú ni tus antepasados habían conocido, con lo que te enseñó que no sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de la boca del Señor» (Deuteronomio 8:3 NVI). Uno de los peligros del iphone y los teléfonos inteligentes es que nos acostumbramos a vivir con pequeñas ráfagas de información y mensajes cortos limitados a 140 caracteres o menos, lo que nos crea un «trastorno por déficit de atención (TDA)» espiritual.

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En Biblia Dios Nos Habla Hoy

Dios no puede ser limitado a un número de palabras o a unos momentos apresurados en la jornada. Para avanzar, tienes que meditar en las Escrituras de día y de noche (Salmo 1:1-3). ‘No tengo tiempo para leer la Biblia’, es tu excusa. ¿Cuánto tiempo pasas al día viendo la televisión, horas? Si ver la televisión te resulta gratificante, pero la Palabra de Dios no, tu espíritu está necesitando cuidados intensivos. Si quieres que cambie tu vida, cambia tus hábitos y empieza a leer la Biblia. Job, que sufrió más calamidades que ninguno de nosotros nunca haya tenido o tendrá, dijo: «Del mandamiento de sus labios no me he apartado, he atesorado las palabras de su boca más que mi comida» (Job 23:12 LBLA).

…DESEAD, COMO NIÑOS RECIÉN NACIDOS, LA LECHE ESPIRITUAL NO ADULTERADA, PARA QUE POR ELLA CREZCÁIS…» (1 Pedro 2:2)

Hubo un anuncio de Heinz que se hizo famoso con el slogan «57 Variedades». Bueno, pues muchos de nosotros tenemos al menos tantas excusas para no leer la Biblia a diario. ‘Pero tengo una vida muy ocupada’, dices. Edgar G. Watts, de North Hollywood, California, de 84 años, leyó la Biblia de principio a fin 161 veces. Y lo más impresionante es que durante los últimos 55 años sólo veía por un ojo. ¿Te imaginas decirle a tu entrenador que de verdad quieres estar en forma pero que no tienes tiempo para ir al gimnasio? Te dirá que no te lo tomas en serio. Jeremías escribió: «Fueron halladas tus palabras, y yo las comí. Tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón…» (Jeremías 15:16).

Para fomentar tu aprecio por las Escrituras necesitas tres cosas:

1) Decisión. Tienes que dar preferencia a la lectura de la Biblia todos los días. Si no, nunca lo harás.

2) Deber.  Seguro que no todos los días tienes ganas de ir a trabajar, o de cuidar de tu familia, pero sabes que es tu deber y lo haces.

3) Deleite. Cuando alcanzas esta fase, has ganado la batalla de la lectura bíblica. Cuando los hombres de negocios se reúnen para tomar una decisión importante, llega un momento en que dicen: «Ha llegado la hora de la verdad. Dejemos de darle vueltas al asunto». Pues bien, ha llegado la hora de la verdad y debes darle a la Palabra de Dios el lugar que se merece en tu vida. «…Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis…» (1 Pedro 2:2)

«RECIBISTEIS LA PALABRA DE DIOS… LA CUAL ACTÚA EN VOSOTROS LOS CREYENTES» (1 Tesalonicenses 2:13)

En la Biblia se encuentra la solución de todos y cada uno de los problemas que enfrentas en la vida. ¿Cuántas veces has acudido a un pastor, un consejero o un amigo y te han remitido a las Escrituras? Cuando estás muy enfermo, no discutes con el médico, ¡simplemente te tomas la medicina! Escribe Pablo «…Al oír vosotros la palabra de Dios que os predicamos, la aceptasteis no como palabra humana sino como lo que realmente es, palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes» (1 Tesalonicenses 2:13). La Palabra de Dios funciona, -cuando la aplicas-. Pero sólo «actúa en vosotros lo creyentes». Así que no la leas y luego vayas y digas algo diferente; tienes que ponerte de acuerdo con Dios.

Haz que la opinión de Dios acerca de cualquier problema o situación sea también la tuya. La Biblia amplificada lo expresa así: «La palabra de Dios, que es efectiva en vosotros que creéis [que ejerce su poder sobrenatural en los que se adhieren a ella, y confían en ella]» (v.13). Cierto día un ateo le dijo a un creyente que le era imposible creer en ningún libro de autor desconocido. El creyente le preguntó si se conocía el compilador de las tablas de multiplicar. ‘No’ respondió. ‘Entonces no las aceptas como válidas’, preguntó el creyente. El escéptico replicó: ‘Claro que sí, creo en ellas porque funcionan’. El creyente contestó: ‘Pues la Biblia también’. La mejor inversión que puedes hacer en ti mismo es leer las Escrituras.

«TUS PROMESAS HAN SUPERADO MUCHAS PRUEBAS, POR ESO TU SIERVO LAS AMA» (Salmo 119:140 NVI)

¿Te imaginas el honor que sería tener una audiencia privada con un presidente o un primer ministro? ¿Qué posibilidades hay de que declinaras la invitación? Ninguna. Te presentarías delante de ellos con profundo respeto, observarías todo el protocolo y absorberías cada palabra que dijeren. Pues bien, puedes tener una audiencia privada a diario con el Rey de Reyes y Él te va a hablar personalmente a través de Su Palabra. Cuando estás enamorado, quieres pasar todo momento con la persona amada, deleitándote en lo que dice y respondiendo de corazón. David dijo: «Mejor me es la Ley de tu boca que millares de oro y plata» (Salmo 119:72). Luego añadió: «Tus promesas han superado muchas pruebas, por eso tu siervo las ama» (Salmo 119:140 NVI).

Un poeta anónimo escribió: «Aunque la tapa esté gastada y las hojas rotas, aunque algunas páginas tengan marcas de lágrimas, más precioso que oro me es este viejo y ajado libro, capaz de aplacar mis temores. Cuando medito en oración en este hermoso libro, mientras mis ojos se pasean por las páginas, descubro muchas muestras de amor del Padre, tan cercano y amado. Este viejo libro es mi guía, es un amigo a la par, y me iluminará y hará mi camino más llevadero. Al leerlo, encuentro promesas que calman y alegran mi mente». Lee la Biblia hoy, ya sea que tengas que sacrificar algo o cambiar tu orden de prioridades.

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