¿Padres Autoritarios, Pasivos o Diplomáticos?

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¿Padres Autoritarios, Pasivos o Diplomáticos?

«…NO PROVOQUÉIS A IRA A VUESTROS HIJOS» (Efesios 6:4)

Para educar a los hijos entre la pubertad y la edad adulta se necesita toda la gracia y la sabiduría que puedas imaginar. Tus esfuerzos por formarlos -y su deseo de independencia- son un tira y afloja continuo que frustra a todos. El resultado depende en gran manera de cuál de los tres estilos de educación parental sigas. Aunque todos los padres quieren lo mejor para sus hijos, algunas estrategias funcionan mejor que otras. Examinemos las tres.

El Estilo Autoritario:

Algunos padres se imponen: ‘Aquí mando yo y vosotros obedecéis; no me cuestionéis, simplemente haced lo que mando’. Se les pide a los hijos que cumplan las normas establecidas en todo momento, que tengan respeto a la autoridad y a los valores tradicionales y se esfuercen en el trabajo. ‘Aquí el único que opina soy yo. Las otras opiniones son consideradas como actos de rebeldía’.

A los autoritarios no les gusta quedar mal delante de sus hijos, no se disculpan ni reconocen sus errores. Les gusta echar la culpa a otros, son legalistas y se permiten enjuiciar, avergonzar y humillar; esperan lo mejor de sus hijos pero sólo se fijan en lo peor. Al ser duro con ellos, provocan confrontaciones y luego les castigan con dureza y sin razón. A menudo usan las Escrituras para justificar sus actitudes. Consideremos los puntos válidos de este estilo de educación: las reglas están claras; se establece una cadena de autoridad; los hijos responden con prontitud; es efectiva con niños pequeños o niños inseguros y funciona bien en tiempos de crisis.

Consideremos los puntos negativos: inhibe el proceso de afirmación de identidad del niño; retrasa la comunicación madura; promueve la dependencia social y la incompetencia; no fomenta la iniciativa ni la toma de decisiones de parte del joven; incrementa la ansiedad y la depresión; aumenta las posibilidades de que los niños sean intimidados o acosados, etc. Aunque los autoritarios mantienen una disciplina militar en el hogar, raras veces producen niños felices, sanos y creativos.

«…SU PADRE NUNCA LO HABÍA REPRENDIDO…» (1 Reyes 1:6)

El Estilo Permisivo:

Estos padres tienen pocas normas rígidas y explican a sus hijos las reglas, las referencias y las decisiones. Escuchan las opiniones y las ideas de los hijos y las tienen en cuenta a la hora de tomar decisiones. Usan la razón en lugar de la fuerza. Estos padres dialogan y discuten las perspectivas en lugar de usar las amenazas. Desafortunadamente, los hijos tienen muy pocas responsabilidades en el hogar, negándoles con ello la oportunidad de contribuir y aprender a funcionar en equipo. Los padres son quienes facilitan y proveen todo. En esos hogares los hijos marcan sus propias normas en áreas como la hora de acostarse, las salidas con amigos, el uso del automóvil, la ropa, internet, la música y la hora de volver a casa.

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Padres Autoritarios, Pasivos o Diplomáticos

¿Cuáles son las ventajas de esta forma de educación? Por lo general los adolescentes adoran a los padres permisivos, se sienten cercanos a ellos y seguros cuando están con ellos. Estos padres nunca menoscaban a sus hijos, ni sus ideas y opiniones; tampoco los avergüenzan ni les hacen sentir unos fracasados. Por el contrario, les animan a que piensen por sí solos, a que tengan iniciativa, lo que potencia sus capacidades de comunicación y relaciones sociales. Son ejemplos de perdón, paciencia y flexibilidad. Pero consideremos los puntos negativos de este estilo: No hay dirección de parte de los padres; al no responsabilizar a los hijos de ninguna de las tareas domésticas, no los preparan para la vida en el mundo real. Carecen de la estructura y los límites necesarios para las relaciones y para el mundo laboral y a estos jóvenes les cuesta aceptar una negativa. La ausencia de un modelo paterno de líder que toma decisiones les deja con poca motivación personal y siempre necesitan a alguien que los empuje para que hagan algo. Este estilo ofrece, sin embargo, muchas características positivas y da como resultado hijos felices, aunque tal vez con deficiencias en el ámbito laboral y de las relaciones personales.

«DIRIGE A TUS HIJOS POR EL CAMINO CORRECTO…» (Proverbios 22:6 NTV)

El estilo del formador:

Estos padres ofrecen dirección con su enseñanza y con su forma de vivir, siendo ejemplos ellos mismos en su trato con sus hijos de respeto, responsabilidad, seguridad, confianza y madurez. Los padres están en control, pero al mismo tiempo preparan al hijo para el día en que él tenga que asumir responsabilidades. Para ello delegan autoridad en el hijo cuando éste sea capaz de aceptarla. Para formar a sus hijos, usan respeto, no intimidación, entendiendo que un niño que respeta seguirá las normas aunque los padres no estén presentes. Les enseñan responsabilidad, al no excusar a sus hijos ni aceptar que ellos den excusas para evadir sus tareas. Se potencia la independencia en función de cómo el hijo maneje los límites y los controles. Los padres se centran en las soluciones, no en los problemas; perdonan; reconocen sus propios fallos y dirigen a sus hijos hacia el futuro, no al pasado.

Estos padres saben qué cosas son dignas de discutir y cuáles no. Por ello, evitan las disputas innecesarias, aunque se mantienen firmes en asuntos relacionados con la fe, el respeto, la confianza, la honradez, la responsabilidad y las consecuencias de lo anterior. Se usan los errores para aprender, no para avergonzar a los hijos. Estos padres son transparentes, reconocen sus fallos y piden perdón cuando conviene. Las reglas están claras y son coherentes y justas. No usan las múltiples advertencias y aplican las consecuencias de ciertos comportamientos sin excepción. Cuando disciplinan lo hacen con amor y respeto, asegurando al hijo de su amor. ¿Qué es lo bueno de este estilo? Ofrece a los niños un ambiente cálido, seguro y protegido en el que pueden aprender y donde los padres son ejemplos de respecto, responsabilidad, confianza y autonomía. El paso de niño a adulto se ve como un proceso que involucra tanto a los padres como a los hijos. ¿Y los aspectos negativos? ¡Ninguno!

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