¿Que Dios Promete A Los Hijos Pródigos?

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¿Que Dios Promete A Los Hijos Pródigos?

«…TODAVÍA ESTABA LEJOS CUANDO SU PADRE LO VIO Y SE COMPADECIÓ DE ÉL; SALIÓ CORRIENDO A SU ENCUENTRO, LO ABRAZÓ Y LO BESÓ» (Lucas 15:20 CST)

Hay algo interesante y poco conocido sobre la historia del hijo pródigo. Como explicó el pastor James Bradley, las familias judías que vivían en pueblos pequeños eran comunidades de lazos fuertes y estrechos y se conocían bien entre ellas. Así que cuando sucedía algo inesperado, se corría la voz muy rápido. El que el hijo menor pidiera la herencia era como decirle a su padre: ‘Tengo ganas de que te mueras. Quiero ahora lo que me pertenece’. Era algo inaudito.

El joven se alejó del hogar, se olvidó de los valores que le habían inculcado y despilfarró su herencia en fiestas y prostitutas. La consecuencia fue que acabó indigente y trabajando en una pocilga. Imagina el estigma que eso suponía para un judío. Después de haber roto el corazón de su padre y de haber desobedecido las normas de la comunidad, decidió volver a casa. Y ahí fue cuando el padre «corrió» a su encuentro.

Aquí tienes el porqué. Si hubiera llegado hasta la casa paterna después de caer tan bajo, los ancianos del pueblo habrían organizado la «ceremonia de la vergüenza», conocida en hebreo como kezazah, que consistía en tomar un cántaro de arcilla y lanzarlo contra el suelo delante de él, simbolizando que rompían los lazos del joven con la comunidad y que ya no era bienvenido.

Por eso su padre corrió y se adelantó a su encuentro. Con ese gesto estaba diciendo: ‘Tengo que ir a mi hijo con gracia antes de que vayan a él con la ley. Tengo que darle esperanza antes de que se la arrebaten. Tengo preparada otra clase de ceremonia: una fiesta de bienvenida para celebrar su restauración». Lo que hizo entonces el padre por su hijo pródigo lo hará hoy Dios por ti, pero sólo si vuelves a Él.

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Promesas Para Los Hijos Pródigos

«…ESTE HIJO MÍO… SE HABÍA PERDIDO, PERO YA LO HEMOS ENCONTRADO. ASÍ QUE EMPEZARON A HACER FIESTA» (Lucas 15:24 CST)

Observa lo que hizo el padre por su hijo pródigo en el momento en que este se humilló y dijo «…He pecado…» (v. 21), porque Dios hará lo mismo por ti.

1) «…El padre dijo a sus siervos: ‘Sacad el mejor vestido y vestidle…'» (v. 22).

¿Te imaginas el mal olor del hijo después de rebozarse en el estiércol de una pocilga? ¿Te sientes identificado? Buenas noticias: Dios cubre nuestra pecaminosidad con las vestiduras de Su justicia. Y desde ese momento en adelante nos ve «en Cristo», lo que nos hace siempre aceptables a Sus ojos.

2) «…Poned un anillo en su dedo…» (v. 22).

Se trataba del sello familiar usado en las transacciones de negocios. Cuando se estampaba sobre cera, equivalía a una firma. Más buenas noticias: Dios no te restaura solo en parte, sino que te vuelve a contratar y te restituye la plena autoridad para hacer negocios en Su nombre.

3) «…Y calzado en sus pies…» (v. 22).

El hijo pródigo se estaba preparando para decirle a su padre: «…Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros» (v. 19). En aquel entonces, los jornaleros no llevaban calza do en público, sólo los hijos. ¡Qué maravilloso que el padre le concediera todos los derechos filiales!

4) «…Traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta» (v. 23).

No se engorda un becerro en dos días. El padre había estado planeando esa celebración durante mucho tiempo. Nunca dio por perdido a su hijo. La palabra para ti hoy es que Dios tampoco te ha dado por perdido. Vuelve a Él y déjale que te restaure.

1 COMENTARIO

  1. Gracias a Dios ???? por el pan de vida, su hermosa palabra que restaura nuestras vidas y fortalece nuestro corazón y espíritu. Amen señor

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