¿Cuál Es Tu Sueño?

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¿Cuál es tu sueño?

..LA FE SIN OBRAS ESTÁ MUERTA… (Santiago 2:20)

Cuando «sueñas», te acercas a la forma que Dios tiene de ver las cosas, porque ves más allá de tus limitaciones; te mueves desde donde estás hacia donde Él quiere que estés; empiezas a ver tus objetivos en su estado final. No te pregunto si puedes «soñar», pero ¿tienes el valor para actuar consecuentemente? Si tu «sueño» no te «estira» al punto de sentirte incómodo, probablemente no es del Señor. Además, Él no te va a sacar de tu «sueño» milagrosamente para dejarte acto seguido en su cumplimiento. El pueblo de Israel soñaba con vivir en la Tierra Prometida. Pero la única manera para llegar allí era a través del desierto. Así aprendemos a (a) confiar diariamente en Dios para recibir el «maná» que necesitamos; (b) descubrir su poder en las «situaciones del Mar Rojo» de nuestras vidas (lee Éxodo 13,15); (c) ser guiados por Él cuando no haya señales claras; (d) levantarnos cada mañana con nuestros ojos fijados en el destino, moviéndonos continuamente hacia ese propósito; (e) negar ser como los que se quejan y nunca salen del «desierto».

Ahora bien, recuerda esta advertencia: siempre habrá alguien que tratará de robar tu «sueño», ¡siempre! A menudo será una persona que nunca ha tenido un solo «sueño», o si lo tuvo, lo abandonó. Incluso podría ser un miembro de tu familia, que te recordará siempre de lo que el Señor no pudo o no quiso hacer en el pasado a través de alguien como tú. ¿Con qué «sueñas»? ¿Qué te ha mostrado Dios que aún no existe? Nunca vas a «soñar» más que lo que el Señor puede realizar, porque Él «…es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos…» (lee Efesios 3:20).

«TUVO JOSÉ UN SUEÑO…» (Génesis 37:5)

Persigue el «sueño» que Dios te ha dado, no importa lo exagerado que pueda parecer, ya que los «sueños» son como tus hijos: son tu «descendencia». Son la alegría de tu presente y la esperanza de tu futuro. Protégelos. Aliméntalos. Anímalos a crecer, porque mientras tengas un «sueño», nunca envejecerás. A pesar de la traición de parte de sus hermanos (lee Génesis 37:18-32), el intento de seducción por la esposa de Potifar (lee Génesis 39:8b-9) y su encarcelamiento erróneo (versículo 20), el sueño de José (lee 37:5-8) lo llevó todo el camino hasta su destino como gobernador de Egipto (lee 41:33). Ahora bien, estamos hablando de los sueños dados por el Señor que condujeron a resultados que Le honraron a Él, y no de ambición egoísta. Pablo escribió: «En Él asimismo tuvimos herencia… a fin de que seamos para alabanza de su gloria…» (Efesios 1:11-12). Dios tiene un «sueño» para ti y si lo buscas, Él te lo revelará. Pero cuando lo hace, recuérdate de tres cosas:

(1) Los «sueños» son específicos, y no generales; son personales, y no públicos.

El Señor no dará tu «sueño» a otra persona, te lo dará a ti. Es posible que lo confirme mediante otros, pero te lo revelará a ti. Y cuando lo haga, no lo compartas con la gente errónea, o te harás daño. Como los hermanos de José, no serán capaces de manejarlo, sobre todo si no les incluye a ellos.

(2) Por lo general, los «sueños» están fuera de la «orbita» de lo esperado. A menudo, tu «sueño» causará que la gente «sensata» diga: ¡Estás bromeando!.

Recuerda, es sólo su opinión, y no la de Dios; con Él «todas las cosas son posible» (lee Mateo 19:26).

(3) Los «sueños» separan los ganadores de los perdedores.

Los «soñadores» siempre son una minoría. Los que «andan por vista» siempre serán más que los que «andan por fe». Así que, sigue adelante con el «sueño» que el Señor te ha dado.

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