¿Cómo Envejecer Bíblicamente?

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¿Cómo Envejecer Bíblicamente?

“…HE ACABADO LA CARRERA, HE GUARDADO LA FE. POR LO DEMÁS, ME ESTÁ RESERVADA LA CORONA DE JUSTICIA…” (2 Timoteo 4:7b-8)

Observando cómo envejecían sus padres, la autora Brenda Smith aprendió las siguientes lecciones:

(a) Envejecer no es opcional, pero ser “viejo” sí lo es. No dejes de hacer planes, pues de otra forma, inconscientemente estarás dándote permiso para morir. Mi padre creía que “debía un alquiler” por ocupar un espacio en la Tierra, y se lo “pagaba” a los demás;

(b) Dios es real. Mi madre sufría depresiones al avanzar el Parkinson que padecía. Sin embargo, buscaba la mano del Señor en todo, y una vida de fe la ayudó a ver aun más la suficiencia de Dios durante los últimos años de su vida;

(c) El tiempo es un regalo.

David dijo: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días que traigamos al corazón sabiduría” (Salmo 90:12). Mi padre le dijo a un amigo suyo: “Cuando te queda tan poco tiempo, no puedes gastarlo en estupideces, y aprendes a invertir en cosas importantes”;

(d) La enfermedad no produce santidad. Es una prueba de paciencia, de control emocional y de madurez. Cuando mi padre quedó incapacitado, descubrió que la enfermedad no te acerca más al Señor de forma automática. Todavía tuvo que disciplinar su mente para gozar en Él y encontrar verdadero gozo en Cristo;

(e) La risa reaviva el alma. Después de que su padre cayera enfermo, Brenda escribió sobre cómo este respetado escritor, conferenciante y consultor “acabó riéndose de que se le cayeran los pantalones cada vez que se levantaba de su silla de ruedas”.

Cuando la “madre naturaleza” y el “padre tiempo” lleguen para ponernos a prueba, nos miraremos al espejo y entonces, nos reiremos o lloraremos. Como el “…corazón alegre es una buena medicina…” (Proverbios 17:22), y como Dios nos ha preparado un nuevo y maravilloso cuerpo en el Cielo, ¡tómate la vida con alegría (lee Isaías 55:12)!

“…CUANDO ÉL SE MANIFIESTE, SEREMOS SEMEJANTES A ÉL…” (1 Juan 3:2b)

Si últimamente sientes que te estás haciendo viejo, no desesperes; todavía te quedan puntos a tu favor. Por ejemplo, no se te va a encoger el estómago, te encuentres con quien te encuentres… incluso te gusta oír hablar de las operaciones de los demás… has dejado de ver el límite de velocidad como un desafío… tus articulaciones te informan con más precisión que el Instituto Nacional de Meteorología… tus secretos están a salvo, porque tus amigos no pueden recordarlos… y todo el dinero que invertiste en la seguridad social por fin se está amortizando.
Ahora en serio. La Biblia dice: “…ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él…” (1 Juan 3:2.). Henri Nouwen escribió:

“Es inútil especular acerca de nuestros últimos días; no obstante, haciendo de cada día una celebración nos permite vivirlos como días que van naciendo uno tras otro. Los dolores de la muerte son como los dolores de parto. A través de ellos dejamos la ‘matriz’ de este mundo y nacemos a la plenitud de ser hijos de Dios… No hay nada morboso en ello… es una visión gozosa de la vida y la muerte. Mientras estemos viviendo en este cuerpo, cuidémoslo… Pero cuando llegue la hora… alegrémonos de que podemos volver a Casa y unirnos al que nos llama ‘amados’”. La Biblia dice: “Enjugará Dios toda lágrima…; y ya no habrá más muerte, ni habrá más llanto ni clamor ni dolor, porque las primeras cosas ya pasaron” (Apocalipsis 21:4). ¡Tu futuro nunca ha sido mejor!

Un creyente muy mayor yacía moribundo. Su familia estaba al lado de su cama. Toda su vida, él había servido al Señor fielmente. “¿Tienes miedo?”, le preguntó alguien. “No”, respondió él, “mi Padre es el dueño de la tierra a ambos lados del ‘río’”. ¡Qué manera más gloriosa de irse!

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