¿Cómo Sanar Las Relaciones Dañadas?

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¿Cómo Sanar Las Relaciones Dañadas?

“ÉL SANA A LOS QUEBRANTADOS DE CORAZÓN Y VENDA SUS HERIDAS” (Salmo 147:3)

Es el “pan de cada día”. Tal vez, en lo que antes fue tu dulce hogar, ahora mismo haya expectativas irreales, infidelidad y promesas rotas, destruyendo así el sueño de amor y confianza para toda la vida. Gracias a Dios que Él es el que restaura las relaciones arruinadas y la confianza perdida. Cuando alguien a quien amas se siente herido/a,

(1) da tiempo al tiempo.

La sanación es un proceso, no un acontecimiento. Las heridas del corazón se curan muy lentamente. Quizás pienses: ‘Pero he pedido perdón una y otra vez. ¿Cuánto tiempo va a pasar hasta que lo deje y otra vez comience a confiar en mí?’. ¡Tardará lo que tarde! Exigir de la otra persona que se sane cuando tú lo digas, sólo atrasará el proceso. ‘Pero si realmente me perdonase, ella no seguiría recordándomelo’. No lo tomes así. Cuando tu ser querido pueda mencionarlo sin que te incomodes, la sanidad ocurrirá más rápido.

(2) no esperes que las cosas sean “normales”, por ahora.

No lo serán, y eso es normal. ¿Has notado cómo a veces proteges una extremidad dañada contra los porrazos y los golpes automáticamente? Es una reacción natural e instintiva. El hecho es que quien causó el dolor puede estar listo para “la normalidad”, pero ahora mismo, para la persona herida, “normal” se ve como una situación demasiado vulnerable. Cuando aminores tus expectativas y la des espacio, acelerarás y promoverás el proceso de “cicatrización”.

(3) recuerda que las personas se sanan a distinta velocidad.

El Señor dijo que hay “…tiempo de llorar y tiempo de reír… tiempo de abrazar y tiempo de abstenerse de abrazar…” (Eclesiastés 3:4,5b). Sé sensible, y deja que Dios te enseñe paciencia y crecimiento mientras des tiempo a tu ser querido para sanarse.

“HE OÍDO TU ORACIÓN, HE VISTO TUS LÁGRIMAS Y VOY A SANARTE…” (2 Reyes 20:5b)

Simplemente estar sentado esperando que la sanidad ocurra, no ayudará, sólo alargará el proceso. Lo que mueve las cosas hacia delante es el trabajar para convertirte en una influencia positiva. Si quieres ayudar a alguien:

(a) escucha.

Cuando tu ser querido necesita hablar, escúchalo sin tratar de defender, explicar, racionalizar o disculpar tu comportamiento. No trates de corregir sus “percepciones equivocadas” o de disminuir su dolor minimizándolo.

(b) valida.

No le digas: “No deberías sentirte así”. Cuando las personas hablan de su dolor, a menudo están haciendo la labor necesaria para ser sanadas. Al hacerles saber que sus sentimientos son legítimos en vez de hacerles sentirse débiles o ridículos, les permites tratar sus emociones negativas.

(c) pide disculpas.

¡sí, otra vez! Quienquiera que haya dicho: “Ser amado significa nunca tener que decir: ‘lo siento’”, no sabía mucho acerca de relaciones humanas, porque toda disculpa genuina favorece la sanidad. Un sincero “lo siento” es medicina para un alma herida. Así que, ponlo en práctica hasta que ya no sea necesario; tu ser querido te hará saber cuándo haya llegado ese momento.

(d) repara.

Ofrécete a ayudar a reparar el daño que has causado: “Sé que te he herido, y quiero saber de verdad lo que puedo hacer para ayudar a curar el daño”. Dichas genuinamente, estas palabras arreglan las cosas y te hacen parte de la solución, no sólo causa del problema.

Dios dijo: “He oído tu oración, he visto tus lágrimas y voy a sanarte…” (2 Reyes 20:5b) y cuanto más pronto te comprometas activamente en promover el proceso sanador, tanto más pronto saldrás del “banquillo de los acusados” y volverás al “campo de juego”.

“…YO HARÉ VENIR SANIDAD PARA TI…” (Jeremías 30:17)

Sanar una relación involucra riesgo y esfuerzo compartidos, sin que haya plena garantía de que no vaya a haber dolor durante el proceso. Tengo que confiar que finalmente tú me perdonarás y que dejarás atrás la ofensa, y tú tienes que creer que yo soy sincero en querer cambiar. Restaurar relaciones heridas es un trabajo para los dos: el tuyo es trabajar en confiar en mí de nuevo y el mío es de proveerte con evidencias de que puedes fiarte de mí. Cuando hacemos esto, nos invitamos mutuamente a trabajar en ello, a animarnos el uno al otro y a acortar la distancia que nos separa. Hacer que una relación funcione significa que hay opciones verdaderas y positivas y que los dos os comprometéis a ellas.

Si tu traición causó las heridas, puedes hacer tu propio trabajo más fácil haciéndote más responsable. Cuando mantengas voluntariamente a tu esposo/a al tanto de tus quehaceres, sin que él/ella tenga que interrogarte, ascenderás de ser el tipo ruin a un miembro del equipo hecho y derecho, siguiendo un plan de juego mutuo para que ambos podáis ganar. Si haces un compromiso de introspección, también evitarás el resentimiento que puedas sentir al ser vigilado constantemente. En otras palabras, le quitarás el trabajo sucio de tener que controlarte y te ahorrarás la humillación de sentirte bajo el microscopio continuamente.

Por otra lado, si tú eres la persona que está herida, puedes aliviar el trabajo de tu cónyuge haciéndole saber que aprecias vuestra relación lo suficientemente como para querer hacerla funcionar, poniendo de tu parte. Dile que valoras sus esfuerzos. Cuando el enfoque principal de ambos es la restauración de la relación y se incluye a Dios Quién dijo: “Yo haré venir sanidad para vosotros” (cfr. Jeremías 30:17), ¡ocurrirá!

2 COMENTARIOS

  1. No se por que me da la impresión, que este tipo de consejería, se apega más a métodos psicológicos que al de Dios. Me parece que la intención es buena, pero quienes en su momento lo usamos, solo vimos fracasos tras fracasos. El método de Dios, expresado en filipenses 2.5-11 es más eficaz porque invita a ambos, mujer u hombre, a ocupar el lugar que debemos ocupar, lo cual asegura o por lo menos aminora el que ninguno de los dos hiera y que ninguno de los dos, pueda llegar a sentirse herido. Este método, utilizado como ejemplo, por el mismos Jesucristo, a mi me ha dado mejor resultado, y a otras cientos de parejas, a les que les hemos podido dar consejería.

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