¿Cómo Controlar La Ira?

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¿Cómo Controlar La Ira?

AIRAOS, PERO NO PEQUÉIS… (Efesios 4:26)

En los tiempos cuando los empleados viajaban en tren de forma rutinaria, un hombre de negocios que estaba en camina hacia una reunión importante pidió a un señor del servicio del tren que le avisara para asegurarse de bajar del tren a las 5:00 de la mañana. Imagínate cómo se sintió cuando se despertó a las 9:00, y muchos kilómetros más allá de su destino. Furiosamente se dirigió violentamente sobre el hombre sin cuidar su lenguaje. ¡Eso es estar enojado!, comentó un pasajero que oyó por casualidad el griterío. Si crees que éste estaba enojado, dijo el maletero, ¡debería haber visto al tipo que saqué del tren a las 5:00 de la mañana!. Sonreímos, pero como el Dr. James Comer de la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale (EE.UU.) observó: Tenemos la impresión de que el mundo se cierra alrededor de nosotros, que hay demasiada gente, y que nos están estafando; nos sentimos impotentes ante nuestros problemas, y frustrados, explotamos.

Pablo dijo: Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo… (Efesios 4:26). ¿Significa eso que siempre es malo enfurecerse? No, Pablo advirtió que si la ira es desencaminada, entonces “abre la puerta” al enemigo. En el Templo, Jesús nos mostró que hay momentos en los que hace falta expresar ira justa a causa de la injusticia y la explotación. Sin embargo, la mayoría de las veces estamos enojados porque pensamos que las personas no nos aprecian o que se aprovechan de nosotros o que no nos dan lo que nos merecemos. Otra vez, Pablo escribió: “Quítense de vosotros toda… ira… perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros…” (versículos 31 y 32). Pero incluso el mejor consejo del mundo es inútil, a menos que hagas algo con él. De manera que, si eres propenso a tener mal genio, empieza el día pidiéndole a Dios que te ayude a actuar de forma que le honren.

DEJA LA IRA Y DESECHA EL ENOJO… (Salmo 37:8)

El mal genio no es algo de lo que estar orgulloso, más bien es algo por lo que debemos orar. Cuando “explotas de rabia”, sólo sacas al aire lo que hay dentro de ti. ¿Y quién de nosotros no lo ha hecho sin haberse lamentado mas tarde? La Biblia dice: que el mal genio conduce a “…lo malo…” (Salmo 37:8b), porque Dios sabe que tratamos con:

(1) Estrés:

Si acumulas demasiado dentro de demasiado poco tiempo, estás buscando problemas. Como las cuerdas de un violín demasiado ajustadas, terminas chasqueando, para después sentirte culpable por no ser lo “suficientemente espiritual”. Piensa de ti mismo con cordura (cfr. Romanos 12:3-4). En la vida “siempre hay algo”, así que, anticípate y permite tiempo a lo inesperado.

(2) Frustración:

definida como alguien o algunas cosas que te irritan todo el tiempo. Una noticia reciente hablaba de una persona que se fue de caza en su bicicleta de montaña. Cuando ésta se averió, la disparó hasta quedar en pedazos. ¡Qué locura!, ¿verdad? No tiene ningún sentido, pero como Robert Green Ingersoll [Político y orador norteamericano] dijo: “La cólera es como el viento que apaga la “lámpara” de la mente”.

(3) Sensación de que nuestros derechos son violados:

Cuando andas por ahí sintiéndote enojado, se nubla tu juicio, porque cuando la única herramienta que tienes es un “martillo”, cada problema se ve como un clavo. La cuestión es que ¡no siempre se trata de ti! Esto es especialmente cierto en el matrimonio. Jesús dijo que para recibir, primero debes aprender a dar (lee Marcos 9:35).

(4) Cosas que desafían nuestros valores:

Hay ocasiones en las que tenemos que decir “basta”, y es necesario hablar en voz alta. Cuando Jesús se enojó en el Templo, fue por prácticas deshonestas y porque trataban mal a las personas; y en nuestro caso: “El que sabe hacer lo bueno y no lo hace, comete pecado” (Santiago 4:17).

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