¿Cómo Vivir La Vida Cristiana Con Sus Altibajos?

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Los Altibajos Y La Vida Cristiana
La Vida Cristiana Y SuS Altibajos

¿Cómo Vivir La Vida Cristiana Con Sus Altibajos?

«ÉL HA HECHO TODO APROPIADO A SU TIEMPO» (Eclesiastés 3:11 La Biblia de las Américas)

Decía un predicador: «Amigos, si yo fuera Dios, tu cuerpo siempre tendría 18 años, podrías comer lo que quisieras y mantenerte en el peso perfecto; tu esposa, ya no tan joven, tendría la cara y la silueta de un ángel; tu esposo de años tendría todo su cabello intacto y un torso de atleta; tus niños serían pequeños Einsteins; tus hijos adolescentes serían cooperativos, lógicos y coherentes. Siempre haría 25 grados; la nieve sería cálida y se desharía por la noche y no habría gente mala. ¡Pero qué lástima que yo no soy Dios! Y por eso envejecemos, engordamos, nos cuesta educar a los hijos, tiritamos en invierno y sudamos en verano, y tenemos que aguantar a la gente desagradable. ¡Bienvenido a la vida y sus altibajos! Estas cosas no son ni castigos ni pruebas de que eres defectuoso por naturaleza; tampoco son muestras de que el cielo o el infierno te hayan elegido para «perseguirte» de manera especial, ni indican que tal vez no eres salvo. No, ¡no son más que la realidad de la vida!» Jesús dijo: «…En el mundo tendréis aflicción…» (Juan 16:33).

Al igual que ocurre en el universo físico, hay en nosotros una ley subyacente de «ondas mecánicas». Según ésta, nuestra energía, emociones y creatividad se propagan y se contraen continuamente. A veces parece que estuviéramos en la cima de una montaña, otras, que la montaña está encima de nosotros. Pero ya sea que nos encontremos en el punto más alto o en el más bajo, la ley de ondas mecánicas de Dios está en acción y es para nuestro provecho. «Tiempo de llorar (punto bajo) y tiempo de reír (punto alto), tiempo de hacer duelo (punto bajo) y tiempo de bailar (punto alto)» (Eclesiastés 3:4). Aunque es mucho más divertido reír que llorar, «Él ha hecho todo apropiado a su tiempo» (Eclesiastés 3:11 Biblia de las Américas). Tranquilo; Dios, que es el Alfa y la Omega, ha predispuesto las estaciones de tu vida. No importa en cuál te encuentres en estos momentos, su Palabra para hoy es: «Bástate mi gracia» (2 Corintios 12:9).

«ÉL HA HECHO TODO APROPIADO A SU TIEMPO» (Eclesiastés 3:11 La Biblia de las Américas)

Dice una conocida canción: «Perdóname; nunca te prometí un jardín de rosas». Ni Dios tampoco, así que ten cuidado con la teología del «jardín de rosas». La vida cristiana no es una experiencia de «todo o nada». Es decir, o bien eres cristiano y la vida es de color de rosa o un no creyente y la vida es dura. No, sino que es una mezcla de los dos, con momentos que disfrutar y momentos duros que soportar. Las grandes figuras de la Biblia experimentaron tanto la emoción de la victoria como el dolor de la derrota; algunos, como Elías, hasta desearon morir.

Considera las paradojas de la Palabra de Dios. Jesús fue un «varón de dolores» (Isaías 53:3). Pero también lo «ungió Dios» con óleo de alegría más que a [Sus] compañeros (Hebreos 1:9). Pablo dijo que «entristecidos, pero siempre gozosos» pobres, pero enriqueciendo a muchos «poseyéndolo todo» (2 Corintios 6:10). Eso era lo que tenía en mente cuando escribió: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Filipenses 4:13). En Proverbios 17:22, dice Salomón: «El corazón alegre es una buena medicina» En Eclesiastés 7:3, se expresa así: «Mejor es el pesar que la risa, porque con la tristeza» se enmienda el corazón. Según Eclesiastés 7:14: «En el día del bien goza del bien, y en el día de la adversidad, reflexiona. Dios hizo tanto el uno como el otro» ¡Alégrate! En este mundo de altibajos, Dios sigue en el trono. Él decide la mezcla correcta de alegrías y tristezas, paz y conflicto, ganancias y pérdidas, carencia y llenura, tragedias y triunfos, con el único propósito de que con todo y en todo seas favorecido.

“ÉL HA HECHO TODO APROPIADO A SU TIEMPO…” (Eclesiastés 3:11 La Biblia de las Américas)

La vida en la cúspide es maravillosa, pero ¿qué pasa cuando pasamos por los valles oscuros? En momentos de confusión, lucha, pesadez, duda, soledad y fracaso, ¿adónde acudimos? En la famoso libro de C.S. Lewis Cartas del Diablo a Su Sobrino el diablo mayor habla a su sobrino Wormwood acerca de su enemigo común, el Señor. “No te engañes, querido Wormood. El mayor peligro para nuestra causa se presenta cuando un humano que ya no siente el deseo de hacer la voluntad de nuestro Enemigo, pero aún así se propone hacerla, mira a su alrededor y percibe un universo del que parece haber desaparecido todo rastro de Él y se pregunta por qué ha sido abandonado; pero con todo y con eso, ¡obedece!” Cuando nos encontramos en un pozo profundo y no vemos a Dios por ningún lado; cuando nuestras oraciones rebotan como el eco, ¿qué hacemos? “Que ya no siente el deseo” –todas las emociones positivas se han desvanecido. “Pero aún así se propone” –lo único que nos queda es la fe más pura e intrépida de la que podamos echar mano para mantenernos a flote. Cuando hasta nos da la impresión de estar viviendo una falacia, entonces confiamos en Dios, y por fe, y sólo por fe, “obedecemos”.

En los momentos bajos de la vida nuestras percepciones se distorsionan y los sentidos se entumecen. Empezamos a dudar de la realidad de la Palabra de Dios y de nuestra posición en Cristo, creyendo que nuestro dolor emocional es prueba de que estamos perdidos y de que no hay esperanza. Estas estaciones áridas hacen que nos sintamos distantes y separados de Dios. Lo lógico cuando nos encontramos en el hoyo es tener tales sentimientos, mientras que pensar y hablar en fe parece forzado. Sin embargo, el enemigo sabe que su causa nunca corre mayor peligro que cuando un hijo de Dios “mira a su alrededor y percibe un universo del que parece haber desaparecido todo rastro de Él y se pregunta por qué ha sido abandonado; pero con todo y con eso, ¡obedece!”

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“ÉL HA HECHO TODO APROPIADO A SU TIEMPO…” (Eclesiastés 3:11 La Biblia de las Américas)

La vida tiene sus altibajos en todo tiempo. A veces ocurren en la oscuridad, cuando es difícil distinguir las cosas. «¿Quién de entre vosotros teme al Señor y escucha la voz de su siervo? El que anda en tinieblas y carece de luz, confíe en el nombre del Señor y apóyese en su Dios” (Isaías 50:10). En efecto, hasta los piadosos que “temen al Señor” y que “escuchan la voz de su siervo”, caminarán a veces por lugares donde no habrá luz para iluminar sus pasos ni calor para confortar sus sentidos atribulados. Éstos no son tiempos de castigo, retribución ni abandono; son tiempos en los que Dios está preparando las nuevas e importantes etapas de tu desarrollo para que te dispongas a promover con mayor fuerza la causa de su reino.

Sadrac, Mesac y Abed-Nego, hombres que temían al Señor y obedecían su Palabra, fueron condenados a ser quemados vivos por negarse a adorar la estatua de oro del propio rey (ver Daniel 3). Escucha sus confesiones:

1) “Nuestro Dios…puede librarnos…” (v.17). Nunca dudaron del poder de Dios.

2) “…y… nos librará…” (v.17) Nunca cuestionaron las intenciones de Dios.

3) “Y si no… tampoco adoraremos la estatua…” (v.18)

Nunca consideraron ninguna otra alternativa que no fuera su fidelidad a Dios. Tenían que pasar por el fuego para no quemarse, ¡y así lo hicieron! Tú también puedes hacerlo. Acepta la vida con sus altibajos. Confía en el nombre del Señor y aférrate a Él, porque es Él quien tiene la última palabra y no el diablo, las circunstancias o la gente. Como los tres jóvenes hebreos, saldrás refinado como el oro que ha pasado por el fuego.

ÉL HA HECHO TODO APROPIADO A SU TIEMPO (Eclesiastés 3:11 La Biblia de las Américas)

La vida es como una «montaña rusa». Cuando estás arriba del todo, bajarte no es una opción, ¡es una locura! Un miembro de la congregación que estaba muy deprimido le dijo al pastor: «Estoy harto de intentarlo. Llevo tanto tiempo deprimido que ya no puedo sacar de dentro la fe de creer que Dios me va a liberar». El pastor le replicó: «Primero, darte por vencido no se justifica nunca, porque tienes al Señor de tu lado. Él no te va a abandonar nunca. Ha prometido que «…no te dejará ni te desamparará. No temas ni te intimides» (Deuteronomio 31:8). Segundo, su Palabra dice: «Si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo» (2 Timoteo 2:13). No es gracias a tu fe, sino a Su fidelidad. Cuando parezca que no puedes creer, en lugar de examinar tu fe en Él (o la falta de ella), piensa en Su fidelidad contigo.¡Qué consejo tan acertado para los altibajos de la vida!

Añadamos otras observaciones positivas. Tercero, Dios no nos debe ninguna explicación, así que no busquemos una; pero sí nos ha prometido una salida. «Dará también juntamente con la prueba la salida, para que podáis soportarla» (1 Corintios 10:13). Mientras no te saque de algo, te ayudará a pasar por ello. Tu responsabilidad es no bajarte de esa montaña rusa que es la vida. Cuarto, Dios sacará algo bueno de todas las circunstancias. «Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien» a los que conforme a su propósito son llamados (Romanos 8:28). Dios pone en tu camino tanto las cúspides como los valles y de todo ello se desprende tu bien. Quinto, mientras pasas por los altibajos, el Hijo y el Espíritu Santo interceden delante del Padre por ti, a diario (ver Romanos 8:26-32 y 34-39). Con semejante apoyo, ¿cómo no lo vas a lograr?

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