Jeremías 17:5 Maldito El Hombre que Confía en el Hombre

Sansón: Maldito El Hombre
Jeremías 17:5 Maldito El Hombre que Confía en el Hombre

Sansón fue apartado para Dios antes de que naciera. Sus padres lo criaron en el camino del nazareo para que pudiera conocer el propósito de Dios en su vida. Sin embargo, Sansón luchó toda su vida con el pecado sexual y el deseo de estar con prostitutas. Podría haber elegido una esposa entre el pueblo de Dios, pero eligió el camino que lo llevo a su perdición.

Cuando Dalila conspiró con los filisteos para descubrir el secreto de Sansón, él no le dijo la verdad inmediatamente. Más, a pesar de que lo puso a prueba cada vez, él finalmente cedió porque la amaba más de lo que amaba a Dios. Como resultado de ello, su fuerza lo abandono y se encontró en prisión ciego.

Sansón cometió el error de asumir que la gracia de Dios seguiría tratando con él día tras día. Dios le dio amplia oportunidad de vivir como un juez justo sobre Israel, sin embargo, Sanson no entendió que su fuerza provenía del Señor y no de sí mismo. Idolatraba a Dalila y pagó un alto precio por esta actitud.

Sansón: Maldito El Hombre
Jeremías 17:5 Maldito El Hombre que Confía en el Hombre

También podemos caer en el pozo de idolatrar a una persona más de lo que amamos a Dios. Los ponemos en un pedestal en base a su apariencia física, talentos, riqueza, etc. Algunos de nosotros pasamos la mayor parte de nuestras vidas tratando de complacerlos y nos encontramos como Sansón; llenos de pesar y pérdidas.

Cuando damos a una persona más de nuestra atención, tiempo y energía que lo le damos a nuestro Señor, podemos ser culpables de hacer de ellas un ídolo. Este culto a los ídolos nos impiden experimentar la verdadera libertad y la paz que Dios nos ofrece. Nuestra fidelidad tiene que ser completamente al Señor y a nadie más.

Sansón: Maldito el hombre que confía en el hombre. Jeremías 17:5

ORACIÓN

Amado Señor, perdóname por colocar a esa persona, animal o cosa antes que a ti. Ayúdame a seguirte con todo mi espíritu, alma y cuerpo. En el nombre de Jesús, amén.

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