¿Por qué las amistades no sobreviven el cambio de iglesia?

El título de este artículo no es mío. Es de mi hermano y compañero de milicia Guillermo González, uno de los predicadores que atiende a la PNC semanalmente  bajo nuestra cobertura. Y su comentario surgió al leer mi artículo de hoy: ¿POR QUÉ SE FUERON?.
Y es cierto. Las personas que han estado bajo el mismo techo congregacional -como él dice-, sufren de un síndrome: no pueden ser las mismas con los hermanos que dejaron en la congregación anterior. Creo que el problema es porque alguien, no se quien de los dos, cree que los que abandonan la congregación lo hacen porque son pecadores, porque perdieron la salvación o porque sencillamente traicionaron una visión. No concebimos que el Señor es tan Señor que puede movernos a donde Él desee sin tener que pedir opinión ni permiso a los hermanos que se quedan. Otro factor que noto en esta situación es que los que se van creen que todo el mundo los critica porque se fueron. Esto es baja autoestima. Es inseguridad o falta de fe de estar seguros que quién los movió fue el Espíritu Santo. ¿Por qué si fue Él quien lo movió se siente mal? ¡Solo estamos siguiendo el camino que Él nos marca! Por supuesto, hay un tabú también: Apelamos la Escritura para criticar a los que se van: No dejéis de congregaros… les repiten hasta el cansancio… como si se fueran al mundo y dejaran a Cristo. Eso es cruel. Todos, todos, sin excepción, en algún momento, hemos dejado de congregarnos donde estuvimos por muchos años… y no nos fuimos al mundo ni caímos de la Gracia. Sencillamente cambiamos de corral… Pero también hay algo más y quizá más inaudito… se cree que porque dejaron su congregación ya no van a crecer en estatura espiritual… ¿quien dice que no? Bueno, lo dicen los que se quedan. Y eso es herejía… porque el Señor tiene pastos verdes para sus hijos y ese pasto algún día será seco para alguien. Hay quienes creen que solo el pastor que les ha cuidado tiene las credenciales para hacerlo y, si lo abandonan, ya no tendrán el mismo cuidado y se enfermarán o a saber qué pasará con ellos. Creemos que es amor pero en realidad es egoísmo. Porque hay siete mil pastores que andan por allí haciendo bien su trabajo sin que lo notemos. Ellos son los que Dios ha levantado para cuidar Su Viña, para edificar Su Iglesia y cuidar Su Cuerpo.
¿Qué solución le encontramos a esto entonces? Creo que la tenemos que adquirir con madurez. No podemos evitar la crítica. El éxito está en saber asimilarla. No podemos evitar el señalamiento. El triunfo está en pasarlo por alto. No podemos evitar la maledicencia. Lo sano es bendecir a quienes lo hacen… pero no dejar de ser amigos. Porque a eso se refiere la pregunta de Gega. ¿Por qué no podemos seguir siendo amigos? ¿Por qué sentirse mal solo porque algunos critican? ¿Por qué dejar tirados algunos años de compañerismo solo porque algunos inmaduros no comprenden estas cosas? Como bien dice, él y  un amigo, el presbítero (así le llama amistosamente), han dejado de verse ocho años y siguen siendo los mismos… Pero ignorantemente, en la Iglesia de Cristo no sucede esto.
Los pastores debemos entender una cosa: Nadie, nadie y nadie, excepto Jesús, tiene toda la Verdad. Todos los pastores tenemos un poco de ella pero no somos los poseedores totales ni el non plus ultra del evangelio para criticar cuando alguien nos abandona. Los pastores no somos el pléroma de Dios. Solo Jesús es la Totalidad de Dios. Los pastores no somos los dueños de las ovejas. Es el Padre y nadie más. Ya lo dijo Jesús: De todos los que me diste, ninguno se perdió. Tuyos son y tú me los diste… ¿A qué temer entonces, mis queridos amigos? ¿Por qué creer lo que dicen los demás? ¿Fueron buenos los años que pasaron con sus amigos? ¿Hay buenos recuerdos de esos años? ¿Hubo buenas experiencias? No tienen por qué verse en escondidas. Háganlo a la luz del día, sin temores, sin miedos a ser señalados ni criticados… pero no abandonen a sus antiguos camaradas. En esto consiste el evangelio: en ser diferentes. Empecemos entonces y perdamos el temor a ser genuinos. Cómo quisiera yo, como extranjero, que los pastores con quienes compartí momentos de púlpito no me quitaran su amistad solo porque no soy bautista o ultra pentecostal, o presbiteriano… porque al fin y al cabo, créanlo o no, sigo siendo Hijo de Dios y por mis venas sigue corriendo la Sangre de Jesús quien me la regaló por Gracia, no porque soy chapin…

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