Y José vio a sus hermanos, los conoció; mas hizo como que no los conocía, y les habló ásperamente, y les dijo: “¿De dónde habéis venido?” Ellos respondieron: “De la tierra de Canaán, para comprar alimentos’: José., pues, conoció a sus hermanos; pero ellos no le conocieron. Génesis 42:7,8.
La Biblia nos hace sentir que este asunto de ser reconocidos por el Señor es algo de gran valor. De hecho, presenta este asunto de reconocer al Señor y de ser reconocidos por él como uno de los galardones para los fieles. Nos lleva como esculpidos en las palmas de sus manos por habernos salvado. Ser reconocido por él y reconocerlo a él es el sueño de todo cristiano.
“Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido” (1 Cor. 13:12). Pablo nos ayuda a entender que el asunto de ser reconocido no es algo del último momento, sino que es un proceso que culminará cuando lleguemos a ser como el Señor siempre nos ha visto. La vida que hoy vivimos y la relación que mantenemos con nuestro Dios son factores en este asunto de reconocer y ser reconocido.
De la historia de José y sus hermanos podemos concluir que a José le resultó fácil recordar y reconocer a sus hermanos. Su agudeza mental procedía no de un sentimiento de venganza por el mal que ellos le habían hecho, sino de la satisfacción de haberlos perdonado y de su deseo de comunicarles su perdón. La preocupación de José estaba en las relaciones entre sus hermanos. En su empeño por saber si verdaderamente habían cambiado su forma de ser, causó algo de sufrimiento a diez de ellos, pero en su ánimo nunca estuvo la venganza, pues vivía esperando el momento de revelar su perdón.
El ejemplo de José es un digno ejemplo para nosotros en cuanto al perdón y el deseo de asociarnos con las personas para revelar nuestro perdón y deseo de reconciliación. Seamos como José.
Génesis 42:1- 43:34; Juan 2:1-25
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