50- ¿QUIEN NECESITA UN PASTOR? 01

Durante los próximos días quiero postear en varias entregas un artículo de mi amigo Claudio Oliver, brasileño y compañero del camino. Se llama: «¿Quién necesita un pastor?» Claudio ha pasado por un proceso interesante en su congregación, del cuál estaré hablando más adelante. Espero que lo disfruten y que lo comentemos….

He aquí la entrega #1:
“¿Quién Necesita un Pastor?”
Como la Iglesia ha desviado del Camino
y el diseño de Dios para su Cuerpo…

Por Claudio Oliver Feraz, Igreja do Caminho, Curitiba – RdC Brasil

Para abordar este punto voy a tratar de hacer un doble enfoque.

Por un lado, me gustaría tratar de describir lo que, en mi humilde opinión, ha sido un movimiento general que la iglesia ha tenido desde finales de los 50’s, pero sobre todo en los 60’s y 70’s hasta hoy, y cómo estos movimientos son parte del origen de algunas luchas que tenemos que abordar en nuestro tiempo.

Por otro lado, por lo menos tratare – si el espacio y el tiempo lo permiten – cuestionar algunos de los supuestos que han llevado, aunque sea inconscientemente, al tipo de respuestas que hemos como iglesia, propuesto para el mundo.

Una iglesia que se ha desviado…

Después del final de la Segunda Guerra Mundial, un fenómeno, sin duda pre-existente, comienza a ser perceptible en la iglesia, y finalmente domina las acciones y obras de misericordia y justicia que la iglesia ha sido llamada a realizar. Lejos de que [la Iglesia] sea una víctima de lo que estoy empezando a describir aquí, todo esto ocurre debido a una actitud que fue propuesta y adoptada en el interior de sus propias paredes. Esa actitud puede ser definida por la palabra «delegación».

Sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial, los actos y hechos de justicia se llevaron a cabo como instrumentos para hacer frente a necesidades ficticias comunes que debían satisfacerse y gestionarse estratégicamente. Lo que es más, se llevaron a cabo como una tarea global y una obligación, en lugar de hacerse como fruto de una actitud local con un flujo natural de amor, que brota de un corazón perdonado. Habiendo tomado una tarea tan grande como un «llamado», la Iglesia percibe, y al final establece, que la tarea de responder a las necesidades humanas en el mundo, era demasiado grande para ser manejada por una congregación local y – en una proporción grande y cada vez mas creciendo después de finales de los años 50’s – la tarea tuvo que ser delegada a las agencias, organizaciones para-eclesiásticas, juntas, comités y programas especializados para atender las necesidades previstas. Junto a esas decisiones, la plantación de iglesias y las misiones se delegaron también a estructuras similares, separadas de las congregaciones locales. La comunidad de fe local no se dedicaba mas a las actividades de compasion y misericordia ni de misiones, esto se convirtió en el trabajo de agentes independientes, financiados y suplidos por la iglesia, a fin de que el trabajo fuera realizado.

Ahora, como una vaca ordeñada y libre de las preocupaciones de inmediato con el mundo a su alrededor, que quedo en el interior de la iglesia? Autosuficiencia y mantenimiento. Como un mundo en si mismo, la Iglesia empezó a preocuparse cada vez más por las cuestiones no tangibles, la hiper-espiritualidad, como enseñar a la gente a escapar al cielo, o cómo esperar a Jesús en una estación segura.

El domingo educando a nuestro pueblo a mantenerse como consumidores religiosos, parallelo al mundo que de lunes a sabado continuamente enseñaba a las masas como ser sociedad de consumidores. Las actividades de la iglesia se redujeron a cantar en coros y grupos de alabanza, pelear por cuestiones pequeñas, y como producto de eso…división, división, y más división. La más frecuente y subsecuente tentación después de todo esto era: la búsqueda de prestigio en la sociedad mucho más que el servicio humilde que viene como una respuesta al Dios que nos ha perdonado.

Para manejar este escenario, una versión profesional de un líder de la comunidad (el pastor) tiene que ser capacitado y creado a través de seminarios y cursos. La mayoría de los que se presentan para la tarea se han sentido llamados a servir a la gente, y de una manera piadosa y humilde, que han dado su vida para ser usados por el Señor, a veces incluso hasta el punto de ser quemados por las demandas. Demandas que no son consecuencias de su llamado, pero un resultado de una vida comprometida con los programas dirigidos por instituciones estructuradas.

En cierto sentido, la iglesia cristiana en la era moderna – sobre todo las iglesias protestantes, evangélicos y pentecostales – se han convertido en organizaciones que imitan a aquellas organizaciones existentes [llamadas «seculares»] en la sociedad capitalista. Es decir, estas iglesias son igualmente especializadas en la prestación de servicios y productos para sus clientes y socios y se preocupan por su propia supervivencia: una parte del sistema establecido, proporcionando los recursos y obras de caridad a los oprimidos por ese mismo sistema, sobre todo a través de agencias o programas indirectos y organizaciones paraeclesiales.

(continuará)


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