*** Al Rey de Gloria ***

¿Cómo decirte que te amo?
Si te llevo en mi alma, en mi vida.
Eres como un fuego que consume mis entrañas.
Eres como una poderosa agua que apaga mis ansias.

Cuando respiro, siento que en ti navego.
Como un velero, en poderosa tormenta.
Como una pluma que es tirada por un poderoso viento.
Así me siento ante tu amor, así me siento.

¿Cómo hablarte lo que siento?
Si mis manos se estremecen cuando en ti pienso.
Si pierdo los estribos cuando no te tengo.
¡Pero no te tengo, como podría tenerte!

Si tú me tienes a mí. Yo en ti me muevo.
Navego, respiro, me ahogo en ti, o muerte gloriosa,
Que me trae a la vida, a la vida de estar contigo.
A la vida de conocerte, respírate, amarte.

La vida es un tormento sino te tengo,
Pero no tengo, solo en ti navego,
La vida me es corta para amarte,
Y el cielo, no es cielo si tú no estás.

Eres esa poderosa mano que me sostiene.
Que no me suelta aún en mis tormentas.
Eres ese amigo fiel, a quien acudo.
A todo momento, ¿a quién más tengo?, solo a ti.

Eres el testigo de mis flaquezas, el que me ayuda a levantarme.
Eres el que crea en mí todo lo bueno.
El que me lleva a alturas, y me hace andar por las nubes.
Y me sostiene en su mano.

Eres el que levanta al caído, el que llora con el que llora,
El que ríe con el que ríe, ese amigo eres tú.
Eres Santo, solo tú eres Santo.
Que lo sepan los hombres y los que se esconden en las sombras.

Cosas gloriosas se han dicho y se dirán de ti.
Pero todas se quedan cortas, ante el Rey de Gloria.
Porque el lenguaje del hombre no puede expresar,
La belleza que existe en el Rey de la Gloria.

Santo y bueno eres tú, yo me acerque solo porque me acercaste.
Fui cubierto de sangre, antes de estar en tu presencia.
La sangre que corrió ese día, glorioso día de mi salvación.
Cuando todos pensaron que él era herido y repudiado por Dios.

OH, cuanto te amo, Rey de Gloria, pero mi amor es nada,
Ante Tu amor, ante Tu bondad y Tu santidad.
Me dejo llevar por tu amor, me dejo arrastrar.
Y un día estaré ante el Señor, yo sé que un día así será.

Despierta, despierta, tú que duermes, levántate.
La hora ha llegado de mostrar a todos la luz de Cristo.
Levanta tu voz en medio de los pueblos, deja oír tu canto.
Vendrán muchos a escucharlo, el Señor los traerá.

La tierra se extrémese, de un lado a otro, como un ebrio.
Y los pueblos como llenos de mosto.
Despierta, despierta, el Señor te llama a hacer su Voluntad.
Levántate, él soplara sobre ti, él te levantara y pondrá palabra en tu boca.

De mis entrañas salió palabra, palabras al Rey de Gloria.
Y adore al Señor, al que me limpio en la cruz.
¿Quién adorara conmigo?, porque el busca quien le adore.
En espíritu y Verdad, es necesario que le adoren.

Fuente : Henry Padilla Londoño

http://elreinodelaverdad.blogspot.com/



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