Cartas a un desconocido

Lo sé, estoy como una cabra. Pero tenía que hacerlo.

Esta semana he puesto en práctica algo que llevo dándole vueltas. Se trata de enviar cartas a un desconocido. ¿Suena raro verdad?, lo es. Es que soy muy raro.

La idea surge de lo siguiente: soy muy curioso. Si me encuentro un papel en el suelo lo cojo para ver qué es lo que está escrito, cuando encuentro uno de esos anuncios pegados a las farolas me pongo a leerlo (aunque ya sé que es el alquiler de una habitación, o la venta de un piso con trastero y tres habitaciones, muy luminoso, por cierto). Lo leo todo, me interesa casi todo.

Pues bien, mi idea consiste en escribir una carta a un desconocido, la carta puede comenzar así: «Hola, ¿cómo estás?. Espero que muy bien…». Hablo de cosas cotidianas y de mi fe en Jesucristo. La carta la escribo a mano, la doblo y la dejo en un lugar público.

Ya he «liberado» mi primera carta a un desconocido (en una parada de autobús) y hoy espero liberar la segunda. Al final dejo un correo electrónico, y un teléfono (no es personal pero tiene contestador). ¿Recibirán respuestas estas cartas?, ¿llegaré a conocerlas?.

Os aseguro que si algo ocurre os lo contaré.


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.