No os entristezcáis porque el gozo de Dios es vuestra fortaleza.
Y la clave es que no es un gozo cualquiera, no es el gozo particular de cada uno, es el gozo de Dios.
Mirémonos por unos momentos a nosotros mismos, tenemos tanto; y sin embargo no tenemos gozo, y si lo tenemos examinémonos qué clase de gozo es el que creemos que estamos teniendo.
A menudo podemos decir, defendiéndonos a nosotros mismos, que tenemos el gozo de la salvación, pero es ya un tópico, ¿porque acaso se hace real este gozo en cada momento de nuestra vida? ¿Cuál es la realidad de la transcendencia que esto produce en nosotros?
¿Cómo voy a tener gozo si he reprobado los exámenes? Sí he fracasado en el estudio, en una relación, si he estropeado una amistad, si sigo sin trabajo, si no tengo dinero, si me parece que nadie me quiere, si todo me sale mal, si estoy enfermo…
Si no disfruto de la oración, si me aburro en la iglesia, si no me gusta leer la Palabra de Dios, si me siento harto, si sigo añorando lo que era antes de aceptar a Jesús en mi vida…
¿ Cómo puedo entonces tener gozo?
Pero sin duda la pregunta debiera ser ¿Cuál es el gozo del Señor? ¿Cuál fue el gozo que tuvo Jesús?
Fíjate puede fortalecernos para orar, evangelizar, estudiar la Palabra de Dios, vivir con una paz maravillosa que sorprenderá a todos, sea la circunstancia que sea, hacer real que podemos tenerlo todo por basura para ganar a Cristo…, qué difícil, pero qué hermoso.
Leíamos en el evangelio de Juan, como oro Jesús, por nosotros:
“Permaneced en Mí, y Yo en vosotros”; “Si permanecéis en Mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis y os será hecho” “Como el Padre me ha amado, así también Yo os he amado; permaneced en Mí amor” “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en Mí amor…” “Estas cosas os he hablado para que Mí gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea suplido”
El Gozo del señor es la obediencia a Él.
¿¡Qué extraño!?
Pero la plenitud de la vida de los cristianos, de los hijos de Dios no consiste en la salud física, ni en acontecimientos exteriores, ni tan siquiera en ver el buen éxito de la obra de Dios; sino en la perfecta comprensión de Dios y en la comunión con Él, que el mismo Jesucristo tuvo con el Padre…
Tener el gozo de Dios es vivir la realidad de la compañía genuina con nuestro Padre. Vivir con él, disfrutando de la realidad de tener un amigo continuo a nuestro lado con el que podemos hablar siempre, no sólo en nuestros momentos más íntimos de oración, sino en cada momento de nuestra vida, conscientes de que nos somos únicamente nosotros solos sino que somos dos. Con Él podemos compartir nuestras emociones más íntimas, nuestros pensamientos, nuestras sensaciones, nuestras ansias y anhelos, ; podemos compartir, y además recibir, su paz, su ternura, su comprensión, su ánimo, allí en lo más recóndito de nuestros corazones aquella palabra de esfuérzate y sé valiente…, la exhortación de que su poder se perfecciona en la debilidad , y entonces resulta que nuestra vida se va transformado y nuestra realidad de gozo y de paz transciende hacia fuera, y sin saberlo impactamos al mundo a nuestro alrededor que se maravilla de que nuestros valores no son los lógicos, sino que son aun más reales, porque son divinos…
Tener gozo es demostrar activamente la seguridad que tenemos en Dios. Y si vivimos en compañía íntima con Cristo, entonces le amaremos cada vez más, y le conoceremos más, y guardaremos su Palabra, y caminaremos en santidad y … y ya no tendremos miedo a las circunstancias y avatares de la vida, porque podremos ser de verdad conscientes que nuestro Dios está al control de todo, y todo es todo; entonces el sacrificio de Cristo tendrá un sentido más cercano a nosotros y a la postre, esta seguridad real, que nadie posee aunque la finge, transformará igualmente nuestra realidad…
Pero tener gozo es además, vivir en la tierra con la mente puesta en el cielo. Y ¿Cuánto nos esforzamos por vivir en la tierra con la mente de la tierra? Por eso anhelamos tantas veces lo que el mundo anhela, y pedimos lo que el mundo pide; y oramos a Dios por su protección, por nuestra salud, por el logro de nuestros deseos, más o menos materiales, o más o menos egoístas, o … humanos…, o, pero Jesucristo nos está llamando a metas más altas por eso su obra en nosotros ha transformado nuestra mente; en la mente de Cristo y nos ha capacitado para que podamos llevar todo pensamiento cautivo a la obediencia a Cristo; de modo que nuestros deseos más humanos sean precisamente los deseos del cielo, los deseos de buscar el Reino de Dios, vivir para Él para conocerle, ( no es acaso maravilloso relacionarse con el Creador de los cielos, de las galaxias, de los universos, del infinito, de lo tan insignificante, de lo pequeño de lo …,)
Todo lo que Dios ha hecho por nosotros es meramente el comienzo. Él quiere hacernos llegar al lugar donde seamos testigos y proclamemos quién es realmente Jesús
Relaciónate bien con Dios, hallemos nuestro gozo allí; en Él, y entonces ríos de agua viva correrán de nosotros.
Este es el reto que Jesús nos ofrece todo lo demás será una consecuencia lógica, no según la lógica humana pero si según la lógica del cielo, que nos será por añadidura; nuestro testimonio, nuestra santidad, nuestra oración por el prójimo, el evangelismos, nuestra felicidad, el gozo del Señor
Por eso Dios nos dice hoy también, pero no os entristezcáis, porque el gozo del Señor es vuestra fortaleza.
Oremos como Jesús nos enseñó a que nuestro deseo primario sea el hacer su voluntad, y hallaremos gozo en ello…
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