Conversión +Transformación = GOZO

CONVERSIÓN: Este es el primer paso, la conversión es un llamado, vocación y fundamentalmente un descubrimiento que lleva, no a despreciar o subestimar al mundo , sino a valorarlo en su justa perspectiva como comienzo de una transformación, es una gracia o descubrimiento sobrenatural que ocurre luego de un largo trecho. Es una revelación de orden sobrenatural que Dios hace en el corazón del hombre y que transciende toda explicación racional o conocimiento. Es una vivencia. Son cosas sublimes y profundas que Dios se ha complacido en revelarlas a humildes de corazón y ocultarlas a sabios y poderosos de este mundo. Dios desea fervientemente que nos convirtamos, que seamos uno de sus conversos..Podemos decir entonces que la conversión es el llamado de Dios a una vida nueva, es el primer paso que nos lleva luego a la transformación.Dios no sólo quiere que nos volvamos a El quiere que aprendamos, que también practiquemos su forma de vida; quiere que nos comprometamos sincera y completamente con él. Si voluntariamente deseamos seguir sus instrucciones, él promete ayudarnos.
Por medio de su Espíritu nos dará el poder para que sea una realidad lo que nos dice en Efesios 4:24: “Y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”. Su propósito es convertirnos si, pero transformándonos, desde adentro, desde el corazón. Solo así estaremos aceptando a Jesús en nuestras vidas,debemos estar dispuestos a aceptarlo primero en nuestras vidas y luego sufrir esa transformación que nos llevara al gozo eterno.

TRANSFORMACIÓN: “Mas el impío, si se apartare de todos sus pecados que hizo, y guardare todos mis estatutos e hiciere según el derecho y la justicia, de cierto vivirá; no morirá” (Ezequiel 18:21). Para transformarnos —volvernos del pecado y recibir el perdón de Dios y su santo Espíritu— debemos dejar de transgredir sus leyes y empezar a cultivar el hábito de la justicia por medio de la obediencia. “Y cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; si él se convirtiere de su pecado, e hiciere según el derecho y la justicia, si el impío restituyere la prenda, devolviere lo que hubiere robado, y caminare en los estatutos de la vida, no haciendo iniquidad, vivirá ciertamente y no morirá. No se le recordará ninguno de sus pecados que había cometido; hizo según el derecho y y la justicia; vivirá ciertamente” (Ezequiel 33:14-16).
La conversión lleva implícita una transformación, dejar de ser lo que eramos y hacer de nuevo , actuar como Jesús. Para lograr eso debemos seguir al pie de la letra el versículo de Ezequiel, la transformación permitirá que el Espíritu Santo more en nosotros, no podrá permanecer en nosotros si estamos actuando indebidamente.

GOZO: «Me darás a conocer la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; en tu diestra, deleites para siempre» Salmo 16:11. Significa que si aceptas a Jesús en tu vida, te trasformas muriendo ese hombre que eras para dar paso a uno nuevo que sigue a Jesús, podrás disfrutar de esa plenitud de gozo, pues estarás en su presencia todo el tiempo. No se puede pretender ser un verdadero cristiano si continuas comportándote como eras anteriormente, si continuas cometiendo iniquidades, y no se puede pretender ser transformado si esa transformación te va a poner triste, si vas a echar de menos todo aquello que eras, si vas a vivir con pesar, dice el salmo: «EN TU PRESENCIA HAY PLENITUD DE GOZO» si nos ponemos en su presencia, tendremos ese gozo constante, de sabernos al servicio de Dios “Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios.

Y es que el gozo va más allá , es algo que realmente imprime carácter podría definirlo tal vez como “ser manifiestamente felices” aun a pesar de las circunstancias,aun a pesar de lo que denominamos tribulaciones.

No os entristezcáis porque el gozo de Dios es vuestra fortaleza.

Y la clave es que no es un gozo cualquiera, no es el gozo particular de cada uno, es el gozo de Dios.

Mirémonos por unos momentos a nosotros mismos, tenemos tanto; y sin embargo no tenemos gozo, y si lo tenemos examinémonos qué clase de gozo es el que creemos que estamos teniendo.

A menudo podemos decir, defendiéndonos a nosotros mismos, que tenemos el gozo de la salvación, pero es ya un tópico, ¿porque acaso se hace real este gozo en cada momento de nuestra vida? ¿Cuál es la realidad de la transcendencia que esto produce en nosotros?

La Palabra de Dios nos exhorta en diferentes ocasiones a estar siempre gozosos, pero debemos de confesar que estar siempre gozosos parece ciertamente algo complicado, ¡qué cosas raras y difíciles nos pide nuestro Dios!

¿Cómo voy a tener gozo si he reprobado los exámenes? Sí he fracasado en el estudio, en una relación, si he estropeado una amistad, si sigo sin trabajo, si no tengo dinero, si me parece que nadie me quiere, si todo me sale mal, si estoy enfermo…

Si no disfruto de la oración, si me aburro en la iglesia, si no me gusta leer la Palabra de Dios, si me siento harto, si sigo añorando lo que era antes de aceptar a Jesús en mi vida…

¿ Cómo puedo entonces tener gozo?

Pero sin duda la pregunta debiera ser ¿Cuál es el gozo del Señor? ¿Cuál fue el gozo que tuvo Jesús?

¿Pero qué gozo es el que nuestro Señor nos ofrece?, y que ha de transformar nuestra vida, porque es nuestra fortaleza.

Fíjate puede fortalecernos para orar, evangelizar, estudiar la Palabra de Dios, vivir con una paz maravillosa que sorprenderá a todos, sea la circunstancia que sea, hacer real que podemos tenerlo todo por basura para ganar a Cristo…, qué difícil, pero qué hermoso.

Leíamos en el evangelio de Juan, como oro Jesús, por nosotros:

“Permaneced en Mí, y Yo en vosotros”; “Si permanecéis en Mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis y os será hecho” “Como el Padre me ha amado, así también Yo os he amado; permaneced en Mí amor” “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en Mí amor…” “Estas cosas os he hablado para que Mí gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea suplido”

El gozo de Jesucristo no ha sido el de satisfacción propia de sus necesidades humanas; el pasó hambre, frío, persecuciones, dolor, angustia, martirio…

El gozo de Dios es el que tenían todos y cada uno de los mártires que ofrecieron su vida, su dolor, sus familias, sus posesiones, sus trabajos, sus anhelos, sus emociones, sus gustos, …, todo, en sacrificio a Cristo.

El Gozo del señor es la obediencia a Él.

¿¡Qué extraño!?

Pero la plenitud de la vida de los cristianos, de los hijos de Dios no consiste en la salud física, ni en acontecimientos exteriores, ni tan siquiera en ver el buen éxito de la obra de Dios; sino en la perfecta comprensión de Dios y en la comunión con Él, que el mismo Jesucristo tuvo con el Padre…


Frente al supuesto gozo que ofrece la sociedad sin Dios, Jesucristo nos ofrece su gozo.

Tener el gozo de Dios es vivir la realidad de la compañía genuina con nuestro Padre. Vivir con él, disfrutando de la realidad de tener un amigo continuo a nuestro lado con el que podemos hablar siempre, no sólo en nuestros momentos más íntimos de oración, sino en cada momento de nuestra vida, conscientes de que nos somos únicamente nosotros solos sino que somos dos. Con Él podemos compartir nuestras emociones más íntimas, nuestros pensamientos, nuestras sensaciones, nuestras ansias y anhelos, ; podemos compartir, y además recibir, su paz, su ternura, su comprensión, su ánimo, allí en lo más recóndito de nuestros corazones aquella palabra de esfuérzate y sé valiente…, la exhortación de que su poder se perfecciona en la debilidad , y entonces resulta que nuestra vida se va transformado y nuestra realidad de gozo y de paz transciende hacia fuera, y sin saberlo impactamos al mundo a nuestro alrededor que se maravilla de que nuestros valores no son los lógicos, sino que son aun más reales, porque son divinos…

Tener gozo es demostrar activamente la seguridad que tenemos en Dios. Y si vivimos en compañía íntima con Cristo, entonces le amaremos cada vez más, y le conoceremos más, y guardaremos su Palabra, y caminaremos en santidad y … y ya no tendremos miedo a las circunstancias y avatares de la vida, porque podremos ser de verdad conscientes que nuestro Dios está al control de todo, y todo es todo; entonces el sacrificio de Cristo tendrá un sentido más cercano a nosotros y a la postre, esta seguridad real, que nadie posee aunque la finge, transformará igualmente nuestra realidad…

Pero tener gozo es además, vivir en la tierra con la mente puesta en el cielo. Y ¿Cuánto nos esforzamos por vivir en la tierra con la mente de la tierra? Por eso anhelamos tantas veces lo que el mundo anhela, y pedimos lo que el mundo pide; y oramos a Dios por su protección, por nuestra salud, por el logro de nuestros deseos, más o menos materiales, o más o menos egoístas, o … humanos…, o, pero Jesucristo nos está llamando a metas más altas por eso su obra en nosotros ha transformado nuestra mente; en la mente de Cristo y nos ha capacitado para que podamos llevar todo pensamiento cautivo a la obediencia a Cristo; de modo que nuestros deseos más humanos sean precisamente los deseos del cielo, los deseos de buscar el Reino de Dios, vivir para Él para conocerle, ( no es acaso maravilloso relacionarse con el Creador de los cielos, de las galaxias, de los universos, del infinito, de lo tan insignificante, de lo pequeño de lo …,)

Todo lo que Dios ha hecho por nosotros es meramente el comienzo. Él quiere hacernos llegar al lugar donde seamos testigos y proclamemos quién es realmente Jesús

Relaciónate bien con Dios, hallemos nuestro gozo allí; en Él, y entonces ríos de agua viva correrán de nosotros.

Este es el reto que Jesús nos ofrece todo lo demás será una consecuencia lógica, no según la lógica humana pero si según la lógica del cielo, que nos será por añadidura; nuestro testimonio, nuestra santidad, nuestra oración por el prójimo, el evangelismos, nuestra felicidad, el gozo del Señor

Por eso Dios nos dice hoy también, pero no os entristezcáis, porque el gozo del Señor es vuestra fortaleza.

Oremos como Jesús nos enseñó a que nuestro deseo primario sea el hacer su voluntad, y hallaremos gozo en ello…


PAZ Y BIEN ¡¡¡


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