«Y Dios dijo a Abram:
Vete de tu tierra,
de entre tus parientes
y de la casa de tu padre,
a la tierra que yo te mostraré. » Génesis 12:1
Dios le dijo a Abram dos cosas: lo que Dios iba a hacer y lo que Abram tenía que hacer, le dijo que haría de él una nación grande, que lo bendeciria y exaltaría… pero hay algo que Dios no podía hacer por Abram: ¡Irse de su tierra!
Abram, así como Adán, como Eva, como Noé y como cada ser humano que ha nacido y nacerá en este planeta tuvo la oportunidad de escoger obedecer a Dios o no hacerlo.
Una palabra que resume la relación entre Dios y Abram es la palabra Pacto.
Un pacto es un «acuerdo entre dos o más partes que se comprometen a cumplir lo estipulado» Así funciona también la relación de nosotros con Dios, él cumplirá su parte pero nosotros debemos cumplir la nuestra, además, ninguno puede cumplir la parte del otro.
Me asombra el valor que Dios le da a la capacidad del hombre de tomar decisiones: él nunca ha obligado ni obligará a ningún ser humano a obedecerle.
Otra enseñanza que aprendo de Dios es que él nos da toda la información que necesitamos, más no toda la que deseamos
«Vete de tu tierra, de entre tus parientes y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré» Génesis 12:1
Abram no sabía a donde iba a ir, sólo sabía que Dios lo guiaría, ¿Cuantas veces nos ha pasado lo mismo a nosotros? Son muchas las veces que Dios demandará obediencia de nuestra parte sin nosotros saber hacia donde vamos, pero sabiendo que él estará con nosotros, y yo me pregunto ¿acaso no es suficiente con saber eso para obedecerle?
Jesucristo es descendiende de Abram ¿Que iba a imaginarse Abram que su obediencia traería salvación a la humanidad? Y es que cuando Dios nos pide algo es mejor obedecer…
Dios no hace todo por nosotros, tampoco nos da toda la información que desearíamos tener, pero no tengo ninguna duda: ¡Dios sabe lo que hace!
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