Dr. J. Vernon McGee – Estudio de la Carta del Apostol Pablo a Los Colosenses

Estudio de la Carta del Apostol Pablo a Los Colosenses

Introducción

LA IGLESIA DE COLOSAS

Colosas era una ciudad pequeña y de poca importancia en los tiempos romanos (una “pequeña ciudad”, según un escritor contemporáneo, Strabo), aunque disponía de una próspera producción lanera en los siglos V y IV a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo Estaba situada en el valle del río Lico, a unos 160 km.km. Kilómetro(s) al este de Efeso, y junto con Laodicea y Hierápolis pertenecían a la provincia romana de Asia. La comunidad de creyentes allí surgió durante un período de vigoroso evangelismo, ligado al ministerio de Pablo en Efeso (52–55 d. de J.C.d. de J.C. Después de Jesucristo), como se registra en Hech. 19. Pablo plantó un considerable número de iglesias (con la ayuda de varios colaboradores) en la provincia de Asia.

Entre ellas estaban las congregaciones de Colosas, Laodicea y Hierápolis, las cuales eran fruto del esfuerzo evangelístico de Epafras (1:7; 4:12, 13). Epafras, nativo de Colosas (4:12), y que pudo haberse convertido durante una visita a Efeso, fue un “fiel ministro de Cristo” y, como representante de Pablo (1:7), había enseñado la verdad del evangelio a los colosenses. A menudo Pablo se refiere al pasado pagano de sus lectores, lo que sugiere que muchos de ellos eran gentiles convertidos. Ellos habían estado anteriormente alejados por completo de Dios, atrapados en la idolatría y esclavitud del pecado, siendo hostiles a Dios en su mente y en acciones impías (1:21; cf.cf. Confer (lat.), compare vv. 12, 27).

Habían estado muertos a causa de sus pecados y por “la incircuncisión de … [su] carne”, una declaración que indica que eran paganos e impíos (2:13). Sin embargo, Dios había efectuado un cambio poderoso en sus vidas: los había reconciliado consigo mismo mediante un evento histórico, a saber, la muerte física de Cristo sobre la cruz (1:22). Dios los había liberado de la tiranía de las tinieblas y los transfirió a un reino gobernado por su Hijo amado (1:13). Ahora ellos son posesión redimida y libre de pecados (1:14; 2:13; 3:13). Los colosenses tenían una esperanza que les aseguraba un espacio para ellos en el cielo (1:5; cf.cf. Confer (lat.), compare v. 23) donde estaba sentado Cristo. Es allí donde tenían centrados sus pensamientos y esperanzas (3:1–4; cf.cf. Confer (lat.), compare 1:27).

Habían estado previamente sin Dios y sin esperanza, ahora ellos están unidos a Cristo en su muerte, sepultura y resurrección (2:11, 12, 20; 3:1, 3).

Es Cristo mismo el exaltado como Señor de la creación y reconciliación en el magnífico himno de 1:15–20 y es el ungido de Dios colocado en el centro del misterio (1:27). Como miembros de su cuerpo recibían vida y esperaban el día cuando la compartirían en la plenitud de su gloria (3:4). En vista de que la congregación había recibido a Cristo Jesús como Señor (2:6) al haber aceptado el evangelio de manos de Epafras, deberían conducir sus vidas como aquellos que se habían unido a Cristo en su muerte y resurrección. Al vivir bajo su señorío deberían estar llenos de agradecimiento a Dios por sus acciones poderosas (2:7; 3:15–17; 4:2; cf.cf. Confer (lat.), compare 1:3, 12). El cuadro que nos llega es el de una congregación obediente al evangelio apostólico y por quien el Apóstol podía agradecer sinceramente a Dios (1:4–6). Pablo sabía de su amor en el espíritu (1:8), se go zaba de su disponibilidad para aprender acerca de la vida cristiana y se gozaba de su estabilidad en Cristo (2:5).

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Introduccion a los Colosenses

Colosenses 1 – 2

Colosenses 1 – 15

Colosenses 1 – 18

Colosenses 1 – 24

Colosenses 2 – 1

Colosenses 3 – 1

Colosenses 3 – 5

Colosenses 3 – 12

Colosenses 4 – 1


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