ECLESIASTÉS ESTUDIO 2. BAJO EL SOL


LAS QUIMERAS DEL SABIO II

ECLESIASTES 1:4-11

4 Unos nacen, otros mueren,
pero la tierra jamás cambia.
5 Sale el sol, se oculta el sol,
y vuelve pronto a su lugar
para volver a salir.
6 Sopla el viento hacia el sur,
y gira luego hacia el norte.
¡Gira y gira el viento!
¡Gira y vuelve a girar!
7 Los ríos van todos al mar,
pero el mar nunca se llena;
y vuelven los ríos a su origen
para recorrer el mismo camino.
8 No hay nadie capaz de expresar
cuánto aburren todas las cosas;
nadie ve ni oye lo suficiente
como para quedar satisfecho.
9 Nada habrá que antes no haya habido;
nada se hará que antes no se haya hecho.
¡Nada hay nuevo en este mundo!
10 Nunca faltará quien diga:
«¡Esto sí que es algo nuevo!»
Pero aun eso ya ha existido
siglos antes de nosotros.
11 Las cosas pasadas han caído en el olvido,
y en el olvido caerán las cosas futuras
entre los que vengan después.


Dicen los estudiosos de este libro que la frase clave para entender este pasaje y el resto de los que componen el apartado, las quimeras del sabio, es, bajo el sol, que, lamentablemente no aparece en esta traducción pero si en la mayoría de las traducciones en lengua castellana.

Para estos estudios el significado de bajo el sol, sería un universo desprovisto de Dios. Con el creador dentro de la ecuación toda la creación, desde la perspectiva del resto de la Escritura, se convierte en un acto de alabanza al Señor. La luna, las estrellas, los animales, todo está bajo su control, demuestra y celebra su gloria. Toda la creación tiene sentido y valor en sí misma. Ahora bien, las cosas cambian cuando Dios desaparece de la escena y a los ojos del escritor del libro de Eclesiastés, la creación, como la vida del ser humano es un fluir sin sentido y sin propósito.

Cuando habla de la creación menciona el sol, el viento y los ríos. Son descritos en un continuo ir y venir carente de propósito y que se repite una y otra vez. A continuación, habla de la experiencia humana y la incapacidad de encontrar una satisfacción permanente, ni los ojos se sacian de ver, ni el oído se harta de oír. Todo es una repetición constante y rutinaria. Las palabras del autor de Eclesiastés reflejan un alto grado de hastío, cansancio y pesimismo en cuanto a la vida. Nada sacia de forma permanente, nada hay nuevo bajo el sol, nos olvidamos del pasado y nos olvidaremos igualmente de lo que hay por venir.


Un principio

Bajo el sol la vida carece de sentido.

Una pregunta

¿Por qué el ojo nunca se sacia de ver? ¿Qué significa?



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