• Conozco, oh Señor, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos. – Jeremías 10:23.
¿Dónde se hallará la sabiduría? ¿Dónde está el lugar de la inteligencia? – Job 28:12.
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El siglo 20 experimentó un desarrollo de la ciencia y la tecnología extraordinarios. Aún hoy nos beneficiamos de todas las maravillas que se hacen en todos los ámbitos: agricultura, medicina, transportes, comunicaciones…
Sin embargo, cada vez se siente más un profundo malestar. El mundo parece más vulnerable que nunca. A menudo los avances tecnológicos constituyen una amenaza permanente y una causa de degradación irremediable para el medio ambiente: el bumerán del progreso se vuelve contra el que lo lanzó. Forzosamente debemos constatar que el hombre no puede dirigir por sí mismo su vida y menos aún el planeta. Sólo “la bendición del Señor es la que enriquece, y no añade tristeza con ella” (Proverbios 10:22).
Desde tiempos antiguos el hombre, frente a su fragilidad e incapacidad para controlar el futuro, busca una sabiduría superior. Pero Dios respondió a esta necesidad incluso antes de que fuera expresada. Dio su Palabra, la Biblia; dio a su Hijo, la mayor sabiduría. Jesús es “poder de Dios, y sabiduría de Dios” (1ª Corintios 1:24). Para disfrutar de todo lo que Dios nos da en abundancia, sin degradar nada, primero debemos ser salvos personalmente a través de Jesús. “El evangelio… es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Romanos 1:16). ¡Confiemos plenamente en él, tanto para el presente como para el futuro!
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