El exagerado amor propio, ¿Una enseñanza bíblica?

Los cristianos tenemos la bendición de contar con medios como internet, radios y canales de televisión no solo para estar conectados sino para transmitir el mensaje de la Palabra de Dios como también recibirlo. A menudo escucho radios cristianas del otro lado del mundo, leo blogs, libros on line, me informo y permanentemente me escribo con hermanos en la fe. Esto es algo que en mi niñez y adolescencia jamás hubiera imaginado. ¡En cuestiones de segundos estoy conectado a todo el mundo!
Tenemos acceso a la información como nunca antes.
Sin embargo, así como es una gran bendición también puede ser un gran peligro. De la misma manera que podemos expandir el mensaje del evangelio, así también se expanden las falsas enseñanzas, muchas otras filosofías y hasta lo que yo llamo «las modas cristianas». Y es increíble el poder de influencia, incluso sobre personas de nuestras mismas iglesias.

Si eres un maestro, estudias seriamente la Palabra de Dios, o trabajas guiando a otras personas en tu congregación asentirás lo que aquí estoy diciendo.
Lee las siguientes frases de personas no cristianas y sinceramente piensa: ¿no se parece demasiado al evangelio actual?

«No hay amor suficiente capaz de llenar el vacío de una persona que no se ama a sí misma» -Irene Orce.

«La vida te trata tal y como tú te tratas a ti mismo» –Louise L. Hay

«Cuando no te amas a ti mismo dejas de encontrar motivos para luchar, sufrir y entrar en conflicto con la vida» – Gerardo Schmedling


Una de esas modas actuales es una especie de psico-evangelio, una mezcla de evangelio con psicología que llevado a los extremos incluso niega las verdades fundamentales del cristianismo. Es «el evangelio del yo».
Hace unos días escuché lo siguiente: «no puedes amar a otros si no te amas a ti mismo» basado en Mateo 22:37-40:

«Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primer y grande mandamiento. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas.»


Uno debiera discernir que implicancias tienen mensajes como este. El texto ha sido leído con los lentes de la psicología humanista cuya base es, en palabras sencillas, que todo hombre de por sí es bueno y lo que rodea al individuo es culpable de cuan malo pueda llegar a ser. Esto es, la sociedad, educación, etc.
Cuando vamos a la Biblia, encontramos que este no es el mensaje del evangelio. El hombre es culpable y por eso necesita un Salvador de sus pecados, no de una sociedad que lo corrompe. Que todas estas cosas influencian en la vida del ser humano es innegable, pero absolver al hombre de su responsabilidad delante de Dios es cosa seria. Si así fuera ¿no sería Dios injusto cuando al final juzgue a la humanidad? ¡Que juzgue a la sociedad!
Sin embargo, ese «no puedes amar a otros si no te amas a ti mismo», es un dicho que se ha popularizado dentro de muchas iglesias cristianas.
Analicemos entonces, qué se proponía enseñar Jesús con este pasaje.

En primer lugar podemos ver que Jesús declara dos mandamientos: Amar a Dios, y segundo, amar al prójimo. No es su intención decirnos que nos amemos a nosotros mismos sino que da por sentado que ya lo hacemos. Ama a Dios, y así como te amas a ti mismo ama a tu prójimo. Como dice el texto, de estos DOS mandamientos depende la ley y os profetas.
Si leemos cuidadosamente, notaremos que la «interpretación psicologica» le hace decir al texto todo lo contrario a lo que éste dice en realidad! Mientras Jesús trata de que saquemos la mirada de nosotros mismos, esta interpretación equivocada hace que centremos la mirada precisamente allí.
El gran problema del ser humano no es que no se ame, sino que se ama a sí mismo demasiado. Aquel que tiene baja autoestima está centrado en sí mismo y mirándose a sí mismo. Aún quien se quita la vida, no lo hace porque se odie, sino porque piensa que haciéndolo se acabarán todos sus problemas y estará mejor. ¿No es eso amor propio?
Lo que Jesús plantea con sus palabras es que nos amamos tanto a nosotros mismos que de esa misma manera debiéramos amar a  los demás.

Jesús también enseñó:

«Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos… (¿No está presuponiendo que queremos ser tratados bien?)
…Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman…» Lucas 6:31, 32


Sí, está presuponiendo que todos queremos ser tratados con amor. Queremos lo mejor para nosotros, queremos ser tratados bien, y en base a ello nos insta a amar de esa misma manera a los demás.
El discípulo de Cristo ama, no como el pecador, que ama a quien le ama, sino como Su Padre que es benigno para con ingratos y malos… Es un amor desinteresado, movido por el galardón y porque de esta forma refleja el carácter de su Padre.

«Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malosv.35

De hecho, en 2 Timoteo 3:1-5 el amor a sí mismo es puesto como la raíz de pecados tales como la avaricia, vanagloria, soberbia, etc. Y como si fuera poco, es la característica de la iglesia corrompida de los últimos tiempos.

« También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos,  sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita.»

¡Tengamos cuidado!! en el Reino al cual pertenecemos los grandes son los siervos, no los servidos (Mateo 20:26-27 ) y estamos llamados a «negarnos a nosotros mismos» para seguir a Jesucristo (Mateo 16: 24, 25)
Aunque en internet, radio o televisión el auge sea otra cosa, la Palabra del Señor es verdadera y permanece para siempre.


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