Pastor: Domingo Arias
El éxito no es nada que llega a la vida de una persona por casualidad. Sino que siempre va precedido de un alto riesgo, y es la única forma de poder alcanzarlo.
Después de lograrlo hay que mantenerlo, y mantenerlo exige un elevado costo.
A todo el mundo le gusta disfrutar los beneficios del éxito, sin tener que correr ningún riesgo, o mantenerlo a través de un elevado costo.
El éxito de David
1- El rey Saúl lo nombró como su emisario especial (verso 2).
2- Jonathan el príncipe heredero hizo un pacto con David (verso 3), las garantías sobre las que se cimentaba el pacto (verso 4).
3- David fue nombrado como uno de los jefes militares del reino (verso 5 b).
4- David tenía el derecho a casarse con la hija del rey.
¿Cuál fue el riesgo para lograr tanto éxito?
Nada mas que vencer a un gigante, que nadie se había atrevido a enfrentar; él era un adolescente, sólo tenía experiencia de cuidar ovejas; mientras que Goliat tenia seis codos y un palmo (10 pies y 6 pulgadas), un casco de bronce, una coraza de bronce con un peso de 135 libras, grebas de bronce en sus piernas, en su espalda un escudo de bronce. Esa era solo su protección, observemos las armas que poseía: una lanza con un asta de unos 12 pies de largo, con una punta de hierro (13 libras), una gran espada y su escudero delante de él.
El éxito no solo genera beneficios, sino que también produce inconvenientes, como son: el celo y la envidia. También hace aparecer falsos amigos y hasta familiares desconocidos.
Cuando Saúl y David, acompañados del ejército regresaban de vencer a los filisteos, el recibimiento del pueblo fue espectacular (verso 6) “Aconteció que cuando volvían ellos, cuando David volvió de matar al filisteo, salieron las mujeres de todas las ciudades de Israel cantando y danzando, para recibir al rey Saúl, con panderos, con cánticos de alegría y con instrumentos de música”
Verso 7 “Y cantaban las mujeres que danzaban, y decían: Saúl hirió a sus miles, Y David a sus diez miles”
Esto provocó que David se ganara un poderoso enemigo, nada más y nada menos que el rey Saúl, el mismo hombre por quien tal ves tan solo un día antes, él había expuesto su vida. (Versos 8-9) “Y se enojó Saúl en gran manera, y le desagradó este dicho, y dijo: A David dieron diez miles, y a mí miles; no le falta más que el reino. Y desde aquel día Saúl no miró con buenos ojos a David”
En cierta ocasión una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga, día y noche la perseguía sin descanso. La luciérnaga al verse perdida ante tan poderoso enemigo, se detuvo; y el dijo “te quiero hacer tres preguntas”.
La serpiente arrogante le respondió “nunca permito esto, pero como te voy a devorar pregunta lo que quieras”
La luciérnaga le preguntó:
¿Pertenezco a tu cadena alimenticia? La serpiente le dijo, no.
¿Yo te hice algún mal? No.
Entonces ¿por qué quieres acabar conmigo?
Porque no soporto verte brillar.
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