El Problema del Mal: Parte III

Después de la defensa de Agustín al problema del mal (lea la introducción a este tema), analizada en el post anterior, analizaremos la respuesta más usada para defender al cristianismo cuando es enfrentado con el problema del mal. Esta solución está basada en el libre albedrío del hombre. Básicamente, esta solución afirma que aunque Dios es todopoderoso, Él ha decidido que los hombres puedan actuar aparte de su divina influencia. Cuando el hombre elige hacer algo malo actúa sin la influencia de Dios, lo hace por su propio libre albedrío, por lo que Dios no puede entrometerse en las acciones ni elecciones de los hombres, por eso Él tampoco puede ser responsable.

Alvin Plantinga, un conocido filósofo protestante desarrolla su defensa al problema del mal a partir del Libre Albedrío del hombre  en su libro “God, Freedom, and Evil” [Dios, Libertad, y Mal], publicado en 1974. Vea un resumen del argumento de Plantinga en el siguiente video.

Si prefiere leer, aquí cito el corazón de la defensa de Plantinga:

Un mundo que contiene criaturas que son significantemente libres (y que libremente realizan más acciones buenas que malas) es de mayor valor, o al menos igual, que un mundo que no contiene criaturas libres. Dios puede crear criaturas libres, pero Él no puede causar o determinarlas a hacer sólo lo correcto. Si Él lo hace, ellos no serían significantemente libres; ellos no harían lo correcto libremente. Para crear criaturas capaces de hacer el bien moral, por lo tanto, Él debe crear criaturas también capaces de hacer el mal moral; y Él no puede dar a esas criaturas la libertad de hacer el mal moral y al mismo tiempo prevenirlas de hacerlo. Como tristemente ocurre, algunas de las criaturas libres que Dios creó ejercieron mal su libertad; esa es la fuente del mal moral. El hecho de que criaturas libres a veces hagan el mal, sin embargo, nunca puede contarse contra la omnipotencia o la bondad de Dios; porque para que Él pudiese eliminar la ocurrencia del mal moral debería también remover la posibilidad del bien moral. (p.30)

Plantinga adopta una visión acerca de la voluntad del hombre llamada libertarianismo. Esta visión enseña que un hombre es libre con respecto a una acción sólo si aquel hombre es libre tanto para ejecutar dicha acción como para no ejecutarla; es decir, si ese hombre no está determinado para ejercer o no ejercer una acción por cualquier causa precedente.

Lo que Plantinga no demuestras es el porqué de su afirmación: “Un mundo que contiene criaturas que son significantemente libres (y que libremente realizan más acciones buenas que malas) es de mayor valor, o al menos igual, que un mundo que no contiene criaturas libres.” Mejor, a los ojos de Plantinga, es lo que él mismo encuentra que es mejor. Mas esa visión es muy antropocéntrica (o Plantingocéntrica en este caso). Los cristianos entendemos que todo lo que Dios hace es justo y perfecto porque cumple con sus planes justos y perfectos porque nacen de su Ser justo y perfecto. Nosotros debemos aceptar lo que Dios revela, no intentar entender el problema del mal usando nuestros gustos personales que están influenciados por nuestro corazón pecaminoso.

¿Es posible que exista libertad en el sentido que Plantinga usa? La Biblia nunca afirma ese tipo de libertad. No es posible ser libre del decreto de Dios. Al contrario, la Escritura nos enseña que todo lo que acontece es parte del decreto eterno de Dios. Para muestra, un botón (o dos): “Nuestro Dios está en los cielos; Todo lo que quiso ha hecho.” (Sal. 115:3) y “Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?” (Dan 4:35). Dios es Dios, parafraseando a Pink (al teólogo, no a la cantante), porque Él es soberano.

Los reformadores tenían esta misma opinión con relación al libre albedrío defendido por Plantinga. Lutero afirmó: “El libre albedrío sin gracia no es libre de ninguna forma, sino que es prisionero permanente y esclavo del mal, una vez que no puede volverse bueno.” Calvino, en la misma línea, afirma que “cuando la voluntad está amarrada como esclava del pecado, ella no puede hacer un movimiento en dirección de la bondad, mucho menos perseguirla firmemente.” El hombre nunca puede actuar de forma independiente del decreto de Dios. Si lo hiciera, entonces Dios es quien sería dependiente de las decisiones y acciones humanas.

Otro problema en la argumentación de Plantinga es la relación que él hace de libertad (libertariana) con la posibilidad de hacer el bien moral. Esa relación no es bíblica. ¿Dónde en la Escritura encontramos que el hombre no es responsable si él no es independiente del decreto de Dios? En ningún lugar! La responsabilidad humana no depende de la libertad que el hombre tenga. Romanos 1-3 es claro al mostrar que el hombre no tiene excusa porque él tiene conocimiento de Dios. Los que no conocen la Escritura, son igualmente culpables porque existe la revelación general que manifiesta los atributos de Dios (1.18-32). Todos los hombres son culpables porque tienen la ley de Dios en sus corazones (2.1-17). Los judíos son culpables porque ellos conocen la Escritura pero no la practican (2.11-24).

La responsabilidad moral, entonces, no es asociada en la Escritura con la libertad o independencia, sino que con el conocimiento que todo hombre tiene de la ley de Dios.

En el próximo post analizaremos la respuesta bíblica a este problema.

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