El Señor nos Llena.

El Señor… sacia al alma menesterosa, y llena de bien al alma hambrienta.Salmo 107:8-9.

Será saciada mi alma, y con labios de júbilo te alabará mi boca.Salmo 63:5.

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¿Qué son cinco panes y dos peces para alimentar a cinco mil personas? ¿Y siete panes y algunos pececillos para saciar a cuatro mil? Por medio de estos dos milagros de Jesús, Dios quiere mostrarnos que los métodos utilizados por el hombre para asegurar sus necesidades no tienen comparación con los recursos divinos. ¡Y con cuánta más razón, cuando se trata de las necesidades del alma, encontramos la respuesta en Dios y no en nosotros!

Un lugar desierto, miles de personas hambrientas: la carencia de los recursos humanos era evidente. Pero el Señor estaba presente e iba a encargarse de la situación. Ni siquiera necesitaba esos panes para saciar a la multitud. Sin embargo, en su gracia empleó esos insignificantes alimentos y por su poder los transformó en una gran abundancia. “Comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que les sobró, doce cestas de pedazos” (Lucas 9:17).

Querido amigo, usted que siente profundamente sus insuficiencias, sean del tipo que sean, piense que éstas dan la ocasión al Señor para llenarlo y enriquecerlo de su gracia. Eso fue lo que comprendió el apóstol Pablo cuando declaró: “Por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2ª Corintios 12:10).


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