GÉNESIS PARTE II/EL CICLO DE ABRAHAM/CAPÍTULO 23

Nosotros te consideramos un hombre distinguido por Dios.

La distinción es lo que marca la diferencia de una cosa con respecto a la otra. Para los hititas, habitantes de Palestina en aquellos tiempos, Abraham era una persona distinguida de parte de Dios. Dado el entorno cultural de la época aquella distinción se debía, con toda probabilidad, a la inmensa riqueza que poseía el patriarca. No olvidemos que hasta la época del Nuevo Testamento la riqueza se consideraba una bendición de parte del Señor y al rico alguien distinguido por Él.

Pero, en estos días ¿Cuál sería la distinción de parte del Señor? ¿Qué es lo que haría que la gente que me rodea  pueda ver, aunque no sepan necesariamente explicarlo, que en mí hay algo diferente a los otros. Sin ninguna duda no será la riqueza lo que marque esa diferencia, creo que es, o debería ser, el carácter.

Que Jesús sea reflejado en mi vida personal, en mi carácter. Que en este se puedan ver, aunque sea de forma incipiente, en formación, en proceso, aquellos rasgos que podían verse claramente en Jesús, buscar la paz, ser agente de restauración, sensibilidad hacia el otro y sus necesidades, búsqueda de la construcción del Reino, perdonar y pedir perdón, buscar el bien del otro, humildad, servicio y una larga lista que, si estuviera presente en mi vida, pudiera hacer que otros dijeran te consideramos un hombre distinguido por Dios, porque no hay otra explicación posible.

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