HECHOS 29. EL TESTIMONIO APOSTÓLICO EN JUDEA Y SAMARIA 10

HECHOS 11:1-18


1 La noticia de que los gentiles[a] habían recibido la palabra de Dios pronto llegó a los apóstoles y a los demás creyentes[b] de Judea. 2 Así que cuando Pedro regresó a Jerusalén, los creyentes judíos[c] lo criticaron.

3 —Entraste en una casa de gentiles,[d] ¡y hasta comiste con ellos! —le dijeron.

4 Entonces Pedro les contó todo tal como había sucedido.

5 —Yo estaba en la ciudad de Jope —les dijo—, y mientras oraba, caí en un estado de éxtasis y tuve una visión. Algo parecido a una sábana grande descendía por sus cuatro puntas desde el cielo y bajó justo hasta donde yo estaba. 6 Cuando me fijé en el contenido de la sábana, vi toda clase de animales domésticos y salvajes, reptiles y aves. 7 Y oí una voz que decía: “Levántate, Pedro, mátalos y come de ellos”.

8 »“No, Señor —respondí—. Jamás he comido algo que nuestras leyes judías declaren impuro o inmundo”.[e]

9 »Pero la voz del cielo habló de nuevo: “No llames a algo impuro si Dios lo ha hecho limpio”. 10 Eso sucedió tres veces antes de que la sábana, con todo lo que había dentro, fuera subida al cielo otra vez.

11 »En ese preciso momento, tres hombres que habían sido enviados desde Cesarea llegaron a la casa donde estábamos hospedados. 12 El Espíritu Santo me dijo que los acompañara y que no me preocupara que fueran gentiles. Estos seis hermanos aquí presentes me acompañaron, y pronto entramos en la casa del hombre que había mandado a buscarnos. 13 Él nos contó cómo un ángel se le había aparecido en su casa y le había dicho: “Envía mensajeros a Jope y manda a llamar a un hombre llamado Simón Pedro. 14 ¡Él te dirá cómo tú y todos los de tu casa pueden ser salvos!”.

15 »Cuando comencé a hablar —continuó Pedro—, el Espíritu Santo descendió sobre ellos tal como descendió sobre nosotros al principio. 16 Entonces pensé en las palabras del Señor cuando dijo: “Juan bautizó con[f] agua, pero ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo”. 17 Y, como Dios les dio a esos gentiles el mismo don que nos dio a nosotros cuando creímos en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para estorbar a Dios?

18 Cuando los demás oyeron esto, dejaron de oponerse y comenzaron a alabar a Dios. Dijeron:

—Podemos ver que Dios también les ha dado a los gentiles el privilegio de arrepentirse de sus pecados y de recibir vida eterna.

Este pasaje no deja de tener ciertos tonos de perplejidad. Pedro regresa a Jerusalén y sus propios hermanos, seguidores de Jesús como él, le critican por haber tenido la osadía de entrar en casa de personas no judías y haber compartido mesa con ellos. Pedro, literalmente, debe de justificarse y explicar, apelando al hecho de haber recibido una revelación directa de Dios, el porqué de sus acciones.

Al leer este pasaje me sorprendía algo que hoy en día continua dándose, a pesar de ser seguidores de Jesús podemos tener nuestra mente tan cerrada como aquellos que criticaron a Pedro por acercarse a los no judíos con el mensaje de Jesús. Podemos tener una imagen tan distorsionada y pequeña de Dios que se nos antoje como blasfemo el que otros actúen de forma que no encaje con la misma, aunque estos lo hagan en imitación del Maestro.

Pensaba que la santidad es parecerse más y más a Jesús, pensar como Él, actuar como lo haría Él, abrigar los mismos valores, la misma perspectiva de la vida que Él abrazó y tener hacia el Padre y hacia el prójimo la misma actitud que Jesús tuvo. Cada vez pienso más que la santidad no es acerca de ser «mejores» que los que nos rodean, ni apartarnos de los «malvados» para no contaminarnos, es ser más como aquel a quien hemos decidido seguir. Todo lo demás vendrá, sin duda, por añadidura.

Un principio

La santidad es ser cada día más como aquel a quien hemos decidido seguir.

Una pregunta

¿Qué signos de Jesús son evidentes en tu vida?


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