Israel y la Iglesia

Israel tiene promesas terrenales, con prosperidad terrenal. La iglesia tiene promesas espirituales, con recompensas celestiales».
La mixtura falsa y engañosa que emplean los predicadores del evangelio de la prosperidad, tergiversando las escrituras, utilizando personajes y promesas hechas al pueblo terrenal, para forzar su filosofía e insertarla en la iglesia, es la que ha dado origen a ese OTRO evangelio.

Dicen que Dios no nos ha llamado a pobreza, para justificar todas las riquezas que han logrado acumular utilizando el nombre del que nació en un pesebre. Pretenden hasta mostrar como credenciales de bendiciones divinas, los imperios económicos que han logrado levantar con estos engaños fraudulentos e inmorales.

Miden las bendiciones de Dios de acuerdo a la cantidad de ceros que pueden exhibir en sus cuentas bancarias, las cuales siempre están recordando en sus programas radiales, cuyo gran objetivo es pedir dinero «para el Señor», pero lo que omiten cuidadosamente decir con sinceridad, es que es para el señor González o señor Pérez, quienes son los dueños de esas cuentas.

Con esa total falta de vergüenza y escrúpulos, hasta se han tomado las calles y plazas para seguir pidiendo dinero en el nombre del Señor, compitiendo públicamente con los mendigos y comerciantes callejeros. Han transformado al Dios Todopoderoso, dueño del cielo y de la tierra, en un vulgar mendigo a quien cualquier transeúnte le puede arrojar algunas monedas para adormecer sus conciencias cargadas de pecados.

Para justificar sus bienes que han adquirido con estas prácticas inmorales, citan como ejemplos las riquezas que obtuvo Abraham y toda la prosperidad de los patriarcas del Antiguo Testamento, pero hemos de recordar que todos ellos fueron del pueblo terrenal, Israel.

Siempre para mostrar a un siervo fiel y próspero deben recurrir a los personajes del Antiguo Testamento, nunca pueden citar la prosperidad como consecuencia de fidelidad en el período de la iglesia ¿por qué?

Simplemente porque esa fue la promesa que Dios le hizo a su pueblo terrenal Israel, no a la iglesia.
A Israel le dijo, Dt.28:1-14 (lea en su Biblia todo el pasaje) «si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos…vendrán sobre ti todas estas bendiciones…frutos de la tierra…vacas, ovejas…te pondrá Jehová por cabeza, y no por cola (de las naciones Ap.21:24)».

La promesa para Israel es muy clara, si fueran fieles, Dios les daría bendiciones terrenales, por este motivo todos los grandes patriarcas y hombres fieles del Antiguo Testamento fueron personas que tuvieron mucho ganado y grandes riquezas. Pero a la iglesia le dice algo totalmente diferente, jamás les habla de bendiciones terrenales, muy por el contrario, les dice precisamente que se alejen de las riquezas de este mundo.

Mt.6:19 «No os hagáis tesoros en la tierra».
Mt.19:23 «Difícilmente entrará un rico en el reino de los
cielos».
Stgo.4:3 «Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites».
Lc.9:3 «No toméis nada para el camino, ni bordón, ni alforja, ni pan, ni dinero».
Lc.9:23 «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame».
Mt.6:20 «haceos tesoros en el cielo».
Mt.6:24 «Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas».

¿Cómo entonces algunos pretenden servir a Dios y a las riquezas? El ejemplo bíblico y toda la historia de la iglesia nos demuestra que mientras más fiel es un cristiano, con mayor austeridad ha vivido.

El mismo Rey de Reyes nos dejó un vivo ejemplo de austeridad, nació en un pesebre, vivió en la casa de un carpintero, y durante su ministerio terrenal no tuvo donde recostar su cabeza. Mt.10:24 «El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su Señor. Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su Señor».

El apóstol Pablo es también un precioso ejemplo de fidelidad y consagración. Dejó todo lo que el mundo le ofreció, un trabajo estable, una posición social (era fariseo de fariseos), pero en él no se cumplió lo que hoy ofrecen los comerciantes del evangelio. Vivió pobremente, enfermo y abandonado en una cárcel. De acuerdo a la enseñanza de los predicadores de ese OTRO evangelio, tendríamos que llegar a la conclusión que el apóstol vivió una vida de pecado, porque eso es lo que afirman; que si usted está mal económicamente o enfermo, es porque tiene pecado o falta de fe.

El propio testimonio de la vida del apóstol dice, 2Cor.11:23-27 «en trabajos más abundante; en azotes sin número; en cárceles más; en peligros de muerte muchas veces. De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar.

En caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez».

Hoy si alguien diera ese testimonio, le dirían que tiene pecado en su vida y que le falta fe, porque Dios nos ha mandado a ser cabeza y no cola, Dios no le ha mandado a pobreza. Tiene que vivir como un hijo de un rey (en el barrio alto).

Pero a lo largo de la historia de la iglesia, podemos constatar que los verdaderos siervos del Señor, los más consagrados, siempre vivieron vidas como la del Señor y del apóstol Pablo:

Jerónimo Savonarola, Juan Bunyan, Jonatan Edwards, David Brainerd, Adoniram Judson, David Livingstone, Juan Paton, Hudson Taylor, etc. Esos eran los grandes héroes de la iglesia verdadera.

Hoy sus héroes son los que han logrado acumular grandes riquezas, los que han hecho alianzas con la apostasía y el mundo habla bien de ellos, de tal modo que el mundo está dispuesto hasta llevarlos como representantes suyos a los cargos políticos.

En cambio el Señor dijo en Mt. 6:26 «¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! Porque así hacían sus padres CON LOS FALSOS PROFETAS».

A lo largo de la historia de la iglesia, la mejor ha sido la del siglo I. Fue rica espiritualmente, pero tan pobre económicamente que tuvieron que mantener comedores diarios para suplir las enormes necesidades de los primeros cristianos, como lo relata el libro de los Hechos.

En el capítulo 2 verso 45 dice: «vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno».

Si el evangelio de la prosperidad que se predica hoy en día fuera verdad, estos primeros cristianos deberían haber sido muy ricos, porque al regalar sus casas, Dios tendría que haberles duplicado, o mejor aún, como dicen, recibir al ciento por uno. Es decir, haber recibido cien casas cada uno.

Pero el relato de las epístolas y la historia lo confirma, la iglesia siguió durante tres siglos más en la pobreza, y que estaba constituida mayoritariamente por los más desposeídos, los pobres de este mundo. Se enriqueció únicamente cuando entró la apostasía con el catolicismo romano por medio del emperador Constantino en el siglo IV.

Hoy también tenemos una iglesia corrupta, llena de riquezas y prosperidad, con enormes templos y grandes imperios económicos que han levantado los líderes que han hecho del dinero su dios. Pero el Señor la define como una iglesia que le produce náuseas, Ap.3:15

«Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. Ojalá fueses frío o caliente. Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad, y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo».

La llamada cristiandad de nuestros días, saturada de comerciantes y traficantes de almas, se define como una iglesia rica, poderosa, respetada por el mundo; pero ni tan siquiera saben que son unos desventurados, miserables, pobres, ciegos y desnudos.

Estos empresarios de la fe han arrastrado a otros ciegos a labores tan poco éticas para juntar dinero, como organizar rifas, hacer y vender comida, «café-concert», festivales de la canción, seminarios donde venden las entradas y demás consumos, «vigilias» o «carrete» (party)cristiano como abiertamente le llaman los jóvenes a esos shows, etc.

Todo lo cual demuestra que no tienen ningún temor de Dios, porque voluntariamente pretenden olvidar que el Señor expulsó del templo, con un látigo a todos esos comerciantes que habían transformado la casa de Dios en cueva de ladrones.

El amor por el dinero les ha llevado a desafiar y desobedecer al mismo Dios que dicen servir. Dios es infinitamente rico y poderoso, la obra es de él, si quiere que le sirvamos en algo, no solamente nos va a capacitar, sino que también nos proveerá los medios, sin tener nosotros que recurrir a esas técnicas y estrategias del mundo mercantil que él repudió abiertamente durante su ministerio terrenal.

Ese mensaje engañoso que enarbolan los falsos ministros de Dios, no lo creen ni ellos mismos, porque de lo contrario venderían para regalar sus propiedades: radios, supermercados, colegios, agencias de viajes, constructoras, inmobiliarias, cementerios, aserraderos, líneas de buses, campos deportivos y de veraneos, centros de eventos, etc. Y se harían más inmensamente ricos al recibir un ciento por uno. Pero ¿por qué no lo hacen?

Ciertamente porque saben muy bien que esa fórmula sólo sirve para que los líderes se hagan ricos, a costa de la pobreza de los ingenuos que han descuidado el estudio de la Palabra de Dios y se encuentran siguiendo ciegamente a un hombre.

A Israel, su pueblo terrenal, Dios le prometió riquezas terrenales, y éstas estaban condicionadas a la fidelidad de ellos, por esta razón todas las promesas para Israel comienzan con un «si» condicional, y todos los hombres fieles de Israel fueron muy ricos.

A diferencia de esto, a los cristianos les dijo que «no tomaran dinero ni para el camino» (Lc.9:3), que «no hicieran tesoros aquí en la tierra» (Mt.6:19), porque «no podéis servir a Dios y a las riquezas» (Mt.6:24).

Este es el motivo que siempre sus ejemplos de hombres fieles y ricos tienen que sacarlos del Antiguo Testamento, que es donde se encuentra el pacto que Dios hizo con Israel, su pueblo terrenal. Pero jamás pueden citar esa característica de fidelidad y prosperidad terrenal en el período de la iglesia del Nuevo Testamento.

¿Por qué Dios actuó de forma diferente con Israel que la iglesia? Porque Israel estuvo bajo la ley, la cual fue dada para llevarnos a Cristo (Gál. 3:24) La ley fue otorgada entre otras cosas, también para probar al hombre que su corazón se aleja de Dios cuando el Señor lo colma de bendiciones materiales.

Allí tenemos el fracaso de Israel como nación y que inclusive llegaron hasta rechazar al Señor Jesucristo. Cuando tenemos necesidades nos acercamos a él, pero cuando nos bendice nos alejamos. Un ejemplo gráfico es el caso de los diez leprosos que clamaban al Señor cuando sufrían esa terrible enfermedad, pero cuando el Señor los sanó, no volvieron ni para darle las gracias.

El pasaje favorito con que los comerciantes de la fe distorsionan la verdad, desconectándolo de su contexto, es Mr.10:30 Porque comienza el Señor prometiéndole al rico, que regale sus bienes y (vr.21) que «tendrá tesoros en el cielo». Y en el Vr.23 «¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!».

Dios no quiere ponernos trabas para hacernos más difícil el camino al cielo. Si está diciendo que las riquezas son una dificultad, él no podría estarnos prometiendo riquezas aquí en la tierra como bendición a nuestra fidelidad; sería un contrasentido absurdo, y eso es precisamente lo que le dijo al rico, que si da todo a los pobres, recibirá tesoros en el cielo.

Lo que está prometiendo en el vr.30 es para «los que a causa de Su nombre y del evangelio» (v.29) reciban en este tiempo «con persecuciones» (v.30) en la familia de Dios cien veces más de lo que perdieron teniendo que abandonar sus casas y sus propias familias.

Debido a «las persecuciones» tenían que huir a otras tierras. Allá en el extranjero, muchas casas de hermanos se les abrirían para recibirlos, pero en ninguna manera les está prometiendo que les darían cien casas con escrituras públicas; porque si lo interpretáramos de esa forma simplista, llegaríamos al absurdo de creer que en el exilio, también Dios les estaba prometiendo en este tiempo, cien esposas más. Porque está hablando no solamente de las casas, sino que también de los padres, la esposa y los hijos, todo eso era lo que encontrarían en la iglesia, en el amor del Señor cien veces más.

Pero obviamente que el carnal tendrá la misma dificultad que tuvo Nicodemo para entender cuando Jesús le dijo que era necesario nacer de nuevo; no podía comprender el concepto espiritual que el Señor le estaba hablando.
1Cor.2:14 «Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente».

También hemos de recordar que el Señor nos dejó cuatro evangelios. Ninguno de ellos se repite, solamente nos dan una visión desde un ángulo distinto para que podamos llegar a una comprensión plena. Es como si cada uno de ellos nos narrara su visión desde los diferentes puntos cardinales. Leyéndolos todos, logramos un relato completo.

Por tanto, siempre es muy saludable leer los pasajes paralelos que se relatan en los otros evangelios. Y en el evangelio de Mateo el Señor aclara en el capítulo 19 verso 28 que está hablando para el tiempo de su retorno en gloria, «cuando los doce apóstoles se sienten sobre doce tronos» (v.28). Y en ese tiempo, dice en el v.29 «Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna».

Sabemos que en el cielo no se casarán ni se darán en casamiento, por lo tanto tampoco se refiere que allá habremos de tener cien esposas literalmente.
La Biblia ha de entenderse con el espíritu, y el espiritual comprende que se está refiriendo a esa gran familia de Dios que habremos de reunirnos en las moradas celestiales que el Señor fue a prepararnos.

Los exponentes del evangelio de la prosperidad, o evangelio de la codicia, que resulta tan atrayente en una sociedad materialista, utilizando las mismas técnicas de los brujos, mentalistas y espiritistas, dicen: «Si Ud. desea obtener algo, piense positivamente, visualícelo en su mente y convénzase que ya lo tiene y eso será una realidad en su vida».

Estas técnicas de la Nueva Era no son nuevas, corresponden a la misma vieja hechicería bajo nuevos envoltorios. Es el poder de la mente o fe en la fe, pero no es la fe en el Señor que tiene el verdadero hijo de Dios.

En su cinismo se atreven a decir: «Exíjaselo a Dios, reclámeselo al Señor, porque él ha prometido que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá» ¡Qué insolencia! Sus criaturas mandando, exigiendo, reclamando a su Creador. ¿Se imagina alguien que en el cielo existe una sección reclamos?

Tuercen Mr.11:24, como siempre, desconectándolo de su contexto. No se trata de tener fe en la fe, porque el mismo pasaje comienza diciendo en el versículo 22 «Tened fe en Dios». El poder proviene del Dios Soberano que hace Su voluntad sobre cielos y tierra.

La promesa de Dios es como dice en 1Jn.5:14 «ésta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa CONFORME A SU VOLUNTAD, él nos oye».

El Señor nunca ha prometido prosperidad terrenal a su iglesia, por el contrario, nos anticipó que su iglesia sería perseguida y menospreciada, por este motivo nos dice que los cristianos debemos tomar su cruz cada día y seguirle.

Pero los falsos líderes religiosos nos dicen que su iglesia debe ser reconocida, respetada y admirada por el mundo. Incluso invitan a sus iglesias a los gobernantes de este mundo, y ellos mismos no ocultan sus ambiciones políticas o de popularidad junto a los grandes de este mundo. Ciegos guiando a otros ciegos, ambos caerán al hoyo.

Con justa razón dijo el Señor: «MUCHOS me dirán en aquel día, Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: NUNCA os conocí, apartaos de mí, hacedores de maldad».

El Señor no les niega que hayan predicado usando Su Nombre bendito, que realizaran liberaciones y muchos milagros, pero la sentencia será una sola: «Nunca os conocí, apartaos de mí, hacedores de maldad».

La gran mayoría queda atónita e incrédula cuando les citamos estos pasajes de la Biblia, y se preguntan por las grandes iglesias y enormes ministerios que tienen tanta gente practicando y creyendo estas cosas condenadas por la Palabra de Dios ¿todos ellos están equivocados?

En este mismo pasaje nos dice el Señor que son MUCHOS. Con justa razón nos habla de una puerta ancha, por donde transitan las mayorías, y una angosta por donde caminan los verdaderos hijos de Dios, porque pocos son los que se salvan.

La iglesia, el pueblo espiritual de Dios, no está en la tierra para gozar de las riquezas de este mundo, ni para ser admirada, respetada o reconocida por los que son enemigos de Dios. Stgo.4:4 «cualquiera que quiera ser amigo del mundo (ecumenismo), se constituye enemigo de Dios».

Si al Señor persiguieron, escarnecieron y aún crucificaron, sus verdaderos discípulos no pueden esperar otra cosa, porque el siervo no es más que su Señor.

La iglesia es un pueblo espiritual con recompensas celestiales, esa es su promesa Mt.16:27 «el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y ENTONCES pagará a cada uno conforme a sus obras». Léalo Ud. en su propia Biblia, esa es la verdadera promesa del Señor.

Los pseudo evangélicos miden las bendiciones de Dios de acuerdo a los bienes materiales que poseen, muchos de ellos obtenidos por medios contrarios a la voluntad del Señor; los líderes manipulando el Nombre bendito del Señor, y los miembros de esas congregaciones en negocios de obscura procedencia, o trabajando horas extraordinarias sacrificando las cosas del Señor y descuidando sus propias familias. Y aún se atreven a decir: «Dios me ha bendecido mucho, tengo una buena casa, un automóvil, un buen trabajo, etc.»

Algunos hasta omiten voluntariamente que están separados de sus propias esposas, y que asisten ocasionalmente a la iglesia para adormecer sus conciencias, pero aún así, se consideran muy bendecidos porque poseen bienes materiales.

«Pobre» del gran apóstol Pablo, que dejándolo todo para seguir al Señor, no recibió ninguna recompensa material, ni tan siquiera buena salud. Y esto no se debió a que viviera en pecado o por falta de fe, como acusan los exponentes del evangelio de la prosperidad.

A la iglesia, el pueblo espiritual, Dios le ha prometido recompensas celestiales. No podemos mezclar las promesas de prosperidad terrenal que el Señor ofreció a su pueblo terrenal Israel, con las que le ha ofrecido a la iglesia. Israel y la iglesia son dos pueblos separados, con pactos y promesas diferentes, unas son terrenales y las otras celestiales.

Por Jack Fleming
http://www.estudiosmaranatha.com/


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