JUAN 30. EL MINISTERIO PÚBLICO DE JESÚS 23

41 Algunos judíos empezaron a hablar mal de Jesús, porque había dicho que él era el pan que bajó del cielo.42 Decían: «¿No es este Jesús, el hijo de José? ¡Nosotros conocemos a sus padres! ¿Cómo se atreve a decir que bajó del cielo?»

43 Jesús les respondió:

«Dejen ya de murmurar.44 Dios mi Padre me envió, así que nadie puede ser mi seguidor si él no lo quiere. Y yo haré que, cuando llegue el fin, mis seguidores vuelvan a vivir para estar con Dios para siempre.45 En uno de los libros de los profetas se dice: «Dios les enseñará a todos». Por eso, todos los que escuchan a mi Padre y aprenden de él, vienen y se convierten en mis seguidores.

46 «Como les he dicho, Dios mi Padre me envió, y nadie más ha visto al Padre sino sólo yo.47 Les aseguro que el que cree en mí tendrá vida eterna.

48 «Yo puedo dar vida, pues soy el pan que da vida.49 Los antepasados de ustedes comieron el maná en el desierto, pero todos murieron.50-51 El que cree en mí es como si comiera pan del cielo, y nunca estará separado de Dios. Yo he bajado del cielo, y puedo hacer que todos tengan vida eterna. Yo moriré para darles esa vida a los que creen en mí. Por eso les digo que mi cuerpo es ese pan que da vida; el que lo coma tendrá vida eterna».

Jesús persiste en su declaración de ser el pan de vida. Esta es la idea central de todo el pasaje que ya llevo días estudiando y que es preciso desmenuzar para entender. Alrededor de esta idea central se dan dos niveles de discusión, a saber, los judíos, preocupados por las necesidades materiales, pragmáticas, inmediatas, es decir, comer. Por otro lado, Jesús, que habla de necesidades más profundas e importantes, sentido, propósito, realización, vida en la dimensión más amplia, no la vida únicamente en su dimensión física.

Jesús pretende llamarles, como pretende llamarme a mí, la atención sobre esas necesidades más profundas y se propone a sí mismo como la solución a las mismas. Afirma que puede darnos vida eterna, no entendiendo esta únicamente como vida después de la muerte, sino una vida auténtica y llena que comienza hoy y aquí y que es digna de ser vivida al margen de cuáles sean las circunstancias o situaciones, incluso profundamente adversas, que estemos viviendo.

Es por eso que en varias ocasiones el Maestro afirma que quien come de otro tipo de panes, volverá a tener hambre. Quien bebe otro tipo de agua, naturalmente volverá a tener sed. Por eso insistentemente afirma que sólo El puede saciar esa necesidad de hambre y sed tan profunda que todo ser humano tiene y que, en ocasiones, perseguimos de maneras incluso autodestructivas para nosotros mismos. No podemos vivir sin sentido ni propósito y, hay veces, que lo buscamos en cosas que causan nuestra destrucción.

Un principio

Yo sigo yendo tras lo superficial, Jesús sigue insistiendo en lo esencial,


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