JUAN 55. EL MINISTERIO PÚBLICO DE JESUS 48

Juan 10: 22-42

22 Era invierno, y Jesús había ido a Jerusalén para participar en la fiesta del Templo.23 Mientras andaba por los patios del templo, cerca del Portón de Salomón,24 lo rodeó la gente y le preguntó:

–¿Hasta cuándo nos tendrás con esta duda? Dinos ahora mismo si eres el Mesías.

25 Jesús les respondió:

–Ya les dije quién soy, pero ustedes no me lo han creído. Yo hago todo con la autoridad y el poder de mi Padre, y eso demuestra quién soy yo.26 Pero ustedes no me creen, porque no me siguen ni me obedecen.27 Mis seguidores me conocen, y yo también los conozco a ellos. Son como las ovejas, que reconocen la voz de su pastor, y él las conoce a ellas. Mis seguidores me obedecen,28 y yo les doy vida eterna; nadie me los quitará.29 Dios mi Padre me los ha dado; él es más poderoso que todos, y nadie puede quitárselos.30 Mi Padre y yo somos uno solo.

31 Otra vez, los jefes judíos quisieron apedrear a Jesús,32 pero él les dijo:

–Ustedes me han visto hacer muchas cosas buenas con el poder que mi Padre me ha dado. A ver, díganme, ¿por cuál de ellas merezco morir?

33 Ellos le respondieron:

–No queremos matarte por lo bueno que hayas hecho, sino por haber ofendido a Dios. Tú no eres más que un hombre, y dices que eres igual a Dios.

34-35 Jesús les dijo:

–¡Pero en la Biblia Dios dice que somos dioses! Y ella siempre dice la verdad.36 Y si Dios me envió al mundo, ¿por qué dicen ustedes que ofendo a Dios diciendo que soy su Hijo?37 Si no hago lo que mi Padre quiere, entonces no me crean.38 Pero si yo lo obedezco, crean en lo que hago, aunque no crean en lo que digo. Así, de una vez por todas, sabrán que mi Padre y yo somos uno solo.

39 De nuevo intentaron encarcelar a Jesús. Pero él se les escapó,40 y se fue de nuevo al otro lado del río Jordán, al lugar donde Juan el Bautista había estado bautizando. Mientras estaba allí,41 muchas personas fueron a verlo, y decían: «Juan el Bautista no hizo ningún milagro, pero todo lo que dijo de Jesús era verdad».

42 Y mucha gente de aquel lugar creyó en Jesús.
Juan narra en estos versículos un nuevo contratiempo entre Jesús y los dirigentes de los judíos. Nuevamente el tema de enfrentamiento es la identidad de Jesús. El Maestro, tal y como había sido anunciado desde su nacimiento es un signo de contradicción total.

Para mí, la aplicación de este pasaje ha consistido en pensar en cuán molesto Jesùs puede llegar a ser. Ese es el problema con Él, no puede estar quieto, no puede ser el Dios que nos guarde y proteja pero que no se meta en nuestros asuntos. No, no podría ser así en mi vida porque Él nunca ha sido así. Siempre incomoda, siempre desafía, siempre inquieta, no me permite estar satisfecho con mi status quo y no buscar su Reino, su justicia, el parecerme a Él.

Cuando Jesús aparece todo se trastorna. Nada puede seguir igual. Cuando le damos voz en nuestras vidas, se toma la palabra y nos pone el dedo en la llaga, con amor, si, pero en la llaga. Pero, todo y lo molesto que esto resulta le doy gracias por hacerlo. Le doy gracias por no permitir que me acomode, me apoltrone, me conforme, me rinda o me engañe a mí mismo.

Gracias Jesús por ser un provocador, gracias por ser un agitador, gracias por molestar. No sé que hubiera sido de mí sin tu trabajo tan bien hecho. Pero, ¿sabes qué? Puedo entender muy bien cómo de molestos se podían sentir los judíos.
Un principio

Permitir que Jesús sea molesto en mi vida.

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