JUAN 66. LOS ÚLTIMOS DÍAS EN JERUSALÉN 3

Juan 13:31-35

31 Después de que Judas salió, Jesús les dijo a los otros discípulos:

–Ahora la gente podrá ver lo grande y poderoso que soy yo, el Hijo del hombre. Gracias a mí también podrán ver lo poderoso y grande que es Dios.32 Si yo hago que la gente vea lo grande y poderoso que es Dios, entonces Dios hará que la gente también vea lo poderoso y grande que soy yo. Y Dios hará esto pronto.

33 «Mis amados amigos, dentro de poco ya no estaré más con ustedes. Me buscarán, pero no me encontrarán. Les digo a ustedes lo mismo que les dije a los jefes judíos: No pueden ir a donde yo voy.

34 «Les doy un mandamiento nuevo: Ámense unos a otros.

«Ustedes deben amarse de la misma manera que yo los amo.35 Si se aman de verdad, entonces todos sabrán que ustedes son mis seguidores.

Jesús habla del amor en este fragmento de discurso. Indica dos cosas acerca del amor, que amemos como Él ha amado y que será, precisamente, el amor el signo que nos identificará como cristianos.

Jesús no me ha amado de forma emocional y sentimental. Su amor ha sido y es incondicional, toma la iniciativa una y otra vez, se plasma en acciones y no en bellas declaraciones, es sacrificial y cuesta un gran precio y, además, es un acto de la voluntad de buscar mi bien no debido a, sino a pesar de como soy.

Jesús indica que no serán mis milagros, mis resultados ministeriales, mi confesión de fe, mi afiliación a una determinada denominación o familia religiosa, ni siquiera el reconocimiento de otros lo que probará mi seguimiento de Jesús a los ojos del mundo, sino más bien mi capacidad de amar con el tipo de amor antes mencionado a la gente, a mis hermanos en particular y al ser humano en general ¡Vaya desafío!

Un principio

Amor como signo de identidad.


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