JUAN 74. LOS ÚLTIMOS DÍAS EN JERUSALÉN 11

Juan 15:18-27

18 «Los que se interesan sólo por las cosas de este mundo los odian a ustedes, pero recuerden que primero me odiaron a mí.19 Ellos los amarían a ustedes si ustedes fueran como ellos. Pero ustedes ya no son así, porque yo los elegí para que no fueran como esa gente. Por eso los odian.

20 «¿Recuerdan que les dije que ningún sirviente es más importante que su jefe? Por eso, si la gente que sólo ama este mundo me ha maltratado a mí, también los maltratará a ustedes. Y si hace caso de lo que yo digo, también hará caso de lo que ustedes digan.21 Todo esto les va a pasar por ser mis discípulos, y porque los de este mundo no conocen a Dios, que me envió.

22-24 «Esa gente no sería culpable por sus pecados si yo no hubiera venido a hablarles, y si delante de ellos no hubiera hecho yo cosas que nadie jamás ha hecho. Pero aun así me odian a mí, y también a mi Padre. Porque el que me odia, también odia a mi Padre.25 Pero todo esto debe suceder para que se cumpla lo que está escrito en los libros de la ley: «Me odiaron sin motivo».

26 «Yo les enviaré al Espíritu que viene del Padre, y que les enseñará lo que es la verdad. El Espíritu los ayudará y les hablará bien de mí.27 Y ustedes también hablarán bien de mí, porque han estado conmigo desde el principio.

Continuando con su discurso, en el contexto de la cena de preparación para la Pascua, Jesús indica que hemos de ser realistas y esperar, en nuestra experiencia como seguidores suyos, las mismas cosas que tuvo que experimentar y vivir Él. De forma específica habla acerca del odio y rechazo por parte de la sociedad y la aceptación o no de nuestro testimonio en favor de Jesús.

Pero mi atención se ha centrado en las palabras de Jesús, él [el Espíritu Santo] dará testimonio en favor de mí. Estas palabras del Maestro me dan una gran sensación de paz y tranquilidad con relación a mi misión en el mundo.

Siempre he pensado que el Señor estaba en una situación muy comprometida y delicada si el éxito de su misión restauradora y de cambiar el mundo dependía de mí, mi capacidad, mi elocuencia, mi habilidad para impactar y cambiar a la gente. La misión del Señor se encontraba pues en una situación de franca vulnerabilidad.

Pero lo que afirma Jesús es que todo eso depende el Espíritu, que es el único que tiene la capacidad de dar testimonio en el corazón de las personas acerca del Maestro. Que es el único que sabe cómo hablar de forma personal al corazón de la gente, que es el único, en definitiva, que tiene la capacidad de convencer de pecado y de la necesidad de Jesús a las personas.

No estoy diciendo que yo no tenga una responsabilidad. No huyo de mi compromiso de dar testimonio de la verdad y de compartir la buena noticia. Sólo afirmo que hay aspectos sobrenaturales en la vida cristiana que nunca podré hacer y que sólo el Espíritu podrá llevar a cabo.

Un principio

Sólo el Espíritu de Dios puede cambiar vidas.


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