La idolatría papal

 

El papa y su séquito.  


Así comenzó el discurso del papa  Benedicto XVI este sabádo 25 de marzo de 2012 ante  una multitud de niños y jóvenes que viajaron a Guanajuato, México: 
Queridos niños:

Estoy contento de poderlos encontrar y ver sus rostros alegres llenando esta bella plaza. Ustedes ocupan un lugar muy importante en el corazón del Papa. Y en estos momentos quisiera que esto lo supieran todos los niños de México, particularmente los que soportan el peso del sufrimiento, el abandono, la violencia o el hambre, que en estos meses, a causa de la sequía, se ha dejado sentir fuertemente en algunas regiones. Gracias por este encuentro de fe, por la presencia festiva y el regocijo que han expresado con los cantos.
Si dejamos que el amor de Cristo cambie nuestro corazón, entonces nosotros podremos cambiar el mundo. 
Los bendigo de corazón y les pido que lleven el cariño y la bendición del Papa a sus padres y hermanos, así como a sus demás seres queridos. Que la Virgen les acompañe.

Fragmentos del discurso copiado de  http://revistaecclesia.com/content/view/33709/338/
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En México, como en casi todas la naciones del mundo, multitudes con un espíritu de idolatría, veneran a un líder religioso, que le dicen papa (padre),  cuando el mismo Jesús enseñó lo contrario:  ( Mateo9 Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos).  
Un líder religioso que en su vano discurso, por un lado exhorta a los jóvenes  a tener el amor de Cristo en sus corazones y por otro lado se despide de ellos diciéndoles «Que la Virgen les acompañe» . Un mensaje lleno de vana palabrería de hombre, de mentira e hipocresía.  ¿Cómo los jóvenes van a tener el amor de Cristo en sus corazones, cuando su dirigente los lleva a venerar a una imagen, y los dirige a que estén en total desobediencia a la Palabra de Dios?

“No te harás imagen, ni ninguna semejanza de cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra: No te inclinarás á ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, 

http://www.corazones.org/oraciones/oraciones_maria/guadalupe_oraciones.htm 

¡Ay! de estos pequeños que son dirigidos a la idolatría y ¡ay! de quienes los guían a a tal perversidad. 
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El siguiente mensaje es copiado del manual Bíblico de la página http://www.estudiosmaranatha.com/manbiblico/manbib_c29.html


Por Jack Fleming

Capítulo 29 – La Virgen María

(Nota: En el desarrollo de este tópico, copiaré textualmente los pasajes de la Biblia Católica Jerusalén).

María fue la madre de Jesús según la carne. Fue el instrumento humano por medio del cual Dios se manifestó en carne y vino al mundo.

Lc.1:30/32 «El ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios, vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo».
Ella era virgen al concebir al Señor Jesús. Lc.l:34 «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?». El vocablo «conocer» en relación al hombre con una mujer, en la Biblia se utiliza para señalar las relaciones maritales.

Esto se aprecia claramente en Génesis, cuando después de todo ese tiempo que vivieron Adán y Eva en el jardín del Edén, y luego de su salida desde allí, dice en el capítulo 4:1 «Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió a Caín». Y esto sucedió muy posteriormente a la creación de ambos.
Lo mismo se lee en el caso de María con José, en Mt.1:24-25 «Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. Pero no la conoció HASTA que dio a luz a su hijo 
primogénito (a su primer hijo); y le puso por nombre Jesús».
La simple lectura del pasaje deja claro que después que nació su primer hijo, sí la conoció. Después José llevó una vida matrimonial normal con ella, de tal modo que Dios los bendijo con varios hijos e hijas más.

Lc.2:7 «dio a luz su hijo primogénito».
Es decir, su primer hijo. Jesús no fue hijo unigénito o hijo único de María y José. Cualquier matrimonio que señala a un hijo como «el primero», es porque claramente está indicando que tiene otros hijos además de ese. Y es aquí cuando una vez más los romanistas se ven forzados a mentir para mantener los mitos que han levantado en torno a María.

Dicen engañosamente el «hijo unigénito» de María, y la verdad es que la Biblia JAMÁS lo llama así, siempre tiene especial cuidado para identificarlo como el hijo «primogénito» de María.
Jesús es el Hijo Unigénito del Padre, pero no de María. Cuando Jesús comenzó su ministerio público, los judíos que le conocían se maravillaban de su sabiduría y comentaban de su familia:

Mt.13:55/56 «¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿Y sus hermanas no están todas entre nosotros?».
Mt.13:46 «Todavía estaba (Jesús) hablando a la muchedumbre, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera y trataban de hablar con Él».
María fue bienaventurada entre las mujeres:
Lc.1:42 «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno». Pero no fue más bienaventurada que los que oyen la Palabra de Dios y la guardan:
Lc.11:27/28 «Una mujer entre la multitud le dijo a Jesús: Dichoso (o Bienaventurado) el seno que te llevó y los pechos que te criaron. Pero Él dijo: Dichosos (o Bienaventurados) más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan».
Mt.12:47/50 «Alguien le dijo a Jesús ¡Oye! ahí fuera están tu madre y tus hermanos que desean hablarte. Pero Él respondió al que se lo decía: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: Estos son mi madre y mis hermanos. Pues todo es que cumpla la voluntad de mi Padre Celestial, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre».
Se sometió a la voluntad de Jesús, su Salvador:
Jn.2:3/5 «haced (todo) lo que Él os diga».
María fue uno de los frutos de la obra redentora del Señor Jesucristo que permaneció fiel a su Salvador, hasta después que Jesús ascendió a los cielos.
Hch.l:14 «Todos ellos perseveraban en la oración con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos».
Luego de este pasaje su nombre no se vuelve a mencionar en las Sagradas Escrituras. Realmente son muy pocos los versículos que hacen alusión a ella, pero a través de estas breves reseñas, podemos ver la hermosura de su carácter y su absoluta sumisión a la voluntad de su Salvador.
Ella no fue la madre de Dios, porque el Dios Hijo es Eterno, ha existido siempre; el mismo Señor Jesús dijo que él era «antes que Abraham» (Jn.8:58) y obviamente antes que María.

María fue la madre de Jesús según la carne porque en él existió esa doble naturaleza, la divina que es eterna, y la humana que fue gestada en el cuerpo de María. Fue el instrumento humano que Dios escogió para manifestarse en carne (lTim.3:16). El medio por el cual Dios tomó un cuerpo para poder morir, porque como Dios no podía morir.

Seguramente que Jesús en su Omnisciencia cual Dios, previendo lo que los hombres idólatras harían con esta santa mujer, JAMAS la llamó «madre».
Es muy curioso que la mayoría de los católicos creen que Jesús comenzó su existencia sólo cuando María lo dio a luz; conocen únicamente al Jesús del pesebre, al niño indefenso en los brazos de su madre, porque eso es lo que su iglesia les ha enseñado para poder sostener ese absurdo de que María es la madre de Dios ¿Si ella es la madre de Dios? ¿Dónde está el padre de Dios?
María nunca recibió adoración ni tuvo participación alguna en todo el culto idolátrico que le ha envuelto la iglesia católica. En primer lugar porque ella NUNCA FUE CATÓLICA.

La historia nos enseña que la iglesia católica nació recién en el siglo IV. Y solamente el 8 de Diciembre de l854 el Papa Pío IX declaró la inmaculada Concepción de María, es decir, que ella nació sin el pecado original que tiene toda la raza humana.
Posteriormente Pío XII anunció en el año l950 que la virgen, luego de morir, resucitó, subió en cuerpo y alma al cielo para ser entronada como «Reina de los Cielos». En el año l965 el Papa Pablo VI la proclamó «Madre de la Santa Iglesia Católica».

Los cristianos que nos regimos únicamente por la infalible Palabra de Dios, sentimos un gran amor y profundo respeto por aquella mujer que fue bienaventurada entre todas. Escogida por Dios como instrumento para otorgar la naturaleza humana del Señor Jesucristo, quien ha existido siempre; antes que María, antes que Abraham, antes que el mundo fuera fundado porque él es el Eterno.
Los pocos pasajes de la Biblia que la mencionan, nos describen la hermosura de su carácter y la completa sumisión a su Salvador. Lo que los hombres idólatras han hecho de ella en nada cambia nuestro amor por María.

Estamos seguros que si ella pudiera intervenir en los eventos terrenales, lo primero que haría sería derribar sus altares que no solamente están usurpando el lugar que sólo le pertenece a Dios, sino desviando a la humanidad a un horrendo paganismo.

Referente a la inmaculada Concepción de María, proclamada por el Papa el 8 de Diciembre de l854, puedo decir, con la autoridad que me concede la infalible Palabra de Dios, que ella misma refuta tal herejía. En Lc.1:46 María reconoce y alaba a Jesús como a su Salvador, dice: «Engrandece mi alma al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios, mi Salvador».¿De qué la había salvado el Señor? De lo mismo que nos ha salvado a todos los cristianos, de nuestros pecados.
En lCor.l5:22 dice «en Adán todos mueren», y en Rm.6:23 «la paga del pecado es muerte». Esta es la razón que desde Adán toda la humanidad debe pasar por muerte, porque el pecado está en nuestros cuerpos. Y ella, como lo reconoce la propia iglesia católica, también murió. ¿Cómo pudo morir si era sin pecado?
Rm.3:10/12 «No hay justo, ni aún uno; no hay quién haga lo bueno, no hay ni siquiera uno» (o una). Si María hubiera nacido sin pecado, Dios no podría decir que «no hay ni siquiera uno».
También se lee en la Biblia que ella era plenamente consciente que tenía pecado, como todos los descendientes de Adán, cuando ella después de dar a luz llevó dos ofrendas al templo conforme lo ordenaba la ley en Lv.12:6/8. Una era ofrenda encendida, simbolizando completa sumisión a la voluntad de Dios, y la otra era una ofrenda por el pecado que admitía poseer. Con estas ofrendas ella buscaba la reconciliación con Dios. Esto se lee en Lc.2:22/24.
La última vez que se menciona a María en la Biblia es en Hch.1:14, donde se relata que los cristianos estaban orando,…y María oraba con ellos. Los cristianos no oraban a María, sino a Dios, al igual que María.
Para sostener la inmaculada Concepción de María, algunos líderes católicos dicen: «como Jesús nació sin pecado, era necesario que también la virgen fuera sin pecado». Pero con ese argumento simplista tendríamos que decir que «la madre de María también fue sin pecado», y así toda la línea genealógica de María debería ser sin pecado, lo cual es un absurdo.
Roma como nos tiene acostumbrado, en un desprecio absoluto por la Biblia, y en su deificación que aumenta día en día por el Papa, ya no intentan buscar un versículo de la Biblia para tratar de justificar sus dogmas y doctrinas. Sino que definitivamente han dejado la Palabra de Dios, para quedarse únicamente con la palabra del Papa.

Porque la inmaculada Concepción y la asunción de María, no existe en ninguna parte de la Biblia, sólo en la fértil imaginación del Papa, quien como es usual, obligó a todos los católicos a aceptar sin reparos su declaración, so pena de caer en pecado mortal, para eso él es «infalible», atributo que únicamente le corresponde a la divinidad.

La iglesia católica es en definitiva una iglesia «Mariana», debido a que ella es su centro de adoración. No tengo la menor duda que el siguiente paso de Roma será proclamarla abiertamente «divina». Como se consideró en el Vaticano II la posibilidad de terminar con la Trinidad de Dios, para integrar a María a una divinidad compuesta por cuatro personas. Se argumentó para su deificación, que ella era «la Madre de Dios», «Madre del Hijo Eterno» y «Esposa del Espíritu Santo».
Pero ¿cuál es el verdadero propósito de esta exaltación de María? Sin lugar a dudas la imagen que proyectan de María; humilde, obediente, dócil, manejable, sometida a la autoridad, es muy conveniente para Roma. Es el ideal que desean inculcar en todas las mujeres católicas, especialmente en las monjas.

No olvidemos que las monjas son, no solamente las siervas de los curas, sino las que mayoritariamente realizan los trabajos sociales que Roma hace en diferentes países, con el dinero de los gobiernos que han delegado en la iglesia católica la administración de diversas instituciones y que la iglesia utiliza con fines proselitistas. Creándose de este modo una simbiosis muy conveniente para ambos.
Los gobiernos obtienen mano de obra barata y la iglesia católica consigue gratis, la propaganda y admiración del mundo por estas obras sociales que los católicos ingenuamente creen que se realiza con dinero de su iglesia.

Entre esta asociación que Roma hace con los gobiernos de todas las tendencias políticas, están las monjas; fieles mujeres, obedientes y sometidas incondicionalmente a la autoridad del Papa, cuya única instrucción religiosa es la repetición incansable de rezos, la confesión al cura y la confidencia sumisa y leal a la madre superiora. Qué mejor que alimentarlas con un modelo de mujer que ellas adoren.
Sin duda la veneración a María impuesta por Roma sobre todo el clero y los laicos, no está inspirada en la devoción, ni es tan solo un asunto de dinero, sino de sobrevivencia de la iglesia católica.
Los cristianos que seguimos las enseñanzas apostólicas reveladas en la Biblia amamos a María, pero rechazamos toda esta maquinación que hace Roma para obtener esta clase de objetivos.
Le invito a leer por usted mismo la Biblia y comparar lo que Dios dice, con lo que Roma ha inventado entorno a María, y decida con cual versión se queda, ¿con la de Dios o la de los hombres?




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