La Oración y las Bienaventuranzas (1°parte)

El Padre Celestial escucha de modo especial la oración de quienes saben amar; aunque alguna vez parezca que guarda silencio. Espera a que nuestra fe se haga más firme, más grande la esperanza, más confiado en su amor eterno.

Al Señor le es especialmente grato que oremos y tengamos compasión por el prójimo. La necesidad nos obliga a orar por nosotros mismos, y el amor a pedir por los demás.

Jesús y las Bienaventuranzas

Viendo la multitud, subió al monte…… Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo (Mt 5)

Aquí encontramos a Jesús como Aquel que anhela vernos bienaventurados y dichosos. Desde este monte Jesús derramó el amor de su corazón sobre sus discípulos. Levantó su voz y proclamó y anuncio el Reino de Dios y sus Bienaventuranzas.

Podemos afirmar que el llamado “Sermón del monte” y dentro de él las “Bienaventuranzas” son el meollo, la médula espinal de todo el Evangelio.

No hay palabras en todas las Santas Escrituras que sean más preciosas o que estén más cargadas de solemne sentido.

La primera palabra del clásico sermón grandioso de nuestro Señor es “Bienaventurados.”

La palabra Bienaventuranza viene del Griego MAKARIOS Significa= Afortunado, Bien librado, Bienaventurado, Dichoso, Bendito y Feliz.

Dice ante este evangelio de Mateo:

…. Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo (Mt 5)

Les Enseñaba: «Enseñar» no es informar; hay una diferencia.

Informar es hacer conocer algo que uno no conocía, y enseñar es hacer conocer algo y además, tiene que ser aplicado en la vida del discípulo.

De manera que ser discípulo significa aprender del Maestro para traducirlo en su propia conducta: porque aquí lo que se enseña es una manera de vivir. No son teorías ni menos filosofías de hombres, sino una manera de vivir bajo el Reino de Dios.

Por tanto, lo que Jesús va a decir ahora es para su inmediata aplicación por parte de los discípulos y de todos los que le escuchan.

Veremos brevemente estas nueve (9) bienaventuranzas y oramos que podamos aprender del Divino Maestro y Señor de nuestras vidas:

…. Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo (Mt 5)

1) Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Pero también es cierto, que a la gente pobre, se le reconoce como la persona que confía en Dios, son los que buscan a Dios y no creen que su inteligencia, su mente, les lleve al conocimiento de Dios. Son pobres, pues están necesitados del Perdón y Misericordia de Dios.

El Señor los bendice diciendo que de ellos es el reino de los cielos, significando que alcanzarán la Salvación y la Vida Eterna si perseveran en el Camino del Señor.

EL salmista David dice:

Este pobre clamó, y le oyó Jehová, Y lo libró de todas sus angustias.

Temed a Jehová, vosotros sus santos, Pues nada falta a los que le temen. (Sal 34:6 y 9)

2 ) Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.

Jesús vino a consolar a los tristes y vino a enseñarnos un norma de vida, quien siga el camino por El trazado, a pesar de su tristeza que podemos llevar por las distintitas situaciones de esta vida que mucha veces no es fácil para nosotros, recibirá finalmente el consuelo de su amor abriéndole las Puertas del Reino de los Cielos, allí donde no habrá mas llantos. El apóstol Pablo dice

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones…..(2Co 1:3-4a)

3 ) Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.

Manso viene de la palabra «amansar» que significa = «hacer manso a un animal, domesticarlo. Sosegar, apaciguar, mitigar, domar el carácter». Es lo opuesto de orgulloso y arrogante.

Los mansos son los que están sujetos a Dios. Tienen dominio propio, porque están bajo el control de Dios. aquellos que tienen fortaleza de espíritu, aquellos que llevan con serenidad, calma y esperanza las cargas de la vida y no se desesperan ante los problemas, porque han puesto su esperanza en el Señor y saben que el Señor no falla, no defrauda a todo aquel que confía en Él.

Y Jesús nos dice:

Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas (Mat 11:29)

4) Bienaventurados los que tienen hambre y sed de Justicia, porque ellos serán saciados

Los hambrientos de justicia son también los sufridos y los que lloran o viven sometidos sin resignarse.

Hechos de los Apóstoles habla de varias personas que tenían hambre y sed de justicia (Hech. 2, los tres mil que fueron bautizados; Hech. 8, los samaritanos y el eunuco

Son los que tiene gran deseo de hacer la voluntad de Dios. Desean «como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada y como el salmista:

Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo…. (Sal 42:2)

«Serán saciados«. Esta es la dicha, el contentamiento verdadero, aun aquí en este mundo, y eternamente con Dios.

¡Podría ser que el sermón de Jesús nos motive a examinar nuestras oraciones, actitudes, para ver si hay espacio para mejorar en nuestra relación tanto con Dios como con nuestro prójimo!

Bendiciones…..


Comentarios

2 respuestas a «La Oración y las Bienaventuranzas (1°parte)»

  1. Avatar de Moisés gallegos
    Moisés gallegos

    Muy buena enseñanza bendiciones me ayudo mucho

  2. Avatar de lourdes parra
    lourdes parra

    Que bendicion esta palabra, pongamosla por obra. Dios nos quiere bendecir, pero tambien nos demanda.

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