La presencia que nos da la fortaleza

Estar conscientes de la presencia de Dios nos da poder para desempeñar nuestro trabajo.
Como creyente, usted es servidor del Dios vivo en cada instante y en cada tarea. Esto significa que, ya sea que esté expulsando ejércitos enemigos de la Tierra Prometida, cambiando pañales, haciendo negocios millonarios, repartiendo pizzas, o enseñando en una clase de escuela dominical, debe honrar a Dios en todo lo que hace. A veces, sin embargo, eso es más fácil de decir que hacer. Algunas tareas a las cuales usted será llamado serán difíciles, tediosas, agotadoras e incluso dolorosas. ¿Cómo hacer lo mejor cuando nuestro trabajo nos causa temor, frustración o desaliento?
Colosenses 3:23-24 enseña: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís”. Eso significa que es posible que usted no vea ningún incentivo terrenal por su labor, pero hay sin duda un premio celestial que está logrando por medio de cada acto de servicio fiel. El comprender que Dios es su jefe, y que Él tiene un propósito más elevado para lo que usted está haciendo, puede motivarle a soportar la prueba. A cambio de eso, Él se convierte en su fortaleza, su sabiduría y su creatividad.
Ejemplos

Elías: Cómo manejar las presiones
Las situaciones tensas pueden llevarnos a reaccionar de forma indebida. El profeta Elías ilustra la importancia de ver las circunstancias desde la perspectiva de Dios.
Dios envió al profeta a rescatar Israel de su decadencia moral y espiritual. Elías confrontó y derrotó a los profetas de Baal (1 R 18.17–40), pero la perversa reina Jezabel lo amenazó de muerte por haber ejecutado a sus falsos profetas.
En lugar de aferrarse a la fidelidad de Dios, Elías sintió pánico y corrió a esconderse (1 Reyes 19:3). Dios le recordó a su profeta que su provisión y protección eran suficientes para sus circunstancias. Elías no estaba solo, y Dios no iba a dejarlo enfrentar por sí solo la ira de Jezabel. De hecho, había siete mil israelitas igualmente fieles y dedicados a Dios, que jamás rendirían culto a los dioses falsos de Jezabel. Esto animó a Elías, y el profeta reanudó su misión con Dios.
Como Elías, necesitamos descansar en Dios, recordar su fidelidad y confiar en Él para el futuro. Dios permanece activo en nuestras vidas incluso cuando parece que nos hemos quedado solos y Él ya no nos habla. Dios todavía está con usted, por eso tenga confianza que Él le ayudará en cualquier situación que enfrente ahora mismo.

Micaías: Siervo valiente de Dios
El profeta Micaías nunca tuvo miedo de transmitir las palabras de Dios, por duras que fueran para sus oyentes. En cierta ocasión, unos consejeros de la corte instaron a Micaías a darle palabras de ánimo a un rey malvado, pero el profeta no tenía ninguna intención de ablandar su mensaje. “Vive Jehová,” declaró el profeta, “que lo que mi Dios me dijere, eso hablaré” (2 Cr 18:13).
Sin importar lo que otros quieran que proclamemos acerca o de parte del Señor, debemos mantenernos fieles y decir lo que Él nos mande decir. Debemos escuchar atentamente a Aquel que nos da el mensaje y luego transmitirlo con precisión y fidelidad.
¿Cómo adquirimos la valentía para hacer tal cosa? Si llegamos a experimentar de verdad el amor de Dios, no tendremos temor alguno de proclamar su Palabra. Como Juan escribió: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo” (1 Jn 4:18).

Conclusión
Piense en una tarea difícil o tediosa que debe enfrentar, y dedíquese a realizarla por amor a Dios. Observe cómo Él resolverá cada situación para manifestarse en su vida.
Pídale a Dios que lo traiga a una íntima comunión con Él, y que transforme su vida para que, no importa lo que le pidan hacer, usted impactará al mundo por la causa del reino de Dios.





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