Las Bienaventuranzas y La Oración (2°parte)

La constancia en la oración nace de una vida de fe, de confianza en Jesús que nos oye incluso cuando parece que calla. Y esta fe nos llevará a un abandono pleno en las manos de Dios.

La bienaventuranza es la nota clave y sin embargo, el camino para dicha bienaventuranza conduce a sus seguidores a través de un territorio extraño e inesperado. En unas pocas, concisas y vívidas palabras con imágenes Jesús bosqueja la vida cristiana ideal, un ideal que fue un reflejo de la vida sumamente atractiva que Él vivió entre los hombres.

Recordando las primeras cuatro bienaventuranzas de Mateo ya mencionadas en la primera parte hablan de una situación negativa, de una situación dolorosa de la Humanidad, y se hace una promesa que va a remediar esa situación dolorosa:

Bienaventurados los que sufren, porque ésos recibirán el consuelo; Bienaventurados los pobres, porque ésos van a heredar la tierra»… Es decir, sufrir, estar sometido y padecer injusticia son situaciones negativas, y hay tres promesas de que esas situaciones se van a remediar.

El notable contraste con los estruendos y las amenazas del monte Sinaí, Y el manifiesto del reino de Cristo se inicia con una bendición.

5) Bienaventurados los Misericordiosos porque ellos alcanzarán Misericordia

La misericordia no consiste sólo en dar a los pobres, sino también comprender los defectos que pueden tener los demás, disculparlos, ayudar a superarlos y querer a los otros aún con sus defectos.

Sobre todo, los misericordiosos perdonan las ofensas de otros, como Dios les ha perdonado a ellos (Mat. 6:12, 14, 15; Efes. 4:32) Dice el Salmo:

Con el misericordioso te mostrarás misericordioso, Y recto para con el hombre íntegro (18:25)

6) Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios

La palabra «corazón» abarca el intelecto, la voluntad, las emociones, y la conciencia. Es necesario que limpiemos nuestro corazón. El corazón es la fuente de nuestra conducta

Las personas de limpio corazón son las que no tienen mancha, pues han sido limpiadas por la Sangre de Cristo en la Cruz de sus errores y pecados.

La oración del salmista nos enseña:

Tú has probado mi corazón, me has visitado de noche; Me has puesto a prueba, y nada inicuo hallaste; He resuelto que mi boca no haga transgresión (Sal 17:3)

Salmo 86:11. «Afirma mi corazón para que tema (reverencie) tu nombre«……»Pecadores, limpiad las manos; y vosotros de los de doble ánimo, purificad vuestros corazones… Humillaos delante del Señor, y él os exaltará» (Stg 4:8,10)

7 ) Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios

Parafraseando estas benditas palabras: Dichosos aquellos que no siembran divisiones, enfrentamientos, sino por el contrario, buscan caminos de entendimiento, tiran puentes de comunión y de unidad. Ellos se llamarán nada menos que hijos de Dios.

El significado de la palabra Paz (Hebreo Shalom = Paz ; Griego Eirene = Concordia). Plenitud, entereza, firmeza, buenas relaciones entre vecinos, bienestar y seguridad o la recompensa de una mente que permanece en Dios (Isa 26:3) y es una característica sobresaliente del Señor.

La paz es el resultado del perdón de Dios y es la relación ideal con el hermano y que beneficia a quienes lo practican, La paz es la presencia de Dios, no la ausencia de conflictos.

También las escrituras nos enseñan cómo debe de estar nuestros corazones antes de orar:

Apártate del mal, y haz el bien; Busca la paz, y síguela.

Los ojos de Jehová están sobre los justos, Y atentos sus oídos al clamor de ellos (Sal 34:15 – 16)

8) Bienaventurados los que padecen persecución por la Justicia, porque de ellos es el Reino dé los cielos.

Dios dice que no nos sintamos deprimidos si no le agradamos a las personas e incluso hacen un esfuerzo para lastimarnos y acusarnos de cosas que no somos. Al final del día, no somos nosotros que les desagradamos, es el hecho que nosotros obedecemos a Dios cuando no es fácil de hacer y por debajo les asusta que deban obedecer a Dios también.

Muchos son mis perseguidores y mis enemigos, más de tus testimonios no me he apartado (Sal 119:157)

Cuando Mateo habla del Reino de los Cielos lo que significa es la universalidad de su Reino: un reino destinado a una Humanidad entera. En cambio, cuando habla del Reino de Dios significa, entonces, el reino que espera Israel: la prueba es que lo usa en tres con-textos en los que se refiere al pueblo judío, a su expectativa. Como para nosotros «los cielos» es una cosa impersonal, no vemos esa distinción, y por tanto es mejor traducir «el Reino de Dios». Mejor aún, el «Reinado de Dios», pues la palabra no significa reino sino reinado, que no es lo mismo.

Esta palabra griega –«basileia»– tiene tres significados:

1º la realeza, es decir, la dignidad del rey: el que tiene esa dignidad y, por lo tanto, tiene derecho a gobernar al pueblo;

2º el reinado, que es la actividad del rey, que nace del hecho de que es rey, de que tiene la realeza;

3º el reino, es decir, el territorio de los súbditos sobre los que se ejerce el reinado. En griego tiene, por tanto, estos tres significados.

Pero como esto es una traducción de una palabra aramea –«malkut»–, en arameo significa «reinado»: es activo; es la actividad de gobierno que Dios ejerce.

9 ) Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo

El primer calumniado y perseguido por el nombre de Dios fue Jesucristo, luego los mártires de los primeros siglos de la Iglesia y en nuestro tiempo quienes han decidido seguir a Cristo de manera radical.

La bienaventuranza consiste en el gozo de la cercanía especial de Cristo en el momento de la prueba. El hombre que es envidiablemente afortunado, como los tres jóvenes en el horno feroz, descubre que en medio de los feroces fuegos de la persecución, el Hijo de Dios anda con él y que el fuego no lo toca.

Tal es el concepto elevado de nuestro Señor sobre el carácter cristiano ideal.

¿Es nuestro?…. ¿Es demasiado elevado?

Dios no conoce norma salvo el carácter de su propio Hijo. El propone que todos debemos estar hechos a la imagen de su Hijo, y es el deleite del Espíritu Santo llevarlo a cabo.

Oramos juntos diciendo:

Señor, nada quiero más que lo que Tú quieras…. Aun lo que en estos días vengo pidiéndote, si me aparta un milímetro de la Voluntad tuya, no me lo des…. Solo quiero lo que Tú quieres y porque Tú lo quieres!

Bendiciones…..


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