lesturas 15 de abril de 2010

jueves 15 Abril 2010
Jueves de la II Semana de Pascua

Beato Damián de Veuster, San Marón , Santa Basilisa

Leer el comentario del Evangelio por
San Agustín : «El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque da el Espíritu sin medida»

Lecturas

Hechos 5,27-33.
Los hicieron comparecer ante el Sanedrín, y el Sumo Sacerdote les dijo:
«Nosotros les habíamos prohibido expresamente predicar en ese Nombre, y
ustedes han llenado Jerusalén con su doctrina. ¡Así quieren hacer recaer
sobre nosotros la sangre de ese hombre!».
Pedro, junto con los Apóstoles, respondió: «Hay que obedecer a Dios antes
que a los hombres.
El Dios de nuestros padres ha resucitado a Jesús, al que ustedes hicieron
morir suspendiéndolo del patíbulo.
A él, Dios lo exaltó con su poder, haciéndolo Jefe y Salvador, a fin de
conceder a Israel la conversión y el perdón de los pecados.
Nosotros somos testigos de estas cosas, nosotros y el Espíritu Santo que
Dios ha enviado a los que le obedecen».
Al oír estas palabras, ellos se enfurecieron y querían matarlos.

Salmo 34,2.9.17-18.19-20.
Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mis
labios.
¡Gusten y vean qué bueno es el Señor! ¡Felices los que en él se refugian!
pero el Señor rechaza a los que hacen el mal para borrar su recuerdo de la
tierra.
Cuando ellos claman, el Señor los escucha y los libra de todas sus
angustias.
El Señor está cerca del que sufre y salva a los que están abatidos.
El justo padece muchos males, pero el Señor lo libra de ellos.

Juan 3,31-36.
El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra
pertenece a la tierra y habla de la tierra. El que vino del cielo
da testimonio de lo que ha visto y oído, pero nadie recibe su testimonio.
El que recibe su testimonio certifica que Dios es veraz.
El que Dios envió dice las palabras de Dios, porque Dios le da el Espíritu
sin medida.
El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en sus manos.
El que cree en el Hijo tiene Vida eterna. El que se niega a creer en el
Hijo no verá la Vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él».

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.

Leer el comentario del Evangelio por

San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la Iglesia
Confesiones XI, 2.3

«El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque da el Espíritu sin medida»

Oh Señor, Dios mío, luz de los ciegos y fuerza de los débiles, pero al
mismo tiempo luz de los videntes y fuerza de los fuertes, presta atención a
mi alma, óyela gritar desde el fondo del abismo (Sl 129,1). Porque si tú no
nos escuchas incluso en el abismo, ¿a dónde iremos? ¿A quién vamos a
dirigir nuestro clamor?

«Tuyo es el día y tuya es la noche» (Sl 73,16). A un signo tuyo, los
instantes se esfuman. Da desde ahora ampliamente a nuestros pensamientos el
tiempo para escudriñar los lugares escondidos de tu ley y no cierres su
puerta a los que llaman a ella (Mt 7,7). No es sin razón que has querido se
escribieran tantas páginas llenas de oscuridad y misterio. Estas bellas
selvas ¿no tienen sus ciervos (Sl 28,9) que vienen a ella para refugiarse y
saciarse, pasearse y alimentarse, acostarse y rumiar? Oh Señor, condúceme
hasta el fin y revélame sus secretos.

Tu palabra es todo mi gozo, tu palabra es más dulce que un torrente
deleitoso. Dame lo que amo, porque amo y ese amor es un don tuyo. No
abandones tus dones, no desdeñes tu brizna de hierba sedienta. Que yo
proclame todo lo que descubriré en tus libros; haz que «escuche la voz de
tu alabanza» (Sl 25,7). Que yo puede beber tu palabra y considerar las
maravillas de tu ley (Sl 118,18) desde el primer instante en que has creado
el cielo y la tierra hasta el reino eterno contigo en la ciudad santa.


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