LEVÍTICO PARTE I/ LA REGULACIÓN DE LOS SACRIFICIOS/ CAPÍTULO 2

Cuando presentes al Señor una ofrenda de las primicias del cereal, la ofrenda deberá ser de grano nuevo, molido y tostado al fuego.

Los sacrificios por el pecado tenían como finalidad recordarnos el principio de que sin derramamiento de sangre no hay perdón del pecado. Las ofrendas es otro cantar.

El capítulo 2 de Levítico habla de diferentes tipos de ofrendas, entre ellas las primicias de la cosecha, que el Señor no necesita para nada pero nosotros si. Paradójicamente la ofrenda tiene como finalidad ayudarme a mí y, naturalmente, no a Dios.

La ofrenda me ayuda a pensar que, en el caso de una sociedad eminentemente agrícola, la cosecha que estoy disfrutando viene dada por el Señor, se debe a su fidelidad y a su misericordia y la pequeña parte que le devuelvo tiene como propósito que no olvide ese principio tan importante.

En una sociedad como la nuestra debemos encontrar otros sustitutos que nos ayuden a recordar los mismos principios. El diezmo sería, en buena medida, ese sustituto que grave en nuestras mentes la importancia de no olvidar de donde vienen nuestras bendiciones.

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