Lo que Jesús comió no nos dice nada, pero con quién comió mucho

Esta semana que recordamos la muerte y resurrección de Jesús el hijo de Dios, es bueno recordar también con qué tipos de persona Jesús comió. ¿Por qué es tan importante saber con quién Jesús comió? Porque comer no es  un evento silencioso, es un evento social. Es un momento para hablar sobre los temas actuales, la última noticia, para compartir ideas y conocerse unos a otros.  Es en la sobre mesa – ese momento posterior a la comida – en donde más se comparte. Ya no hay comida, pero si una conversación generalmente larga y amena.

Con quién Jesús comió nos dice mucho. Mucho del hijo de Dios y de su propósito. Porque si Jesús lo hizo, como sus discípulos, también debemos hacerlo. Es cierto, Jesús comió con justos, pero también con pecadores. Comió con gente bien vista y también con gente mal vista por su avaricia y por enriquecerse al cobrar de más tal y como fue el caso de Mateo el publicano (recaudador de impuestos).

Un día no sólo comió con Mateo el recaudador de impuestos sino que también con otros pecadores (Mateo  9:9 y 10). Esto no les gusto a los fariseos quienes les preguntaron a sus discípulos ¿Por qué come su maestro con recaudadores de impuestos y con pecadores? Me hubiera escuchado la respuesta agresiva de Pedro, o de Tomás o de cualquier otro discípulo. Pero ninguno de ellos habló. Fue el mismo Jesús el que les respondió y vaya respuesta.

“Al oír esto, Jesús les contestó: —No son los sanos los que necesitan médico sino los enfermos.13 Pero vayan y aprendan lo que significa: “Lo que pido de ustedes es misericordia y no sacrificios.” Porque no he venido a llamar a justos sino a pecadores.” Mateo 9:12 y 13 NVI

En esta porción de la escritura veo tres cosas a recordar en esta semana Santa.

Lo primero es que nadie visita al doctor a menos que esté enfermo. Jesús es el médico por excelencia que cura a todo ser humano de la enfermedad más grande del mundo, el pecado. TODOS los problemas de la humanidad son el resultado de la desobediencia directa a los mandamientos directos de Dios. Dios claramente dijo en la Biblia “No robarás”. Pero cuando se quebranta este mandamiento en los gobiernos, en la iniciativa privada, en las organizaciones no lucrativas empobrecen a quienes sirven y enriquecen a quienes no sirven para manejar dinero que no es de ellos como si fuera de ellos y hacerlo con integridad. Jesús comía con recaudadores de impuestos y pecadores porque él era el médico, él tenía la cura para ellos. Ellos no lo buscaban, él los buscaba.

En segundo lugar, veo una petición de Jesús a los fariseos que veían mal que se juntara con gente pecadora. Veo un regaño pero no de aquellos que dan miedo, sino de aquellos que dan vergüenza. Vergüenza porque de pronto ese regaño nos abre los ojos y nos hace ver lo equivocados que estábamos en nuestros juicio y conducta anterior. El regaño que da vergüenza es: Pero vayan y aprendan lo que significa: “Lo que pido de ustedes es misericordia y no sacrificios”. La misericordia la define el diccionario como la virtud que inclina a compadecerse, perdonar o solucionar las miserias ajenas. Jesús les dice: ¡vean a esta pobre gente perdida en sus pecados! ¡Abran los ojos y compadézcanse! ¡Ámenlos, dedíquenles tiempo, compadézcanse de ellos y tráiganlos a la libertad! Podemos cumplir con todos los ritos de nuestra fe y honrar según nosotros a Dios y estar deshonrando su mismo nombre al no amar al pecador, a aquel que aún ni cree que Dios existe o peor aún como aquellos que ahora dicen que ni siquiera saben si están seguros que Dios existe o no existe.

Tercero, comprendo claramente cuál es el grupo objetivo de Jesús. Su grupo objetivo son los pecadores y no los justos. Porque los justos ya están dentro, ya están en la fe. Pero los pecadores están perdidos en sus pensamientos equivocados, que producen una conducta equivocada y hasta disfrutan haciendo lo malo creyendo que está bueno. Por eso Jesús les dice a los fariseos: “Porque no he venido a llamar a justos sino a pecadores.”

Así que si usted es un pecador de aquellos que no cree posible que Dios lo ame por tantas maldades que ha hecho que hasta se avergüenza, se siente sucio e incapaz de ser amado por él. Déjeme decirle que Dios no murió por gente justa. Murió por 12 discípulos injustos. Uno lo traicionó y hasta se suicidó pero aún a él lo hubiera perdonado si se lo hubiera pedido. Y los 11 restantes prometieron jamás abandonarlo y hasta si fuera necesario morir por él (todos recordamos sólo al pobre Pedro, pero dice la Escritura que después que él dijo estas palabras, todos dijeron lo mismo). Y sin embargo en el Getsemaní todos los abandonaron y huyeron. Es por estos traidores que Jesús murió. Es por estos hombres faltos de palabra al no cumplir su promesa que Jesús murió voluntariamente en la cruz. Es por ellos y un pueblo que en su mayoría no lo amaba que murió. Murió aún por los dos presos que están a su lado en la cruz. Claro que sólo uno aceptó su perdón y creyó que era el hijo de Dios que salvaba al mundo de sus pecados.

Jesús el hijo de Dios busca pecadores. No sólo para compartir con ellos como lo hizo con Mateo. Sino para que al conocerlo sean transformados y pasen de muerte a vida. Para que a pesar de un pasado sucio y vergonzoso puedan nacer a una nueva vida al recibir su perdón de pecados. Para que sepan que aunque esta vida es corta, existe una promesa de vida eterna con él.

En esta Semana Santa ¿Qué tal si también tiene una vida santa? Arrepiéntase de sus pecados, crea que Jesús es el hijo de Dios que murió en la cruz por pagar el precio de nuestros pecados al llevar sobre él le castigo de nuestros pecados y sea salvo.

Seguramente conoce a alguien que era en su conducta algo espantoso y ahora ya no. Que era un pecador y ahora es justo. Es porque así como Jesús dividió la historia en un antes y en un después de Cristo. Hoy sigue dividiendo la historia de toda persona que cree en él en un antes y un después de Cristo. Un antes lleno de desorden y pecado y un después lleno de vida y justicia.

Y para los que hoy pueden decir con la frente en alto “Ya soy un discípulo de Jesús”. Agachen la cabeza frente a los pecadores, llénense de compasión, coman con ellos y cuéntenles por qué murió Jesús en la cruz. El los ama, por ellos vino. Amémoslos también nosotros.

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