MARCOS ESTUDIO 6: MENTE CERRADA

Tenían la mente cerrada, pues no habían entendido el verdadero significado del milagro de los panes.

Creo que una de las cosas que caracteriza la sociedad en que me ha tocado vivir es la multiplicidad de experiencias que tengo la oportunidad de vivir. Además del número me sorprende también la velocidad pavorosa de las mismas. Acumulo experiencias, sin embargo, eso no significa que las mismas dejen un impacto en mi vida y me ayuden a ser más similar a Jesús o, simplemente, más sabio.

Pienso que este es un problema muy humano. Algo similar le ocurrió a los discípulos que a pesar de experimentar milagros espectaculares estos no producían el impacto que sería de esperar en sus vidas. El escritor del evangelio nos dice que era debido a que tenían la mente cerrada.

Ignacio de Loyola, el fundador de la orden de los jesuitas, afirmaba que una vida no reflexionada no era digna de ser vivida. Ignacio se refería a la necesidad imperiosa de pararnos, tomar distancia y reflexionar sobre la que vivimos y sobre cómo vivimos. La reflexión nos ayuda a convertir las experiencia en vivencias y de este modo acumular sabiduría para la vida cotidiana.

Vivir sin reflexionar es, por decirlo de alguna manera, simplemente existir, es dejar que la vida pase por nosotros en vez de hacer de la misma nuestra aliada, nuestra amiga, nuestra formadora. Del mismo modo la falta de reflexión hace que la intervención de Dios en la historia y en nuestra vida pase desapercibida para nosotros.

La reflexión abre nuestra mente a lo que no es evidente a simple vista, a aquellas cosas que sólo -como diría el Principito- pueden ser percibidas con el corazón.

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