No es por mi justicia

«Oye Israel: tú vas hoy a pasar el Jordán, para entrar a desposeer a naciones más numerosas y más poderosas que tú, ciudades grandes y amuralladas hasta el cielo» Deuteronomio 9:1

Hay una pregunta que no es fácil de responder y que incluso ha llegado a usarse cómo excusa para no querer saber nada de Dios ¿Por qué Dios permitió (más bien ordenó) que el pueblo de Israel exterminara a las naciones que se encontraban en la zona de canaán? Cómo dije anteriormente, esta pregunta no es fácil de responder, sobretodo si tratamos de hacerlo sin considerar las escrituras.

Detrás del pueblo hebreo (o más bien delante de él), se encuentra Dios dirigiendo la batalla y la destrucción «Entiende, pues, hoy, que es Jehová tu Dios el que pasa delante de ti como fuego consumidor, que los destruirá y humillará delante de ti; y tú los echarás, y los destruirás en seguida como Jehová te ha dicho» Deuteronomio 9:3.

Dios nos da pistas a través de su palabra de la razón por la cual ordenó la destrucción «No pienses en tu corazón cuando Jehová tu Dios los haya echado de delante de ti, diciendo: Por mi justicia me ha traído Jehová a poseer esta tierra, pues por la impiedad de estas naciones Jehová las arroja de delante de ti» Deuteronomio 9:4

Dios estaba cansado de la maldad de las naciones que habitaban esa región, la biblia describe todo tipo de idolatría, pecados sexuales, brujería e incluso sacrificios humanos realizados por estos pueblos. No podemos pretender que Dios ignore el pecado y la maldad, su propia naturaleza de santidad se lo impide.

Además de esto, Dios le advirtió al pueblo de Israel que no creyeran que las victorias que iban a obtener se debían a su justicia;  eso me hace preguntarme ¿Cuántas veces he llegado a pensar que por mis obras, por mis talentos, por mis actitudes es que obtengo las cosas? ¡Que necios somos cuando olvidamos a Dios en nuestras victorias! Es por Dios, es por su gracia, es por su misericordia, es por su amor y por su soberanía que obtenemos victorias en todos los aspectos de nuestras vidas: emocional, material, física e intelectualmente.

«No por tu justicia, ni por la rectitud de tu corazón entras a poseer la tierra de ellos» Deuteronomio 9:5


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