No se Adormecerá ni Dormirá el que te Guarda

Jehová es mi Pastor; nada me faltará (Sal 23)


¡Vaya una afirmación más atrevida y osada!……. «Nada me faltará.»

Por lo visto, este es el sentimiento de una oveja extremadamente contenta en su dueño, perfectamente satisfecha de su suerte en la vida.

Puesto que el Señor es mi Pastor, nada me faltará. En realidad la palabra «faltar», como está usada aquí, tiene un significado más amplio de lo que podía imaginarse a primera vista. Sin duda el concepto principal es el de no faltarle a uno el cuidado, el manejo y la atención adecuada.

Pero un segundo sentido es la idea de estar tan perfectamente satisfecho con el cuidado del Buen Pastor que no se anhela ni se desea nada más.

Esta pudiera parecer una afirmación extraña en boca de una persona como David. El había sido perseguido y acosado repetid veces por las fuerzas de su enemigo Saúl, así como por las de su propio hijo rebelde, Absalón. Era evidentemente un hombre que había conocido la privación intensa: la pobreza más extrema, las dificultades más agudas y la angustia.

Por lo tanto es absurdo afirmar, sobre la base de esa declaración enunciado, que el hijo de Dios, la oveja al cuidado del Pastor, nunca experimentará carencia o necesidad.

Es imperioso mantener una visión equilibrada de la vida cristiana. Para hacerlo así, será bueno tener en cuenta las vidas de hombres como Elias, Juan el Bautista, Nuestro Señor mismo —e incluso hombres de fe de hoy, — para darse cuenta de que todos ellos sufrieron grandes privaciones y adversidades.

Mientras anduvo entre nosotros, el mismo Gran Pastor Jesús advirtió a sus discípulos antes de partir a la gloria: (Jn 16:33)

«En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo

Una de las falacias comunes entre los cristianos de hoy es la afirmación de que si un hombre o mujer está prosperando materialmente, esto es señal de la bendición de Dios sobre su vida. Pero no es así.

Más bien, algo muy distinto vemos en Apocalipsis 3:17:

«Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo

O, de manera similar, Jesús dijo claramente al joven rico que quería hacerse discípulo suyo:

«Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres… y ven, sigúeme» (Mr 10:21).

Basándonos en la enseñanza bíblica sólo podemos concluir que David no se refería a la pobreza material o física cuando hizo ese enunciado:

«Nada me faltará.»

Por esta misma razón, el cristiano tiene que echarle una larga y cuidadosa mirada a la vida. Tiene que reconocer que, como muchos otros escogidos de Dios, puede estar llamado a experimentar falta de riqueza o de bienes materiales. Debe ver su jornada sobre este planeta como un breve interludio durante el cual bien puede haber alguna privación en el sentido físico. Pero en medio de esa dificultad aún puede decir orgulloso:

«Nada me faltará… no careceré del cuidado y dirección experta de mi Amo».

Para captar la significación interna de esta sencilla afirmación es necesario entender la diferencia entre pertenecer a un amo o a otro:

Al Buen Pastor o…… a un impostor.

Jesús mismo se esforzó mucho en indicarle a cualquiera que quisiera seguirlo que era imposible servir a dos amos. O se pertenecía a él, o al otro.

A fin de cuentas, el bienestar de cualquier rebaño depende completamente de la administración del dueño.

Es por cierto un placer visitar esos hogares humildes donde las personas son ricas en espíritu, generosas de corazón, magnánimas. Irradian una serena confianza y una tranquila alegría que sobrepasa todas las tragedias de su tiempo.

Están al cuidado de Dios, y lo saben. Se han confiado a la dirección de Cristo, y han hallado contento.

A veces a pesar de la riqueza de bienes materiales, estamos notablemente inseguros de nosotros mismos y muy cerca de la bancarrota en cuanto a los valores espirituales.

Los hombres buscan siempre una seguridad más allá de sí mismos. Son inquietos, inestables, codiciosos, y siempre están ávidos de algo más; quieren esto y lo otro, pero nunca están verdaderamente satisfechos de espíritu.

En cambio el cristiano sencillo, la persona humilde, la oveja del Pastor, puede levantarse y declarar:

«Jehová es mi Pastor; nada me faltará..*

Estoy completamente reposado con que él sea el jefe de mi vida.

¿Por qué?…… Porque Jesucristo él es el único pastor para quien ningún problema es demasiado grave al cuidar el rebaño. Es un ganadero que se destaca por su cariño hacia las ovejas, que las ama por lo que son y porque halla placer en ellas. Si es necesario, trabajará las veinticuatro horas del día para que nada en lo absoluto les falte. Ante todo, es muy celoso de su reputación como «Buen Pastor».

Se deleita en su rebaño. Para él no hay mayor recompensa, no hay más honda satisfacción, que ver a sus ovejas satisfechas, bien alimentadas, seguras y prósperas bajo su cuidado. Ellas son su «vida» misma. Lo da todo por ellas. Se entrega a sí mismo, literalmente, por los que son suyos.

No escatima dificultades y trabajos para proporcionarles la mejor hierba, el más rico pasto, suficiente alimento en el invierno y agua pura. No se evita esfuerzos por proporcionarles refugio de las tormentas, protección de los enemigos despiadados y de las enfermedades y parásitos a que las ovejas son tan susceptibles.

Varias veces al día le echa una mirada a la grey para asegurarse de que todo anda bien. Ni siquiera de noche deja de estar pendiente de ellas. Duerme, como quien dice, con un ojo abierto y otro cerrado, listo a ponerse en pie a la menor señal de problema para protegerlas

Nada de raro tiene que Jesús haya dicho: (Jn. 10:10 -11)

Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia

Y también:

Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas

Es una imagen sublime del cuidado que reciben aquellos cuya vida está bajo el control de Cristo. El está al tanto de sus vidas desde que sale el sol hasta el ocaso.

No se adormecerá ni dormirá el que te guarda (Sal 121)

Bendiciones…..


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