NUESTRA FE, ¿SOPORTARÁ LA PRUEBA?

«E hizo Noé conforme a todo lo que le mandó Jehová» (Gén. 7:5).

Y Dios le dijo a Noé que él y su esposa, sus hijos y sus esposas, debían entrar en el arca. Ya ven cuán pocos creyeron al mensaje celestial, a la Palabra de Dios, y fueron salvos de la aguas del Diluvio. Las consecuencias de la transgresión de la ley de Dios se habían hecho evidentes en la tierra y en la población. La violencia y la corrupción prevalecían por doquier.

Y llegó el momento cuando los habitantes del mundo en la época de Noé tuvieron una visión singular. Aquellos que se habían reído y burlado de Noé ahora podían ver que algo maravilloso estaba sucediendo. Se podía ver que desde los bosques y desde cada punto cardinal, los animales, de dos en dos, se dirigían hacia el arca. Estos animales eran obedientes a los mandamientos de Dios, pero los seres humanos los desobedecían. Entonces se vieron las aves de los cielos, como una nube oscura, dirigiéndose hacia el arca. Esto produjo una impresión en las mentes de los moradores de la tierra. Pero con el paso del tiempo y envueltos en su incredulidad y corrupción, aquella impresión se desvaneció de sus mentes.

Entonces se dio la orden de que Noé y su familia entraran en el arca. El tiempo de gracia para los moradores del mundo antiguo había concluido. Noé entró en el arca y pronto se vio a un resplandeciente ángel del cielo quien descendió y cerró la puerta. Así que hubo una puerta cerrada en el tiempo de Noé. Noé y su familia quedaron dentro del arca y los incrédulos fuera. La misericordia de Dios se retiró de aquella generación contaminada y corrupta.

Pero podemos imaginarnos en qué condiciones estuvo aquella familia encerrada en el arca por siete días. Fue una tremenda prueba que cayó sobre Noé y su familiar encerrados en el arca por siete días y sin que llegara la lluvia. Las burlas y las mofas de los enemigos llegaron al colmo. Pero, cuando los siete días terminaron, comenzaron a formarse oscuros y densos nubarrones como jamás se habían visto antes. Estas nubes incrementaron su oscuridad y la lluvia comenzó a caer de ellas.

Hasta ese momento nunca había llovido, sino que el rocío humedecía la tierra. Por esto mismo la gente creyó que había tenido razón. Pero la lluvia continuó cayendo y, entonces, comenzaron a pensar seriamente. Pero con el fin de ahuyentar estos pensamientos de sus mentes se empecinaron en la iniquidad y se esforzaron por hallar alguna evidencia de que las nubes estaban retrocediendo, pero nada de eso ocurrió. La lluvia aumentó hasta descender en torrentes


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