Obedientes en todo momento

«Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy» Deuteronomio 8:11

Muchas veces buscamos a Dios y tratamos de vivir una vida de santidad cuando las cosas no están bien en nuestras vidas, cuando enfrentamos circunstancias difíciles, cuando atravesamos situaciones que están más allá de nuestras fuerzas; pero Dios le da una advertencia al pueblo hebreo que sigue vigente en nuestros días, les dice que no deben olvidarse de ser obedientes a Dios «no suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites, y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que tuvieres se aumente; y se enorgullezca tu corazón» Deuteronomio 8:12-13

¡Actuamos muy tontamente cuando sacamos a Dios de la ecuación y pensamos que todo lo que tenemos y todo lo que somos se debe a nuestros esfuerzos! Cuando decimos «Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza» Deuteronomio 8:17

Nunca debemos olvidar, por más éxito que tengamos en las diferentes áreas de nuestras vidas que Dios fue quien «…te sacó de la tierra de Egipto, de casa de serviduymbre; que te hizo caminar por un desierto grande y espantoso, lleno de serpientes ardientes, y de escorpiones, y de sed, donde no había agua, y él te sacó agua de la roca del pedernal; que te sustentó con maná en el desierto, comida que tus padres no habían conocido, afligiéndote y probándote, para a la postre hacerte bien» Deuteronomio 8:16

No es un juego, no es un tontería, porque olvidarnos de Dios, olvidar que debemos obedecer su palabra en todo tiempo, tiene sus terribles consecuencias:

«Mas si llegares a olvidarte de Jehová tu Dios y anduvieres en pos de dioses ajenos, y les sirvieres y a ellos te inclinares, yo lo afirmo hoy contra vosotros, que de cierto pereceréis. Como las naciones que Jehová destruirá delante de vosotros, así pereceréis, por cuanto no habréis atendido a la voz de Jehová vuestro Dios» Deuteronomio 8:20

Debemos ser obedientes a la palabra de Dios en toda circunstancia.

¡Debemos ser obedientes hasta la muerte!


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