PARA MEDITAR

Valió la pena

valio-la-penaQué difícil es reconocer la naturaleza exacta de nuestro ser, recuerdo como se me quebraba la voz cuando reconocí ante Jesús mis pecados. Aquél día en presencia de mi Señor empecé a rendir cuentas de cada uno de esos regalos divinos que había puesto en mí. Sentía que moría con cada verdad que salía de mi boca, había mal usado mí vida. Pero si Yo quería ser Salvo, tendría que confesar mis pecados.
Con grande dolor e impotencia reconocí que mí alma estaba encadenada a adicciones y pasiones. Mi Señor dijo que Él ya lo sabía y conocía mi dolor mejor que Yo. El Salvador dijo que aún había vida y salvación para mí, si Yo le creía; pero tendría que ser muy valiente.
Como Jacob, esa noche combatí con Dios y con cada pecado que confesé el hería al que pensaba en ese momento era Yo. El Señor acabó con mis fuerzas y morí a ese viejo ser. Me encontré a mí mismo, cambió mi nombre, fui salvo, remplazó mi corazón de piedra por uno que latía y recibí la luz del espíritu santo.
-¡Valió la pena!
Solamente confesándole al Señor nuestros pecados, podremos ser salvos y edificados. Por más que nos duela y por más que nos cueste. (Proverbios 28:13-14)
Te invito a que te pongas hoy de nuevo a cuentas con tu Dios, créeme; valdrá la pena.

Y recuerda Hermano(a):

¡Si confesamos nuestros pecados es para crecer, no para avergonzarnos de nuestro ser!


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