Pureza Sexual … Conoce a Tu Enemigo, Parte 3

Saludos nuevamente a todos ustedes que defienden día a día su pureza sexual…

Como toda fiera que busca adaptarse a su ambiente con el fin de ser más eficaz a la hora de atacar, el enemigo de la lujuria sexual ha evolucionado.  En el pasado de nuestros padres y abuelos, la lujuria sexual era una realidad masculina, asociada a esa minoría de hombres que se atrevían a entrar en la tienda de adultos a comprar una película pornográfica, una revista XXX o un  artículo asociado al sexo.  Con la llegada de la Internet, la lujuria sexual se ha propagado con un paso arrollador y epidémico en nuestros hogares, en nuestras familias, en nuestros trabajos y en nuestras iglesias.  Actualmente tenemos cerca de 300 millones de páginas pornográficas en la Internet, cuando a comienzos del 200o, este número no llegaba a los 20 millones de páginas.  No estamos hablando de un enemigo de recursos limitados o que pueda ser razonablemente comparado con nuestros estándares más conocidos.  Para muestra un botón es suficiente.  Estamos hablando de una industria 10 veces más grande que la industria de Hollywood en cuanto a películas.  Una industria que es más rica monetariamente que todas las ligas de Baseball profesional de los EEUU y Japón combinados.  Una industria que es más poderosa que todas las cadenas de TV de los EEUU combinadas.  Una industria que sólo en los EEUU, gasta más de $3,000 por minuto en pornografía cibernética solamente.  Una Industria que maneja sobre 200 millones de pedidos de búsqueda pornográfica en la Internet cada día.

Por su naturaleza silenciosa, en donde se nutre de la soledad, el aislamiento, la vergüenza, el machismo, entre otros, la pornografía en la Internet crece y se esparce como una plaga, destruyendo vidas de manera despiadada.  Antes, caer ante las garras de la pornografía requería pasar por la experiencia de ser visto, de ser expuesto ante una cajera o empleado de una tienda y los clientes que estuvieran allí cuando la persona se atrevía a comprar o alquilar una revista o película pornográfica.  Ahora, con dar dos o tres “clicks” ante el monitor de un computador, en fracción de segundos, en la soledad y oscuridad de su cuarto, sin que nadie lo sepa, la persona atada a la pornografía cibernética consumirá su droga en silencio y sin ser detectado, hasta que sea demasiado tarde.

Es por la nueva naturaleza de este enemigo que realmente estamos librando una batalla diferente.  Ahora, la lujuria sexual que se alimenta de la Internet ataca a hombres y mujeres y se ha infiltrado en los corazones de los niños de 9 a 12 años de edad como las víctimas más importantes para la industria pornográfica.  ¿Por qué?  Porque esta industria globalmente multi-billonaria apuesta a que si puede atrapar los corazones de nuestros niños, a tan temprana edad, se garantirá un cliente adicto a la pornografía por los siguientes 30 años.

Por eso es que la lujuria sexual nos dirá que ver una cuantas páginas pornográficas en la Internet no tiene grandes consecuencias; que todo joven lo hace y que es mucho más seguro hacer esto en la seguridad de su hogar que lanzarse a la calle a tener sexo altamente peligroso en el mundo torcido que allá afuera les aguarda.  Sin embargo, la realidad no es así de sencilla.  Porque acceder a la pornografía esclavizante de la Internet es abrir la puerta a lo que esta generación ha venido a conocer como el “crack cibernético del Siglo XXI”.

Me refiero a una experiencia que te atrapa y te convierte en un adicto como muy pocos adictos pueden existir.  ¿Sabes por qué?  Porque mientras los adictos a la heroína, o a la cocaína se encuentran atados a una droga que tienen que comprar en la calle, el adicto a la lujuria sexual se encuentra atado a sus propios químicos, a los que le corren por el torrente sanguíneo.  La persona atada a la pornografía por la Internet se ha acostumbrado a imágenes eróticas que le disparan de manera explosiva por su cuerpo hormonas asociadas a la excitación sexual.  Así, esta persona asocia el placer y la descarga sexual con estos químicos que anestesian y calman por poco tiempo su cuerpo y su mente.  Aunque sea por esos pocos segundos, la atadura sexual produce un efecto placentero y anestesiante de tal intensidad, que aleja de su problemas a la persona atrapada, la aleja de su mundo y la transporta a un mundo fantasioso e irreal donde todo está perfectamente bien.  ¿No es esta una receta altamente atractiva y peligrosa para los tiempos que vivimos?

Podrás pensar por un momento que la pornografía es común, es inofensiva y carece de consecuencias.  Piénsalo de nuevo.  Y si se trata de tus hijos, de tu familia, piénsalo más.  Viví atado a este monstruo por muchísimos años y sus tentáculos me apresaron y me succionaron toda esperanza de libertad por décadas.  Y en este mundo altamente tecnológico, el acceder imágenes en un monitor no debe ser causa de alarma y exageración, muchos dirán.  Pero la realidad es que este enemigo seguirá tratando de engañarnos con la trivialización.  La lujuria sexual sabe muy bien que mientras la subestimemos, minimicemos sus peligros y sigamos luchando aislados y en secreto, sumidos en la vergüenza, si querer aceptar el problema, ella nos tendrá derrotados en la guerra.

Hoy te pido un favor que nada tiene que ver con mi vida y más tiene que ver con la tuya.  Examina cuán poderoso es el agarre de la pornografía, el erotismo y la sensualidad mediante la Internet en tu hogar.  Para esta sociedad altamente dependiente de la red cibernética, estar dos horitas frente a la computadora al día resultaría ser algo inocente e insignificante.  Si ese fuera el caso en tu hogar, examina qué contenido y naturaleza tienen esas dos horitas frente al monitor de una PC.  ¿Sabes por qué te lo comparto?  Puedes hacer tú mismo el cómputo.  Dos horas de Internet al día implican que esa persona estuvo sobre 30 días de su año frente a la computadora.  Eso se traduce a más de un mes de los 12 meses que tenemos.  Piénsalo.  Es tu familia.  Son tus hijos.  Es tu vida.  Es mi anhelo que Dios te permita usar cada segundo que El te ha dado para honrarlo y para proteger la pureza que El te ha regalado y que desea que modeles y brindes como legado a tu familia.

Un abrazo,

Edwin Bello
Fundador

Pureza Sexual…  ¡Riega  la  Voz!

Puede visitarnos en www.hombresdevalorhombresdeverdad.com


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