Pureza Sexual … SI TU PADRE TE MODELÓ LUJURIA… ¿SEGUIRÁS SUS PASOS?

Saludos nuevamente a todos ustedes que defienden día a día su pureza sexual

“Y levantándose, fue a su padre. Y cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión por él, y corrió, se echó sobre su cuello y lo besó. Y el hijo le dijo: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo.’ Pero el padre dijo a sus siervos: ‘Pronto; traed la mejor ropa y vestidlo, y poned un anillo en su mano y sandalias en los pies; y traed el becerro engordado, matadlo, y comamos y regocijémonos; porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado’.” Lucas 15:20-24

El hombre atado al sexo vive desorientado, guiado por sus pasiones y por una carne que cada día le pedirá más. ¿Te suena familiar?  No te preocupes… No eres el único con una vida que se puede resumir con palabras tan dolorosas y fuertes…  He conocido a miles de hombres cuyas vidas fueron destruidas por este lujurioso enemigo y que vivieron con sus espaldas encorvadas, mirando hacia el suelo, sin esperanza.  Yo fui uno de estos hombres.  Extraviado en mi caminar, me dejé llevar por la brújula de la lujuria sexual y ésta sólo apuntó en una dirección: la separación definitiva de Dios, hacia un camino inescapable de perdición y de muerte.

Así ocurrió con el hijo de aquella historia salida del corazón de Jesús.  Y es que la lujuria sexual no es una esclavitud que golpea aisladamente la vida de un hombre, o una mujer.  La lujuria sexual es un torbellino implacable con el poder para arrasar matrimonios, familias, carreras, negocios, congregaciones, iglesias y ministerios.  ¿Aprenderá algún día la iglesia esta realidad?  ¿Aprenderán los líderes  del Cuerpo de Cristo a no ignorar o subestimar más a esta epidemia silenciosa?

Y en la historia de aquel hijo –o quizás en tu propia historia– la lujuria sexual había destrozado su hogar y con él, la relación con su padre.  Tal había sido el destrozo causado, que al pensar en su hijo, aquel padre lo consideraba muerto. Y al pensar en su padre, aquel hijo prefería verlo muerto, ya que pidió por adelantado lo que le correspondía en herencia.  Porque la lujuria sexual es una asesina de vidas, relaciones y sueños.

Por lo que tú y yo hemos vivido y dónde comenzó todo, hoy prefiero desviarme del recuento original de aquella parábola para darle un enfoque diferente; para tocar la historia de otros hombres.  Hombres que huyeron de sus hogares y se alejaron de sus familias. Sí, hombres que fueron golpeados por la lujuria sexual, pero de otra manera.  Estos son los hombres que vivieron bajo el techo de su hogar el modelaje impuro de sus padres y la lujuria sexual que los invadió sin pedir permiso.

Hombres que en su infancia fueron utilizados como objetos sexuales bajo un techo que en lugar de protegerlos, acabó destruyendo su inocencia.  Hombres que de niños fueron expuestos a la pornografía y a la parafernalia sexual que sus padres dejaron al libre acceso de sus manos infantiles.  Hombres que crecieron viendo el adulterio, la promiscuidad, la seducción, la carnalidad y la violencia física y emocional de sus progenitores, aquellos que primero les dieron la vida y luego, se la deformaron.

Hoy te hablo a ti para decirte que no estás solo. Tal vez, “heredaste” de tu padre todo ese historial sexual que viviste de niño y que marcó tu vida como adulto. Tal vez, recibiste de ese padre –que primero viste como un superhéroe– el ejemplo equivocado a la hora equivocada de lo que es una sana sexualidad.  Pero hoy abre los ojos a otra realidad: esas cadenas no te pertenecen…

La herencia de lujuria sexual que las decisiones equivocadas de tu padre — o también puede ser de tu abuelo, o quien te crió– quiso legarte, puede ser rechazada.  Hoy puedes ser libre de la lujuria sexual y de ese pasado que marcó tu vida por tantos años.  Porque no hay marca de pecado, no hay herencia de lujuria que pueda resistir el oleo sanador de aquel otro Padre que hace casa para ti en los cielos y quien te espera en el umbral de la puerta.

Es mi oración que a pesar del dolor, de las heridas, a pesar de aquellas marcas de impureza que cubrieron tu infancia victimizada, algún día puedas caminar hacia la casa de tu padre terrenal con la cabeza erguida, habiendo alcanzado la estatura de Jesucristo: El primer Hombre de Valor, Hombre de Verdad que caminó por esta tierra. Entonces, podrás mirar a tu padre en su verdadera humanidad, frágil, imperfecto, tal vez una víctima sexual como tú, tal vez marcado, violentado por el modelaje de un padre y sus errores.

Entonces, podrás mirar a tu padre como nunca antes lo miraste: A través del lente del Amor que sólo Dios puede darte. Y allí, sin odios, sin resentimientos, sin reclamos, podrás propinarle a la lujuria sexual la última estocada, cuando abras tu boca y puedas decirle: “Te perdono.” “Este padre mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado.” Sólo así, podrás repudiar la herencia de lujuria que no te pertenece; sólo así, perdonando y sanando, evitarás pasarle a tus hijos la misma herencia de lujuria sexual que te encorvó por media vida.

Entonces, sobre el cimiento del amor y del perdón, sobre la roca inconmovible de Jesucristo, podrás comenzar a construir una herencia de pureza para la generación que viene detrás de nosotros; podrás darle a ellos la oportunidad que no se te dio a ti y que tuviste que ganarte, a fuerza de sudor y lágrimas, por el camino escarpado de la restauración.  ¡Entonces, desde Su casa eterna, tu Padre que está en los cielos, con Su corazón lleno de orgullo; con su rostro reluciente e inclinado hacia ti, te sonreirá!

Un abrazo,

Edwin Bello

Fundador

Pureza Sexual…  ¡Riega  la  Voz!

PD: Escucha el audio testimonio de Edwin Bello de cómo pudo vencer a la lujuria sexual.  Presiona pureza sexual para acceder.


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