Pureza Sexual … LA MANO SECA DE TU IMPUREZA

Saludos nuevamente a todos ustedes que defienden día a día su pureza sexual

“Pasando de allí, Jesús entró en la sinagoga de ellos. Y he aquí, había allí un hombre que tenía una mano seca. Y para poder acusarle, le preguntaron, diciendo: ¿Es lícito sanar en el día de reposo? Y Jesús les dijo: ¿Qué hombre habrá de vosotros que tenga una sola oveja, si ésta se le cae en un hoyo en día de reposo, no le echa mano y la saca?  Pues, ¡cuánto más vale un hombre que una oveja!  Por tanto, es lícito hacer bien en el día de reposo.  Entonces dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y le fue restaurada, sana como la otra.”  Mateo 12:9-13 

Nuestra mano ha sido aliada, instrumento y testigo cayado de nuestros pecados sexuales.  Y desde que llegamos al Señor, nuestra mano también ha sido puente para dar, ministrar y bendecir.  Así, en nuestro caminar cristiano, nuestra mano ha vivido nuestras altas y bajas, esos momentos cuando nos desviamos, cuando caímos y volvimos a postrarnos ante el ídolo de la lujuria sexual.

Así, vivimos una vida donde la mitad de nosotros hacía el bien, y la otra mitad seguía bañándose en el lodazal impuro del cual Jesús nos rescató.  Es como si una de nuestras manos viviera en pureza y la otra, solo se moviera alimentada por el sexo compulsivo y la inmoralidad.

Es por esto que el hombre que lucha en contra de la lujuria sexual entiende muy bien la historia de aquel hombre de la sinagoga.  Muchos de nosotros buscamos a Dios asistiendo a la iglesia, leyendo su Palabra, orando, ayunando y tanto más.  Aún así, la atadura sexual siguió creciendo y tomando control de nuestras vidas.

Nos convertimos en cristianos sofocados y sedientos, deshidratados y secos de espíritu.  ¿Será por esto que Dios nos presenta en este pasaje al hombre con una sola mano seca? ¿No es ésta la historia de nuestra vida?  Secos de una mano, hemos aprendido a vivir dos vidas: Una de santidad y otra de lujuria sexual.

Con una mano adoramos a un Dios vivo, servimos al Reino y bendecimos a nuestros hermanos.  Con la otra, nos esclavizamos a la masturbación, la pornografía, la seducción, la llamada sexual ilícita, la infidelidad y mucho más.  En fin, una de nuestras manos está seca por el pecado sexual y con ella se seca, poco a poco, toda nuestra vida.

Como la enseñanza de Jesús en la sinagoga sobre la oveja que cayó en un profundo hoyo, la lujuria sexual nos tiró a la oscuridad de una fosa de donde no sabíamos cómo salir.  Nada de lo que hicimos y que tenía fachada de religiosidad nos ayudó.  ¿Sabes por qué?  Porque no se trata de hacer, sino de creer y vivir una vida en Cristo.

Por años hemos estado ofuscados con el “actuar” una vida cristiana, donde los ritos y la superficialidad nos siguieron secando por dentro.  Pero hoy, tú tienes la oportunidad que tuvo aquel hombre de la sinagoga.  Más seco por dentro que por fuera, su mano solo reflejaba parte de su sequedad, parte de su esclavitud, parte de su dolor.  ¿Y qué hay de diferente en un día como hoy?  Que Jesús ha venido a inhundar tu vida con su manantial de agua pura.  En este momento, tú eres su única oveja. El está dispuesto a hacer todo para sanarte y salvarte.

¿Y qué tenemos que hacer?  Mira al hombre de la sinagoga.  Frente a Jesús, él extendió su mano seca y creyó.  Igual podemos hacer nosotros.  Acerca tu mano seca a Jesús.  Extiéndela, porque todo lo que acerquemos al Hijo de Dios se alejará del pecado.  Todo lo que acerques a su agua restauradora tendrá que dejar atrás la sequedad de la compulsión sexual.  Pero hazlo sabiendo que es una vida o la otra.  O el agua vitalizante, o la aridez del desierto.  O la pureza de unas manos restauradas, o la sequedad de unas manos impuras.

Se acabó la vida complaciente de pureza “a medias”; una pureza que, como la camisa, nos ponemos y quitamos cuando nos conviene. Hoy, Jesús anhela que extiendas tu mano seca hacia El.  Así, El cambiará tu mano inútil por una sana y pura.  Porque solo por Amor, Jesús dejará que caiga sobre El la sequedad de tu impureza.  Extiende tu mano seca y, junto a ella, extiende también hacia el Señor tu vida entera.

Un abrazo,

Edwin Bello

Fundador

Pureza Sexual…  ¡Riega  la  Voz!

PD: Escucha el audio testimonio de Edwin Bello de cómo pudo vencer a la lujuria sexual.  Presiona pureza sexual para acceder.


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