RÁPIDO… ¡POR FAVOR…!

Hay cosas que no debemos olvidar, es cierto que del pasado y de la historia podemos aprender, lo que no debemos es quedarnos atrapados en el pasado. De hecho hoy es un nuevo día y Sus misericordias son nuevas cada mañana. Vivimos en un mundo donde hoy en día se rinde «culto a la velocidad», hablamos de comidas rápidas, autos rápidos, queremos semáforos rápidos,  prestamos rápidos, entre otros rápidos, queremos soluciones rápidas a nuestros problemas, los matrimonios se vuelven tan rápidos que duran tan poco. En fin podemos decir que nuestro mundo está lleno de estrés y ansiedad lo que hace que no disfrutemos la vida, las relaciones y el trabajo. Nos ocupamos en nosotros mismos y luego nos preguntamos ¿Por qué mi vida es estresante? ¿Por qué me angustio? ¿Por qué la vida para mi es difícil y para otros no? La respuesta está en nuestra conducta. Todo lo queremos ya. No fuimos enseñados a esperar. Nuestros padres, los de la época del cincuenta, nos enseñaron que todo tiene su tiempo…
Recordando mi pasado y comparándolo con el presente de mis nietas, veo un gran abismo entre ellas y yo. Aunque crié a mi hijo bajo la cultura del «espere un poco», él ya no usa ese principio en su casa. Si sus hijas le piden algo, él hace lo imposible por dárselos. No importa lo que él tiene que hacer. Lo importante es que ellas no esperen. ¿Tienen hambre? Que coman rápido lo que quieren, no lo que hay. Ya no se pone la mesa como antes. Ya no se esperan todos a comer juntos. Ya no se ora en las comidas ni se dice «muchas gracias», mucho menos «buen provecho». Ya no se vigila que no pongan los codos sobre la mesa. Ya no se supervisa que se coman el tomate, la cebolla y los vegetales. Ahora la comida rápida es mejor: cereales en lugar de un buen caldo de res. Churros en lugar de un par de huevos estrellados. Panes con frijol en lugar de pacayas envueltas en huevo. ¿Acelgas? ¡UUUFFF! Guácala! Además, tienen que hacer tareas y, como premio, que pasen toda la tarde viendo la tele… que no molesten que mamá tiene que dormir la siesta…
Ya no se duerme, como antes, ocho horas. Antes, a las ocho en punto ¡todos a la cama! Sin chistar. Por lo tanto, a las cinco de la mañana ¡todos arriba! ¡Ah! y a hacer su oficio, queridos hijos. Nadie se va a la escuela sin antes haber hecho su cama, bañarse, repasar las tablas, barrer la banqueta y recoger los trastos del desayuno…¡Uyyyyy! eso es abuso hoy en día. Los «derechos» de los niños son violados… y el resultado es una sociedad de jóvenes que ya no dicen, como antes…»buenos días…» «buenas tardes…» ni mucho menos «gracias». Esa palabra se perdió en algún lugar del ropero familiar…
Hoy, mis nietas hablan ingles. Saben contar de memoria muchas cosas que aprenden en el colegio… Pero lástima… no saben usar los cubiertos en la mesa… se meten en pláticas ajenas… no comen adecuadamente los alimentos que debieran nutrirlas aunque están sanas… pasan en medio de los adultos sin pedir permiso… se levantan de la mesa sin levantar sus platos sucios… Todo porque no hay tiempo. Los padres de hoy ya no tienen tiempo para enseñar esas nimiedades…  El tiempo está robando la niñez de mis nietas. El tiempo las está ahogando en tareas escolares  que hay muy poco para abrazarlas y acunarlas… Y enseñarles las cosas importantes del buen comportamiento… Crecen tan rápido que ni cuenta nos dimos que Mandy ya casi es una señorita…
Me imagino, entonces, que, cuando vayan a Simán a comprar algo para ellas, tendrán que decirle a la cajera… «tengo cinco minutos de tiempo, por favor, cóbreme…» Pero ya no tendrán tiempo para sonreír, para compartir con quien está en la cola esperando turno, ya no tendrán tiempo para meditar en algo importante, ya no tendrán tiempo para ver la salida del sol ni mucho menos la luna llena de noviembre… No tendrán tiempo de leer El Quijote, La Divina Comedia, La Historia de un Pepe… O disfrutar de un delicioso y hermoso poema como el madrigal Yo pienso en ti… El tiempo me las está privando de tener un abuelo que las ame y las consienta…
¿Está usted sufriendo también de lo rápido de hoy?
 

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