SALMO 119. CONOCES MI CONDUCTA

Hombres poderosos me persiguen

sin motivo,

pero mo corazón reverencia tus

palabra.

Yo me siento feliz con tu promesa,

como quien se encuentra un gran

tesoro,

Odio la mentira, no la soporto;

pero amo tu enseñanza.

A todas horas te alabo

por tus justos decretos.

Los que aman tu enseñanza gozand

de mucha paz.

y nada les hace caer.

Señor, espero que me salves,

pues he puesto en práctica tus mandamientos.

Yo obedezco tus mandatos

y los amo de todo corazón.

Yo obedezco tus preceptos y

mandatos;

¡Tú conoces toda mi conducta!

Esta es la penúltima estrofa del salmo. Aparentemente no hay nada de novedoso en ella después de leer las veinte anteriores. El tema central del salmo es la palabra de Dios, su importancia y sus beneficios para el seguidor de Jesús.

Mi atención se centró en la última línea de la estrofa. El hecho de pensar que Dios conoce toda mi conducta. Extrañamente, ser consciente de esta realidad no me produce ningún miedo. Al leerlo no he pensado en lo terrible que significa que alguien conozca todo acerca de ti, hasta lo más íntimo y profundo, las áreas oscuras, los secretos mejor guardados.

Antes al contrario pensaba en lo beneficioso de ello, lo bueno que puede representar para mi vida el que alguien conozca todo acerca de mí y pueda darme luz sobre mi propia experiencia como ser humano. Si Dios lo conoce todo acerca de mí, puedo encontrar ayuda para discernir mis motivaciones, para entender mis conductas, para poner de manifiesto mis intenciones, para poder reflexionar sobre quién soy, qué hago y cómo lo hago.

En definitiva, si Dios me conoce, puedo contar con un buen aliado para poder ser mejor como ser humano, parecerme más a Él y pulir tantas áreas deficientes de mi carácter.

Un principio

Dios es un aliado para concerme mejor a mí mismo.

Una oración

El conocimiento de las buenas noticias en Eslovaquia.


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